❍ Frente a escenarios adversos para el tricolor, el
actual diputado federal ha logrado importantes triunfos electorales
ACAPULCO ►
Las razones por las que los priistas parecen haber llegado al consenso de que
Ricardo Taja Ramírez sea su abanderado en la contienda por la presidencia de
Acapulco, no son sino consecuencia de un esquema de depuración en el que los
integrantes de la terna para lograr esa nominación fueron ocupando sus
respectivos casilleros en base a las circunstancias y cruce de intereses.
Independientemente del volumen y peso de la
cargada que cada uno de los precandidatos acumula, lo que se aprecia como el
factor definitorio en la selección del candidato priista para Acapulco, es el
reacomodo en automático de dos de los más fuertes aspirantes a la misma
posición; Julieta Fernández Márquez y Ernesto Rodríguez Escalona.
Aunque los números no le son tan adversos, la
diputada federal Julieta Fernández quedó al margen de la contienda por lógica
política luego de que su esposo, el ex alcalde de Acapulco, Manuel Añorve
Baños, fuera incluido en la lista confeccionada por el PRI nacional para
senadores plurinominales. Es regla no escrita dentro del Revolucionario
Institucional que las candidaturas deben alejarse del modelo monárquico de
privilegiar a una misma familia en términos electorales.
El caso de Ernesto Rodríguez Escalona,
Secretario de Turismo de Guerrero, obedece más a razones personales que de
carácter político. Por motivos particulares que no requieren exponerse
públicamente, Rodríguez Escalona rechazó en tres ocasiones entrar al debate por
la candidatura, a pesar de que los ofrecimientos vinieron del círculo
partidista donde se toman las decisiones clave para el priismo.
Otro de los aspirantes que llegaron a la
recta final aunque no con el mismo peso de los antes mencionados, Fermín
Alvarado Arroyo, se encontró con la probabilidad aritmética de que el PRI se
enfrente el primer domingo de julio al frente integrado por PRD-MC-PAN, y
precisamente Alvarado Arroyo perdió ya una elección municipal contra una
alianza de perredistas y Movimiento Ciudadano.
De hecho, este juego de desplazamientos
reflejó indicios hace apenas dos meses de que el propio Ricardo Taja veía
reducidas posibilidades de lograr la candidatura, en base a que si la postulación
se definiera por influencia de padrinazgo, él prácticamente quedaba
descobijado, ya que cada uno de los tres personajes más influyentes del PRI en
Guerrero; Héctor Astudillo, René Juárez Cisneros y Manuel Añorve Baños, contaba
con su respectivo pupilo.
En este contexto, la nominación de José
Antonio Meade terminó de modificar la estrategia tricolor y, como ocurre en
cada elección presidencial, reubicó por inercia a los priistas en Guerrero.
Por lo pronto, el priismo local comenzó a
operar sus células activistas de manera discreta por aquello de cuidar los
tiempos legales electorales, pero en base a la necesidad de reconocer que
participarán en una contienda inédita. Lo que la militancia del tricolor exige
es candidatos competitivos y con perfil alejado de escándalos públicos y actos
de corrupción.
Para el priismo, el hecho de que Ricardo Taja
haya ganado la diputación local en 2012 contra la apabullante alianza PRD-PT-MC
encabezada por Andrés Manuel López Obrador, y la diputación federal en 2015
cuando todos los pronósticos y encuestas que le otorgaban la derrota frente a
un candidato experimentado y bien posicionado como Germán Farías, es una
aceptable tarjeta de presentación en el proceso electoral del dos de julio.
Sin embargo, de asumir como candidato oficial
Taja no la tiene fácil; frente a un escenario dominado por una percepción anti
priista y un antipeñismo flotando en el aire, no nada más irá contra la alianza
PRD-MC-PAN, sino también confrontará la expectativa del partido Morena y
enfáticamente sus propuestas serán recibidas por un amplio sector ciudadano que
mira con desconfianza a los políticos del color que sean.
En el fondo, el factor Taja requiere de una
agenda con propuestas realistas y trabajo de campo sólido, pero sobre todo
necesita construir delicados enlaces dentro de la nomenclatura priista local
para desterrar sensaciones de ganadores y perdedores en la misma casa.
Al final de cuentas, si los priistas no
entienden que deben caminar juntos, pueden irse despidiendo nuevamente del ayuntamiento
de Acapulco.
Por Miguel Ángel Arrieta
Enero/25/2018
www.libertadguerrero.net
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