►Muchos quisieran tener
su habilidad intelectual aunque sea por un día. Sin embargo, algunos están
rodeados de incomprensión
REPORTE ESPECIAL ► Cuando Eric Hernández
tenía un año y medio, decía el abecedario al derecho y al revés con fluidez. A
los 3 años, Bruno Caruso le preguntó a su maestra: "¿Qué fue primero: el
Big Bang o a Adán y Eva?". A los seis meses, Andrés Latorres se sentaba
sin ningún apoyo en la alfombra y encastraba piezas de Lego por una hora.
Aunque el desarrollo
intelectual de estos niños sería la envidia de muchos, sus
historias están salpicadas de tristeza y frustración.
Y no se diferencia de las
de muchos niños y jóvenes con altas capacidades en América
Latina.
Algunos están en
universidades y otros en centros especializados donde realizan estudios
avanzados. Sin embargo varios de ellos fueron incomprendidos en sus escuelas y
tildados de "problema" porque se aburrían en clase o corregían a los
maestros.
BBC Mundo buscó a niños
superdotados e investigó si la región está preparada para canalizar su
potencial y esto fue lo que encontró.
La sombra del autismo
"Probablemente es
autista", le dijo el pediatra de Eric a su madre, Eva Palacios, cuando
ella acudió emocionada, pero asustada, por "todo" lo que su hijo
podía hacer.
"Hacía cosas que
daban más miedo que gusto como recitar tan chiquito el abecedario al
revés", le cuenta a BBC Mundo desde su casa en Monterrey.
"A partir del año
nos dimos cuenta que le llamaba mucho la atención acomodar carritos y hacer
torres. Pensábamos que era normal para su edad, pero no lo era. Cuando íbamos
al supermercado, nos teníamos que detener en cada automóvil porque se ponía a
leer en voz alta las letras y los números (de las placas). Era muy
obsesivo".
Poco a poco y por su
cuenta, comenzó a leer palabras.
"A los tres años
empezó a hablar como si lo hubiese hecho toda su vida. A raíz de eso comenzaron
a crecer sus habilidades. A esa edad sumaba, restaba, hacía series de números,
leía muy bien. A los cuatro años leía en inglés, multiplicaba, dividía. Lo que
le decías, no se le olvidaba".
Con el transcurrir del
tiempo, el diagnóstico de un posible autismo se desmoronó. El mismo doctor que
usó el término, después les dijo que se trataba de un niño "muy
inteligente".
Entre regaños y la
soledad
Cuando Eric estaba en
segundo grado de primaria, hizo un curso de algebra por internet de la
Universidad de Stanford y cuando tenía 10 años, estudió física con los videos
que el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés)
publica en su web.
Sin embargo, a sus 13
años recuerda la primaria con pena.
"Me tocaba ver cosas
que ya sabía. Estaba aburrido. Era molesto y frustrante", le dice a BBC
Mundo.
"Cuando les decía a
los maestros que ya me sabía las tablas (de multiplicar), no sabían qué hacer
(…) Muchísimas veces tuve que corregirlos y aunque lo hacía con buena intención,
se enojaban. Me decían que no los corrigiera porque era una falta de
respeto".
"No me dejaban
participar en la clase, me decían que guardara silencio y que no fuera a
contestar lo que preguntaban. Me hacían ver que era un problema",
recuerda.
"Desgraciadamente en
el recreo me quedaba solo. No tenía muchos amigos, aunque trataba de juntarme
con los demás, no me aceptaban. Teníamos muy pocos intereses en común".
En Uruguay, Andrés, quien
ingresó a la primaria a los 4 años, vivió una experiencia similar.
"En la escuela no
tenía muchos amigos principalmente porque era raro. Las madres de mis
compañeritos me tenían bronca y los hijos terminaban copiándolas".
Tiernamente se disculpa
por usar la palabra "bronca" y le aclara a BBC Mundo que las madres de
sus compañeros solo estaban "celosas" de sus talentos.
"Se armó cada lío
cuando le decía a la maestra que había cometido un error en el ejercicio o
cuando mis compañeros se equivocaban. Terminaban llamando a mi mamá",
recuerda el joven de 15 años.
"Durante un tiempo
estuve bastante triste. Muchas veces llegaba a casa y me ponía a llorar. Pensé
en cambiarme de escuela, pero sabía que nada cambiaría".
"El sistema no está
preparado"
"Siento que la
escuela está hecha para gente normal, gente promedio. Si por alguna razón llega
alguien con capacidad mayor, el sistema no está preparado", señala Eric.
"Me gustó todo lo
que descubrí antes de entrar a la primaria. Siento que en el área intelectual
la primaria me frenó mucho porque pese a haber tomado cursos de temas
especializados (en casa), con las clases en la escuela perdí el interés en
muchas cosas".
Según Palacios, el paso
por la escuela de niños como Eric puede ser traumático no sólo para niños y
padres, sino para docentes.
"Los maestros no
sabían qué hacer con él. Nos decían que no le diéramos más libros, que le
estábamos enseñando cosas que no eran para su edad, que le estábamos haciendo
un daño. Pero lo irónico es que yo ni siquiera sabía lo que él había aprendido
por su cuenta".
