REPORTE ESPECIAL ► La Virgen de Guadalupe o
Tonantzin Guadalupe, es la figura religiosa más importante de los mexicanos, a
la que se le pide alimento, protección y buena cosecha.
Con ella, hace 481 años se
unieron dos tradiciones religiosas en una sola: la de Tonantzin, la Diosa Madre
de la tierra venerada por los pueblos mesoamericanos; y la de Guadalupe, una
virgen española que según la tradición católica, apareció en el cerro del
Tepeyac.
Antropólogos señalan que al
ser el Tepeyac el lugar donde entonces se veneraba a Tonantzin, las figuras
religiosas mesoamericana y española fueron resimbolizadas y representadas en un
sólo ícono, ya que en los procesos de aculturación, generalmente las sociedades
deciden tomar aspectos con un fuerte peso histórico y simbólico como un
elemento de identificación.
Tonantzin para los mexicas,
era la madre de todo lo que existe, de los hombres y lo más importante, parte
de la pareja divina que creó al mundo y a todos los seres vivos. Las deidades
femeninas tenían una fuerte presencia y un santuario donde se les veneraba.
Cuando los españoles
llegaron, se dieron cuenta que había muchos lugares con una fuerte presencia
religiosa; en ellos empezaron a trabajar para lograr la evangelización, de tal
manera que era fundamental la presencia de una figura religiosa católica en un
lugar donde se veneraba a una de las deidades más importantes de Mesoamérica.
Símbolo inequívoco de la
religiosidad mexicana, en la guadalupana se funden dos tradiciones que forman
parte de la idiosincrasia de este país, pues su imagen evoca el sincretismo
entre la deidad de los antiguos mexicanos, Tonantzin, y María, la virgen madre
de Cristo, de la religión católica.
Como parte de la
cosmovisión precolombina, señalan algunos autores, Quetzalcóatl y Cihuacóatl
representaban el origen de la vida y de todas las cosas; en su pasado eran
inseparables y aparecen ligados como las dos caras del principio dual, mujer y
hombre, donde Tonantzin representa la parte femenina.
Cronistas como Fray
Bernardino de Sahagún refieren que los nativos de esta tierra venían a rendirle
culto en el cerro del Tepeyac a la diosa Cihuacóatl, llamada también Tonantzin,
que significa "Nuestra madre", de lo cual hay testimonios de los
misioneros del siglo XVIII.
"En este lugar que se
nombra Tepeyac tenían un templo dedicado a la madre de los dioses, que la
llamaban Tonantzin, que quiere decir Nuestra Madre. Allí hacían muchos
sacrificios a honra de esta diosa. Y venían a ellos de más de 20 leguas de
todas las comarcas de México y traían muchas ofrendas", señala el
cronista.
"La historia general
de las cosas de la Nueva España", escrita por Sahagún, relata que
"venían hombres y mujeres, mozos y mozas a estas fiestas. Era grande el
concurso de gente en estos días y todos decían Vamos a la fiesta de Tonantzin.
Y ahora está allí edificada
la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, también llamada Tonantzin".
A la llegada de los
españoles y con el proceso de adoctrinamiento, los evangelizadores construyeron
templos católicos sobre los que consideraban paganos, y utilizaron las mismas
costumbres con fines de devoción cristiana; así, los lugares de peregrinación
se conservaron y sólo fueron sustituidas las imágenes.
Conservando elementos
fundamentales, los nuevos iconos se adaptaron a la nueva visión del mundo,
ejemplo de ello es el color verde-azul del manto de la Virgen de Guadalupe,
idéntico al azul jade de Quetzalcóatl y color fundamental de la religión
mexicana. SIGUE
En su libro "Tonantzin
Guadalupe", el historiador mexicano Miguel León-Portilla muestra, de
hecho, la relación que Guadalupe tiene con el antiguo pensamiento náhuatl:
"con el simbolismo de la flor y el canto se pinta y matiza esta otra
realización del encuentro de dos mundos".
En su texto, donde realiza
una interpretación del Nican Mopohua o relato náhuatl que significa "Aquí
se refiere.", y donde se da cuenta de las apariciones de la virgen,
León-Portilla expone la estrecha relación de la Virgen de Guadalupe y
Tonantzin.
"Ha llegado a la
tierra florida, la de nuestro sustento, ha hecho suyos los cantos, las flores;
sabe ya, sobre todo, que la noble señora celeste es su madrecita compasiva, es
Tonantzin Guadalupe", describe el historiador, a partir del texto antiguo.
Con el paso de los años,
"la lupita" como se le dice de cariño, se convirtió en objeto de
devoción oficial y popular en la Nueva España, que se sustentó en la historia
de las apariciones al indio Juan Diego, representando la dignificación e
incorporación de esa raza, excluida por los recién llegados a la Nueva España.
De esta forma, criollos,
mestizos e indios se unieron en la devoción común y la virgen ayudó a limar
diferencias de castas, unidas por el fervor religioso y nacional.
La Virgen de Guadalupe se
convirtió en la representación colectiva del pueblo mexicano y también en
símbolo de independencia sobre España y sus representaciones sagradas.
