ESTRICTAMENTE PERSONAL
• El
ministro del Presidente
[
Por Raymundo Riva Palacio ]
El voto del Senado para designar al ministro
de la Suprema Corte que llenará la silla dejada por Sergio Valls al morir en
diciembre, era totalmente irrelevante en el caso de Eduardo Medina Mora. Si lo
elegían o no, quedaría lastimado irreversiblemente porque el cuestionamiento
sobre sus méritos para llegar al máximo tribunal mexicano, fue masivo, intenso
y demoledor. No se puede hablar de una campaña en su contra, porque sugeriría
una conspiración, por lo demás, inexistente. Se debe entender como un repudio
generalizado por su pasado en órganos de inteligencia, seguridad y procuración
de justicia, y por la forma como, por un decisión del presidente Enrique Peña
Nieto, su nombre fue incorporado a una terna para la Corte acompañado de
nominados de bajo perfil. La designación a modo, tuvo sus consecuencias.
Medina Mora pensaba en la Suprema Corte de
Justicia para dentro de tres años, como epílogo de su vida pública, no ahora.
Pero el presidente lo llamó y le dijo que lo iba a nominar. El embajador en
Washington tenía, además de su proyecto profesional, una razón personal para no
aceptar. En diciembre le detectaron un cáncer muy agresivo a su esposa y en
febrero comenzó el tratamiento en una de las dos mejores instituciones en el
mundo para atenderlo. La silla de Valls estaba fuera de su imaginario. Intentó
decirle no al presidente, pero lo ignoró. Peña Nieto tenía otras posibilidades,
como Raúl Cervantes, que pidió licencia en el Senado para prepararse para la
Corte, pero mantuvo su plan de presentarlo en diciembre próximo, cuando otros
dos lugares quedarán vacantes.
El traje a la medida que preparaba el
presidente, no contaba con la mala imagen de Medina Mora en México por su paso
por los gobiernos panistas. La ONG Change.org abrió a firma en internet una petición para
que el Senado rechazara su nominación. La petición sumaba más de 51 mil firmas hasta poco antes de iniciarse la
sesión en el Senado para la votación, y había movilizado a otras organizaciones
civiles, intelectuales y periodistas en su contra. La Asociación Nacional de
Magistrados de Circuito y Jueces del Poder Judicial, que integran más de 500
juzgadores, publicó un desplegado sin precedente donde pidieron al Senado que
no votaran por un candidato con motivaciones políticas, sino por quien garantizara
independencia.
Si los cuestionamientos fueron severos, la
crítica fue devastadora. Pero lo más notable fue que el gobierno y el PRI
dejaron a Medina Mora a su suerte en el circo romano. Rumbo al Reino Unido, el
presidente declaró que el embajador tenía los méritos para ser ministro de la
Corte, pero ya no volvió a hablar del tema. Tampoco hubo nadie en el gobierno
que saliera a respaldarlo. Ni en el PRI, ni en las cámaras. Tampoco existió una
mano protectora en el Partido Verde, que responde a los intereses presidenciales,
ni en el PAN, hasta poco antes de iniciar la sesión en el Senado, donde
anunciaron que lo respaldarían.
La ausencia de apoyos institucionales –en los
países donde hay procedimientos de ratificación similares, se defienden las
nominaciones presidenciales-, fue tan extraordinaria como la falta de cuidado
de Peña Nieto en escoger a un candidato que no había manera que pasaría sin ser
cuestionado. En un texto publicado este martes en el portal ejecentral.com.mx,
se detalla cómo la Auditoría Superior de la Federación elaboró cuatro
revisiones a la Secretaría de Seguridad Pública y la PGR bajo el mando de
Medina Mora, muy críticas de su gestión. En el CISEN, despidió a más de mil 700
personas, incluidos al menos 300 agentes que aportaban inteligencia, durante
una época que se utilizó como arma contra varios agentes políticos, como Andrés
Manuel López Obrador. En este mismo espacio se afirmó la semana pasada que el
paso del embajador por esas dependencias, tuvo más desaciertos que éxitos.
La prensa está llena de los tropiezos y desatinos de Medina Mora, retomados de
los archivos públicos, que en Los Pinos debieron revisarlos antes de que lo
nominara el presidente.
¿Qué llevó al presidente Peña Nieto a nominar
a Medina Mora? ¿Cuáles fueron los presupuestos para moverlo de Washington y
meterlo en un debate que no estaba polarizado, sino totalmente volteado en
contra de su nominado? ¿Calculó los riesgos de incorporarlo en la terna como el
delfín presidencial para la Corte? La decisión del presidente es tan
inexplicable como múltiples decisiones que ha tomado durante los seis últimos
meses y que sólo le han provocado costos.
Medina Mora era una pieza que no podía
arriesgar. Si era derrotado –mediante un revés de senadores panistas durante el
voto secreto-, regresaría a Washington humillado, al no haber logrado el
cometido con el apoyo presidencial. Si no, quedaría marcado como el ministro
del presidente, que iría por instrucciones a Los Pinos y borraría la división
de poderes. Si esto era real o no, era tan irrelevante como el voto en el
Senado. El embajador está políticamente desgastado, desacreditado y
deslegitimado. También debe estar resentido. El presidente, que es su amigo, lo
colocó en esta situación y lo abandonó en medio del campo de batalla. Pero
Medina Mora, finalmente, es un mero fusible del presidente. Peña Nieto, por
todo lo que apostó, es el verdadero perdedor al haber quemado, en la estrechez
de la estrategia política, a quien hasta ahora, había sido un gran activo.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa
Usted acaba de leer un artículo de opinión cuyo contenido refleja el punto de vista del autor.
0 comments :
Publicar un comentario
Por favor, ingresa tu correo electrónico para poder contactarte posteriormente... Gracias por visitarnos.