EL VOYERISTA
¿Cuentas claras,
chocolate espeso?
Por Alfredo Guzmán
El propósito es claro. Que los
presidentes municipales salientes y los entrantes, sepan, cuánto entró y cuánto
salió. Pero que las cuentas de quienes terminan, cumplan con los requisitos contables
que se tienen establecidos en los procesos de entrega recepción. Y que quienes
se van, no se vayan con todo y reata. Luego entonces y para evitar sorpresas,
el Contralor del Gobierno del estado, Julio César Hernández Martínez, definió
una estrategia que permita que los que se van, entreguen a los que ingresan,
toda la información y todos contentos.
Por ese motivo, la Contraloría que
preside Julio César Hernández Martínez ha establecido ya un calendario de
actividades con los ediles entrantes y los salientes. La operación empieza el
lunes 16, en la región Centro, con los ediles electos, Mario Moreno Arcos,
Gustavo Alfredo Alcaraz de Tixtla y Francisco Javier González de Chilapa. El
martes 17 en la Región Norte del Estado, se reunirá con los presidentes electos
de Iguala y Taxco. José Luis Abarca Velázquez y Salomón Majul González,
respectivamente. El miércoles 18 con los ediles electos Luis Walton Aburto,
Acapulco, Elizabeth Gutiérrez Paz, Juan R. Escudero (Tierra Colorada) y Ramiro
Ávila Morales de Coyuca de Benitez. Cerrando la semana el jueves 18 con Eric Fernández Ballesteros y Crisóforo
Otero Heredia, Zihuatanejo y Tecpan de Galeana, respectivamente.
El Comité de recepción del gobierno
del estado estará integrado por la Contraloría General del Estado, la
Secretaría de Finanzas, la Secretaría de Desarrollo Social, la Secretaría
General de Gobierno, el Comité para la Planeación para el Desarrollo del Estado
de Guerrero (COPLADEG), el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia,
la Coordinación General de Fortalecimiento Municipal y por parte del Poder
Legislativo por la Auditoria General del Estado. Así mismo ya se les comunicó a
los ediles electos, y a los que
terminan, para que nombren a sus representantes financieros y logísticos.
¿La caída
de Pejelagarto?
Siempre,
surge el morbo, cuando ocurren muertes políticas de quienes crecieron y su
estrella se apaga. Ejemplos en la historia hay muchos. Pero pocos lo podemos
ver, o al menos ser testigos.
Nunca,
desde que Andrés Manuel López Obrador creció al grado de subirse al nivel de
pretender ser presidente de la República, nadie de su equipo cercano, lo cuestionó. Todos escuchan a su alrededor, nadie
opina y si lo hace, es con medida, sin entrar en contradicción. Dicen los
códigos no escritos, que al jefe, no se le rebasa ni siquiera en la autopista.
Los discursos incendiarios, las giras, los eventos, colocaron a Andrés, al
máximo nivel, pero creo que hasta ahí llegó. Ya fue lo último y quienes están a
su alrededor, lo saben. Uno de ellos, es Marcelo Ebrard Casaubón y otro su
asesor jurídico y ex Secretario de Gobernación y ganador de la gubernatura de
Tabasco, tierra natal de Andrés Manuel.
Claro, no son los únicos, pero sí lo más
visibles. El perredista ganador de la contienda electoral en Morelos, Graco
Ramírez dijo, tajante, “Mi triunfo, no se lo debo a Andrés Manuel” (sic). El
gobernador del estado de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero, marca su distancia con
el líder de la izquierda. El supuesto incorruptible y símbolo de la izquierda
en el país Andrés Manuel López Obrador.
La historia nos dice que en el año 1794, 5 años
después del inicio de la Revolución Francesa, Maximilien Robespierre, Jefe
Supremo del Comité de Salvación convocó a la sociedad francesa a un festival,
al que llamó “Festival del Ser Supremo”. La idea era simple: combatir el
ateísmo y reconocer la existencia de un Ser Supremo y la Inmortalidad del Alma,
como las fuerzas rectoras del Universo. Ese día sirvió para el reconocimiento
de las masas al líder que salvaguardó los propósitos de la Revolución, y
alejarla de la politiquería. Un año antes había puesto en marcha el Terror, que
libró a la revolución de sus enemigos enviándolos a la Guillotina. Robespierre,
era un Dios, era adorado por todos y la sociedad lo amaba, por su incorruptible
virtud. Vivía modestamente. El día auguraba un gran futuro para la revolución.
Dos meses después, el 26 de julio Robespierre, pronunció un discurso que pensó
le aseguraría un lugar en la historia. Un discurso largo casi tres horas,
cansado, que hizo una descripción por el camino andado y las luchas por
sostener el movimiento, hasta ese momento triunfador. Se suponía que exigiría
enviar al último puñado de traidores a la guillotina.
La reacción de la gente, fue entusiasta, pero
menor a la habitual. Se levantó una voz de un apellidado Bourdon, quien propuso
oponerse a la publicación del discurso. Una velada señal de desaprobación. De
pronto otros se pusieron de pie y cuestionaron la vaguedad del discurso, porque
hablaba de conspiraciones, de traiciones sin mencionar a los culpables. El
discurso en sí, proponía terminar con las muertes, y dar paso a una nueva era
para Francia. Al día siguiente retomó la defensa de su discurso y fue
abucheado. El 28 de julio, ante el júbilo de la gente, la cabeza de Robespierre
cayó a la canasta, entre vítores resonantes.
Guardadas las proporciones, las distancias y
las circunstancias, parece que el momento de Andrés Manuel llegó a su fin. Los
Bourdon, aparecen por todos lados.
Los enemigos de Andrés Manuel, se manifiestan y
disputan el poder. Su cabeza, no caerá en la canasta, pero su imagen sí, que es
lo mismo en términos mediáticos y políticos.
La historia no ha dado elementos para reconocer
los momentos históricos de cada quien, sus circunstancias y el inicio de su
ciclo.
Andrés Manuel, ya no puede seguir con la fuerza
que tuvo en otros momentos. Quienes observan un desgaste en su discurso, una
actitud repetitiva en sus acciones de rechazo a las instituciones, lo ven ya
como un estorbo, hasta para avanzar en la Reforma Política, en las
transformaciones sociales en el país, apoyados en que ahora tienen la mayor
fuerza política que les otorgó la ola que la imagen de Andrés les permitió
alcanzar triunfos históricos. Decía Carlos Marx, que la historia se repite una
vez como tragedia y otra como comedia.
Sólo que Andrés Manuel convoque a la
revolución, tiene vigencia, si no lo hace, será rebasado por la izquierda y
olvidado su paso por este mundo, porque la historia, lamentablemente la
escriben los triunfadores, no las plañideras. Gracias. Comentarios:
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