Guadalupe ha sido para México quizás el más fuerte polo de atracción y fuente
de inspiración e identidad que se vislumbra en el significado que ha tenido, en
catástrofes como hambrunas, pestes, inundaciones durante el virreinato, y el
papel predominante que jugó a lo largo del movimiento independentista y el
revolucionario.
Es por todos conocida, la
imagen del cura Miguel Hidalgo, Padre de la Patria, cargando un estandarte con
la imagen plasmada de la guadalupana, al igual que la del sacerdote José María
Morelos, mientras llamaba al pueblo a la rebelión, más tarde el caudillo
Emiliano Zapata enarbolaría también una bandera con la efigie de la Virgen
Morena.
Ha sido así como la Virgen
de Guadalupe se ha mantenido presente en la vida de los mexicanos, ya sea en
las esquinas de los barrios donde se construyen nichos para adorarla, en la
imagen que cuelga de los retrovisores de los automovilistas, o en los hogares
de las familias mexicanas.
Es común observar en la
ciudad también muros donde la "morenita" ocupa un lugar sustancial, o
ahora convertida en un elemento "chic" de la cultura mexicana,
bordada en algún vestido o bolso de un diseñador famoso.
Bautizando la tienda de la
esquina, la tortillería o el taller mecánico, el nombre de Guadalupe es además
uno de los más populares entre las familias mexicanas, quienes lo eligen para
llamar así a alguno de sus vástagos, pues es neutro. Símbolo de lo sagrado y lo
profano, de lo humilde y majestuoso, de lo esplendoroso y lo más pobre y llano,
la Virgen de Guadalupe o Emperatriz de América, es un emblema de lo nacional
por el que cada año se levantan clamores al cielo, se caminan kilómetros de
distancia y se enarbolan banderas de México en todo el mundo.
En su libro "Tonantzin
Guadalupe", el historiador mexicano Miguel León-Portilla muestra, de
hecho, la relación que Guadalupe tiene con el antiguo pensamiento náhuatl:
"con el simbolismo de la flor y el canto se pinta y matiza esta otra
realización del encuentro de dos mundos".
En su texto, donde realiza
una interpretación del Nican Mopohua o relato náhuatl que significa "Aquí
se refiere.", y donde se da cuenta de las apariciones de la virgen,
León-Portilla expone la estrecha relación de la Virgen de Guadalupe y
Tonantzin.
"Ha llegado a la
tierra florida, la de nuestro sustento, ha hecho suyos los cantos, las flores;
sabe ya, sobre todo, que la noble señora celeste es su madrecita compasiva, es
Tonantzin Guadalupe", describe el historiador, a partir del texto antiguo.
Con el paso de los años,
"la lupita" como se le dice de cariño, se convirtió en objeto de
devoción oficial y popular en la Nueva España, que se sustentó en la historia
de las apariciones al indio Juan Diego, representando la dignificación e
incorporación de esa raza, excluida por los recién llegados a la Nueva España.
De esta forma, criollos,
mestizos e indios se unieron en la devoción común y la virgen ayudó a limar
diferencias de castas, unidas por el fervor religioso y nacional.
La Virgen de Guadalupe se
convirtió en la representación colectiva del pueblo mexicano y también en
símbolo de independencia sobre España y sus representaciones sagradas.
Guadalupe ha sido para México quizás el más fuerte polo de atracción y fuente
de inspiración e identidad que se vislumbra en el significado que ha tenido, en
catástrofes como hambrunas, pestes, inundaciones durante el virreinato, y el
papel predominante que jugó a lo largo del movimiento independentista y el
revolucionario.
Es por todos conocida, la
imagen del cura Miguel Hidalgo, Padre de la Patria, cargando un estandarte con
la imagen plasmada de la guadalupana, al igual que la del sacerdote José María
Morelos, mientras llamaba al pueblo a la rebelión, más tarde el caudillo
Emiliano Zapata enarbolaría también una bandera con la efigie de la Virgen
Morena.
Ha sido así como la Virgen
de Guadalupe se ha mantenido presente en la vida de los mexicanos, ya sea en
las esquinas de los barrios donde se construyen nichos para adorarla, en la
imagen que cuelga de los retrovisores de los automovilistas, o en los hogares
de las familias mexicanas.
Es común observar en la
ciudad también muros donde la "morenita" ocupa un lugar sustancial, o
ahora convertida en un elemento "chic" de la cultura mexicana,
bordada en algún vestido o bolso de un diseñador famoso.
Bautizando la tienda de la
esquina, la tortillería o el taller mecánico, el nombre de Guadalupe es además
uno de los más populares entre las familias mexicanas, quienes lo eligen para
llamar así a alguno de sus vástagos, pues es neutro. Símbolo de lo sagrado y lo
profano, de lo humilde y majestuoso, de lo esplendoroso y lo más pobre y llano,
la Virgen de Guadalupe o Emperatriz de América, es un emblema de lo nacional
por el que cada año se levantan clamores al cielo, se caminan kilómetros de
distancia y se enarbolan banderas de México en todo el mundo.
Fuente: Agencias
Diciembre/11/2016
www.libertadguerrero.net


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