ESTRICTAMENTE
PERSONAL
❍ Peña, el estilo de gobernar
[Por Raymundo Riva Palacio]
El presidente Enrique Peña Nieto tiene
un estilo muy particular de gobernar. No es el del Estado de México; es el de
Los Pinos. Hay momentos donde después de una gira hacia el fin de semana, en
lugar de regresar a la Ciudad de México en el avión presidencial, toma un jet
ejecutivo con rumbo desconocido. Hay turistas que lo han visto –y se han tomado
fotografías con él- los viernes en playas del Pacífico mexicano, y cuando no
viaja, pasa los fines de semana en Ixtapan de la Sal, donde juega golf. Ahí,
precisamente, en ese entorno, es donde ha tomado algunas de las decisiones
políticas que lo han marcado.
En el golf se decidieron las
candidaturas para gobernador en Nuevo León y en Chihuahua, donde el PRI perdió.
Al golf es invitado permanente desde que terminó su gobierno en Nuevo León,
Rodrigo Medina, como señal de protección frente a las imputaciones de
corrupción que le endilgar su sucesor. Los horarios del Presidente no son los
normales de trabajar de día y descansar de noche, porque le gusta comenzar
tarde y tener acuerdos a media noche. En esos inusuales horarios, quien lo ve
al final suele cambiarle lo que horas antes pensaba o había decidido.
Hay veces que parece ser llevado por
ideas espontáneas, o por sugerencias que no fueron procesadas como lo haría
normalmente un Presidente. Un ejemplo es un acuerdo nocturno al que llegó José
Antonio Meade como secretario de Relaciones Exteriores a Los Pinos, de donde
salió horas después como secretario de Desarrollo Social. Otro, cuando el
Secretario de Agricultura le comentó que quería presentar su declaración tres
de tres, a lo que el Presidente le respondió que no podía obligar a sus
colaboradores a ir más allá de lo que marca la ley, pero que podía hacer lo que
quisiera. La presentación de la declaración tres de tres de José Calzada,
subrayó la opacidad en el equipo de Peña Nieto, quien no ve el mediano plazo y
muchas veces, como éstas, se queda en el inmediato.
Peña Nieto ha tenido un comportamiento
opuesto al que tuvo como gobernador, donde recibía a todos y escuchaba a todos.
Como en el viejo estilo de otro presidente mexiquense, Adolfo López Mateos, aún
a quienes había enfrentado y contenido, a quien le decía que no, su estilo era
tan fino y cuidado, que nunca había agravios personales. En Los Pinos, Peña
Nieto ha estado muy lejos de todos saldo de un pequeño grupo que lo tiene
cercado, que le administra por goteo los contactos con el mundo exterior a su
burbuja.
Pero para bailar tango, necesariamente
se necesitan dos. Una vez un grupo de empresarios mexicanos designaron como
vocero a Jorge Larrea para plantearle una serie de inquietudes, pero como
respuesta, palabras más, palabras menos, recibió un reclamó. ¿Por qué me lo
dices a mí?, recuerdan que dijo Peña Nieto algunos de esos empresarios. Eso lo
ven como Aurelio Nuño, agregó, en ese entonces jefe de la Oficina de la
Presidencia.
El aislamiento ha tenido consecuencias
para él y su gobierno. La falta de contacto con la realidad llevó a creerle
ciegamente a sus asesores que en las elecciones federales del año pasado los
mexicanos habían refrendado con su voto las reformas que había hecho, cuando a
nivel estatal, las derrotas de su partido pre configuraban el resultado del 5
de junio. El PRI había dejado de gobernar a 10 millones de mexicanos el año
pasado, pero el Presidente, ajeno al detalle, lo asumió como un triunfo. Altos
dirigentes del PRI que habían sido más cercanos, buscaron hablar con él para
decirle la otra cara de la historia, pero Peña Nieto ni siquiera les permitió
iniciar el alegato. Esa música no era la que querían sus oídos.
El hoy negro –para los priistas- 5 de
junio arrancó la jornada electoral con altas expectativas en Los Pinos. Sus
cercanos, reunidos con Peña Nieto al mediodía, le alimentaban el optimismo.
Cuando dejaba salir el instinto que lo distinguió en el estado de México, le
untaban bálsamo. No te preocupes, le decía uno de ellos, todo va a salir bien.
Tras los resultados, un alto funcionario se mostró atónito. “No sé qué es lo
que pasó”, dijo. “¿Por qué votaron así contra nosotros?”. Entre el staff
presidencial, hubo quien afirmó en busca de respuestas: “No sabíamos que las
cosas estaban tan mal”.
No hay todavía un diagnóstico final
sobre las razones de ese revés, cuyo análisis de voto refleja que hubo más un
voto de castigo contra el Presidente y el PRI, que un voto de apoyo para
cualquier otro partido. Peña Nieto ha dado señales de haber comprendido que la
corrupción y la impunidad, que se le achacan a su administración, son los
principales factores de las derrotas. Pero declararlo no es admitir en forma
crítica que son temas que tienen que ser resueltos. Peña Nieto tiene que hacer
mucho en el tiempo que le queda a su administración para tratar de neutralizar,
si no revertir, la opinión de corrupto con la que millones de mexicanos –a
decir de las encuestas-, lo han etiquetado. Será difícil para él, en términos
personales, pero objetivamente hablando, no tiene otra opción que dejar de ser
mejor amigo de sus amigos, porque sus amigos no son mejores amigos que él.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa
[Usted acaba de leer un artículo de
opinión cuyo contenido refleja el punto de vista del autor.]
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