"Lo tenían
castigado, reportado, amenazado con correrlo", recuerda Palacios.
"Él estaba enojado
y, a su vez, nosotros estábamos molestos con él porque retaba a los profesores,
corregía a los compañeros y, por eso, lo castigaban".
Padres
"expertos"
Ante el vacío de
información sobre niños con altas capacidades en Uruguay, el padre de Andrés,
Enrique Latorres, amplió su formación como profesor universitario con un
posgrado sobre educación de altas capacidades de la Universidad Nacional de
Educación a Distancia de Madrid.
"Me convencí aún más
de que no hay gente preparada en Uruguay para estos temas. Hay un enorme
desconocimiento por parte de autoridades, docentes e incluso psicólogos sobre
las particularidades de los chicos con altas capacidades. Muchas de las
respuestas que uno obtiene por parte de los profesionales están basadas muchas
veces en sus creencias y prejuicios y no en conocimiento científico",
indica.
De hecho, algo que alarmó
a Palacios en México es que ante niños superdotados, algunos psicólogos creen
que se trata de trastornos de déficit de atención o hiperactividad y sugieren
usar medicinas.
"Uno, como padre,
tiene que saber diferenciar entre un especialista que realmente sabe del tema y
del que no porque eso va a afectar la vida de tu hijo. La realidad es que tuve
que hacerme yo experto porque no había", indica Latorres.
"Como padres nunca
pensamos que Andrés fuera el problema. El problema eran los otros.
Evangelizamos en los colegios a los que Andrés asistió sobre el tema de altas
capacidades, dimos información, enviamos fotocopias de libros".
Adaptarse
En tercer grado de
primaria los padres de Eric tomaron la decisión de sacarlo del sistema oficial
de educación.
Los efectos de estudiar
en casa, lo cual hizo por tres años, se sintieron inmediatamente. "Su
estado de ánimo cambió, su autoestima aumentó, se volvió más analítico",
recuerda su madre.
Pero algo estaba
faltando, cuenta Palacios: habilidades para socializar.
A los 13 años regresó a
la educación oficial. Estudia en el Centro de alto rendimiento académico Se Talentos
de Nuevo León, en donde Eric asegura: "he conocido mucha más gente como
yo".
"Como mamá prefiero
que vaya a la escuela para que socialice. Antes de pensar en enviarlo a la
universidad, quisiera que madurara más, que juegue, que explore, que sea feliz,
que sea niño".
Andrés, por su parte,
está terminando el bachillerato y encontró una estrategia para seguir adelante.
"Ahora trato de
estar más callado porque se terminan enojando contigo y he tenido cada
problema. Me ha pasado que no me va muy bien en la materia de algún profesor
que he corregido y en cuya clase he dicho algo que no le gusta", señala el
joven que sueña con estudiar robótica.
Consejos de un niño
superdotado para un niño superdotado
Bruno Caruso, de 12 años,
ha contado con el apoyo de la Fundación para la Evolución del Talento y la
Creatividad (FETC) de Argentina. Así le respondió a BBC Mundo cuando le pedimos
consejos para niños como él.
- No quiero que nadie se
sienta culpable por no ser comprendido. Yo creo que es un problema del sistema,
pero tristemente no creo que lo pueda cambiar ni que ellos vayan a poder. Odio
aceptarlo, pero lo estoy intentado.
- Tientes que
saber que no estás solo, no vas a estar solo y no lo estuviste. Nunca
dejes de buscar gente que esté en la misma situación.
- Uno tiene que
creer en sí mismo con moderación. No seas arrogante.
- Sigue tus
sueños, pero no dejes que tus sueños te aplasten.
- Mantén
determinación casi incondicionalmente.
- Nunca te quedes
con una duda (…) Busca la respuesta, cázala hasta que la tengas.
¿Cuántos son?
Es muy difícil saber
cuántos niños superdotados hay en América Latina, pues depende
de los parámetros de medición de cada país.
Algunos países estiman
que entre 1-2% de su población es superdotada, otros aseguran que
representa 5% mientras que varios apuntan a que es 10-15% de su población.
Hay muchas personas que
trabajan en el área de los niños superdotados en la región,
pero queda mucho por hacer, especialmente desde la perspectiva gubernamental.
En algunos países hay directrices nacionales y programas para algunos de estos
niños, como en México, pero no siempre hay recursos para implementarlos.
Brasil cuenta con centros
de apoyo para educadores, donde se hacen investigaciones y publicaciones de
alta calidad. Pero en muchos otros el apoyo es mínimo o inexistente. En
Uruguay, por ejemplo, se limita a la etapa infantil. Muchas personas luchan
contra sistemas escolares rígidos. Por eso muchos padres optan por educar a los
niños en casa. Hay muchas comunidades vulnerables e indígenas que enfrentan
desafíos únicos.
Fuente: Leslie Graves,
presidenta del Consejo Mundial para Niños Superdotados (World Council for
Gifted and Talented Children) en respuesta a BBC Mundo.
Fuente:
BBC Mundo
Julio/01/2015
www.libertadguerrero.net
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