Creer en Dios implica obediencia, disciplina y sacrificio para vencer los deseos insanos del mundo

Por Staff de Redacción
REPORTE ESPECIAL.- Las razones de no creer en
Dios son numerosas. El deseo de creer no es automático. A veces lo descubrimos
muy lentamente, escondido en multitud de ocupaciones.
En el mundo, un gran número de personas no
creen en Dios. Cuando les hablan de Dios, cuestionan inmediatamente su inexistencia
anteponiendo que si en verdad Dios existiera no permitiría la maldad en el
mundo, ni tantas injusticias, ni tanto odio.
“Si Dios existiera, no aceptaría la muerte de
niños inocentes”, dicen los que no creen en lo invisible e intangible.
Otros afirman que el universo es como una
especie de superordenador. Cuando hayamos encontrando el código secreto, ya no
se necesitará a Dios para explicar la existencia del mundo.
Algunos están tan ocupados, día tras día,
minuto tras minuto, que ven la vida como un gran juego de la oca o de
serpientes y escaleras. Saltan de casilla en casilla, a toda rapidez, pensando:
“Dios, esto no me interesa, esto otro no es útil”.
Y luego hay muchos que no han oído nunca
hablar de Dios. La chispa en su corazón se ha quedado tan diminuta que no
pueden descubrirla.
Los deseos mundanos han convertido a muchas
personas en seres incrédulos a la existencia de una fuerza superior y han
desarrollado el limitado poder de la autosuficiencia, porque creer en Dios
implica obediencia, disciplina y sacrificio para vencer los deseos insanos del mundo.
Y, por último, hay quienes dicen que Dios no
existe o, incluso, que es un enemigo que hay que combatir. Detestan el mensaje
de la Biblia y persiguen a los que creen en él.
Las razones de no creer en Dios son, por lo
tanto, numerosas. El deseo de creer no es automático. A veces lo descubrimos
lentamente, escondido bajo multitud de ocupaciones. Y, además, ¡hay tantas
imágenes falsas de Dios!
Decir que Dios no existe porque en el mundo
hay mucha maldad es como decir que los peluqueros no existen porque en la calle
se ve mucha gente con pelo largo.
Quienes tiene pelo largo es porque no van a
la peluquería, del mismo modo, hay quienes son malos porque nunca buscaron a
Dios, quien primeramente otorga la salvación cuando el ser humano decide
aceptarlo y después el Espíritu Santo nos guía para cambiar hábitos pecaminosos.
El mismo Dios que nos salva nos santifica.
''De modo que si alguno está en Cristo, nueva
criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas'' (2
Corintios 5:17).
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