Juicio aciago de la tarola: el cómo se condena al esquema y no al negocio - Libertad Guerrero Noticias

Juicio aciago de la tarola: el cómo se condena al esquema y no al negocio

  🔘 El hallazgo del Rancho Izaguirre reabre heridas históricas y expone una vez más la violencia estructural en México
Por Ian Solís/Opinión

En las últimas semanas un país de díscolos como el nuestro, se ha puesto de acuerdo bajo la indignación, la rabia y el lamento de un hallazgo en particular. El del Rancho Izaguirre. Una bofetada que nuevamente nos ha dejado atónitos como si de verdad eso se pudiese. Como si después de Aguas Blancas, Ayotzinapa, Acteal; un estado bajo el cual históricamente nos han situado en la folklórica usanza de seguir encontrando zapatos pero nunca los pies descalzos de los siempre olvidados.

Pero la visceral sorpresa sigue apoderándose de quien medianamente hojea el periódico, del que ya ni ganas tiene de mantener el noticiero en medida que se desentraña el caso, por quienes tienen el oído fulminado, los ojos cansados y la estirpe rota por su gente. Los que no entienden estas instancias, los que la viven.

Muy lejos de un panel de analistas, expertos en política, donde para variar el foro es auspiciado por los mismos que el sexenio de Felipe Calderón silenciaron la inauguración de nuestro sanguinario presente, se encuentran los ineptos que a pesar de las consecuencias que estamos padeciendo siguen engendrando la guerra, persiguiendo la vida y el dinero “fácil”.

Siguen dentro de su cercenado juicio permitiéndose vender la idea de salir adelante de esa forma tan ruin, se siguen dejando seducir por narrativas del tipo que hoy viste caro y sólo tuvo que aprender a desollar para ver cumplido su sueño. ¿Por qué hacen eso en lugar de picar piedra y subir peldaños bajo el estándar de la resiliencia, el esfuerzo y la dedicación?

¿Por qué hacen eso si dentro del gran abanico de opciones que el sistema político y económico establecido en México ha puesto a disposición de todos las vertientes necesarias para no terminar en eso? Como la garantización para todos los compatriotas de una educación gratuita y de calidad en todo lo ancho del territorio nacional, la aspiración de un hogar, derecho universal que la burbuja inmobiliaria y las constantes reformas estructurales del PRI y PAN se han encargado de abolir.

Las jornadas dignas de trabajo con una remuneración salarial acorde a la fuerza de trabajo. Una jubilación digna, revocada desde tiempos de Ernesto Zedillo. ¿Por qué siguen dejándose alimentar de estas historias que sólo buscan fomentar apología de un mal que para nada conserva su cepa en la capital? pero que son nutridas desde lo que escuchan, desde las series que ven donde se hace vanagloria de estos personajes. Donde el principal culpable es el espejo por reflejar la sombra.

Parece ser que el estudio fenomenológico no aplica para la narcocultura.

Este fenómeno germinado por gente pedestre no es digno de ser abordado desde esta escuela del pensamiento, ¿no? Porque pensar en fenomenología y en Husserl, propiamente, remite a buscar describir las experiencias tal cómo se presentan en la conciencia, sin recurrir a teorías o prejuicios preexistentes; “volver a las cosas mismas” –decía Husserl.

Analizar los fenómenos tal y como se manifiestan, suspendiendo juicios de valor y creencias previas. Acá no, acá hay que descategorizar a la música de esta gente y condenar enérgicamente. Que de mucho no serviría lo contrario. Aplicar este estudio no dejaría más que una comprensión de cómo se manifiestan en la experiencia de quienes lo viven y consumen, reconociendo su significado y relevancia dentro de su contexto social y cultural. Se podría evitar las simplificaciones o condenas superficiales, permitiendo un análisis profundo y auténtico de su esencia y su impacto en la sociedad.

Lastimosamente un estudio analítico y libre de tapujos o juicios de valor supondría la desacreditación total de periodistas como López Dóriga, Denisse Dresser, Chumel Torres (que ni periodista es).

Un verdadero sacrilegio para quien deleita su elitismo y su aporofobia  bajo programas de poca monta y sin el más mínimo interés de informar, pero que fungen como excelente lábaro propagandístico de la hegemonía política de siempre. Sigamos mejor con esto de siempre, pensar en el jodido como el causante del mal. Sigamos repitiendo que donde se fragua el narco es desde la reproducción de Peso Pluma, sigamos creyendo con la convicción de estos agentes que hablan de la narcocultura cuando en su vida han pisado terreno fangoso, donde las oportunidades se cuentan con los dedos de una mano mutilada. Que el problema no es la militarización, la CIA, la impunidad, secretarios de seguridad pública coludidos con el crimen organizado como el súper policía Genaro García Luna, si no la música que se escucha en un Tsuru desvencijado.

Nunca es el problema la miseria estructural.

No, el problema es que se entonen corridos sobre ello. Es incómodo que se narre una realidad ajena a su óptica de hombre de bien. Asquea escuchar en los ecos de la tuba y la tarola la crudeza de una vida que usted no toleraría fuera de verla coloreada en Breaking Bad. Y por eso mejor se apela por su cancelación, porque si esta música desaparece, si las voces de todos esos zapatos en Teuchitlán desaparecen, en su departamento de Las Brisas podrá dormir tranquilo, sosegado de que la realidad que no se nombra es una realidad inexistente. Olvidándose por completo del resto, que para los que allá afuera saben que el plomo es más barato que una vida, ¿el silencio servirá de algo? ¿La censura detendrá de menos, parcialmente las desapariciones, ejecuciones y la desesperanza? Si mañana ya no puede escuchar a Luis R. en Apple music ¿también hallarán bonanza las madres que buscan a sus hijos en fosas clandestinas? Los narcocorridos narran la violencia, no la crearon. Son para muchos la única forma que tienen para hacer ruido siendo mudos a voluntad de la televisión. De otra forma no se logra explicar entonces el porqué es precisamente en los estados con más índice de violencia donde los corridos es el género más escuchado.

Es mucho más sencillo para la moral, satanizar antes que desentrañar el origen por la romantización del narco. Uno se puede permitir para sí mismo apuntalar con aversión hacía abajo pero, ¿hacía arriba? Tal y como sucede con el juramento a la bandera; levantar el brazo cansa. Conviene de mejor forma comprar ante los medios la idílica ficción de un brote espontáneo, una anomalía cultural maquinada fuera del sistema, cuando la realidad indica que la narcocultura no es más que la más sanguinaria versión del camino al éxito que el capitalismo y Estados Unidos nos ha vendido; poder, lujos y mercancía fetichizada a base de esfuerzo.

Si esa es la consigna, entonces para seguir las reglas del sueño americano tendríamos que sí, en efecto seguir aspirando a lo mismo, pero dentro de las reglas del capital. Como Dios manda; doctrina del sacrificio y meritocracia. Ese es el único camino, la verdad y la vida. Justo así se presentó el neoliberalismo en México, al igual que un concierto de Natanael Cano, hubo tarola, bombo y platillo. Hubo ambición por el poder y el dinero, las dos grandes columnas dóricas que sostienen todo el sistema de valores del capitalismo. Pero acá en los páramos hay una pequeña discrepancia con los que antes habitaban Los Pinos, acá aterra cuando entes ajenos a la oligarquía también juegan a lo mismo pero cambian las reglas. Sigamos con el alarido impuesto, prestemos nuestra voz para seguir propagando el veredicto de prohibir los corridos, cancelando cantantes que no son más que el mecenazgo del capitalismo y no del narco. Ceguemos el juicio creyendo que desapareciendo canciones desaparecerá el plomo. Sigamos rompiendo espejos donde acecha lo siniestro en lugar de reconocer de quién es realmente ese rostro.

El hallazgo del Rancho Izaguirre reabre heridas históricas y expone una vez más la violencia estructural en México Esta nota cuestiona la criminalización de la narcocultura y los corridos, señalando que no son causa sino reflejo de una realidad ignorada por las élites.

Edición: Yair B.

Libertad Guerrero Noticias, periódico online editado desde el puerto de Acapulco, Guerrero, México, bajo la dirección del periodista Francisco Cárdenas López (Fracalo). Contacto: fracalo2001@yahoo.com.mx

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