ESTRICTAMENTE
PERSONAL
❍ Vericuetos en Veracruz
La salida de Javier
Duarte del gobierno de Veracruz tiene más preguntas que respuestas. La más
intrigante es cómo después de haber pasado los peores temporales, el presidente
Enrique Peña Nieto autorizó finalmente que el secretario de Gobernación, Miguel
Ángel Osorio Chong, le dijera que su tiempo se había acabado. ¿Qué acabó el
blindaje de una complicidad política que se remonta a la campaña presidencial
de 2012? El último episodio, no necesariamente el definitivo, se dio
el martes, cuando Duarte habló con Osorio Chong. ¿Qué negociaron en las dos
ocasiones que se reunieron en sus últimos días al frente del ejecutivo estatal?
Si no hay información sobre esas dos conversaciones, sí hay una consecuencia
pública de ello.
Un
día después de hablar con Osorio Chong, Duarte retó al gobernador electo de
Veracruz, Miguel Ángel Yunes, con quien ha sostenido una vitriólica lucha
política de varios años, a un debate público en televisión, lo que no dejó de
ser extraño. O se volvió loco Duarte, podría uno pensar sin mucho sustento
racional, o la plática con Osorio Chong le aportó información confidencial que
lo envalentonó. Si va de salida, sin fuero y en desgracia pública, porqué
enfrentar a alguien que tiene en su horizonte el inicio del poder más grande
que jamás haya tenido. Yunes, que esperaba que el martes el Tribunal Electoral
calificara su elección y terminara formalmente el proceso, reaccionó de manera
inusual a la salida de Duarte del gobierno.
No
tomó la licencia del gobernador como un triunfo, que para un político hábil y
con oficio como él pudo haberla procesado como una victoria personal, sino que
se mostró a la defensiva, temeroso y, como resultado de esa combinación de
factores, escaló el conflicto. Denunció que el Congreso veracruzano preparaba
acciones para impedir que llegara al poder y anticipó, sin querer abundar, que
el 1 de diciembre, cuando está programado el cambio de gobierno, iba a anunciar
un caso de corrupción contra Duarte que “cimbrará al país”. Yunes tampoco está
loco. Por tanto, uno puede preguntarse, si reaccionó negativamente a un evento
que se le acomodaba positivo, ¿qué hay detrás de la renuncia de Duarte y sus
bravuconadas recicladas para enfrentarlo sin fuero?
Habrá
que ir al gran escenario de la política para buscar claves que ayuden a
entender lo que está sucediendo, y de lo que se habla en el círculo interno de
Duarte: Yunes no llegará a la gubernatura porque será acusado de delitos
relacionados con la corrupción. Yunes niega que la salida de su archienemigo
encierre una negociación del gobierno con el PAN en donde él pueda ser la
divisa de cambio, pero hay señales contradictorias. El miércoles se convocó al
Tribunal Electoral de manera inesperada para debatir la calificación de dos
elecciones que aún no cierran, Aguascalientes y Veracruz.
Los
dictámenes, de acuerdo con personas que los conocen, ratificaban las victorias
de los panistas, pero todo tendría que decidirse con el voto de los magistrados
tras discutirlos. La victoria de Yunes en Veracruz, según funcionarios
electorales, es más clara que la del panista Martín Orozco en Aguascalientes.
El debate no se dio el miércoles y los dictámenes se guardaron, pero la extraña
turbulencia que se dio en el Tribunal en el contexto veracruzano, abrió la
sospecha de una negociación cupular para que Yunes no llegara al poder. Hay
mucha tensión y nerviosismo en Veracruz y la Ciudad de México, que tiene un
doble origen. El político que involucra al gobernador electo de Veracruz y la
penal, que afecta al gobernador con licencia. En lo político, Duarte mostró que
aún defenestrado, mantiene el respaldo de Osorio Chong y del presidente Enrique
Peña Nieto.
El
reto a Yunes fue una primera señal; la segunda, la imposición de su secretario
general de Gobierno, Flavino Ríos, como el gobernador interino para el mes y
medio –o más- que faltan para la transmisión del poder. En lo penal, Duarte
camina sobre una línea muy delgada. Asegura que no hay delito que le puedan
imputar porque él no firmó ningún documento que lo vincule a una ilegalidad,
pero ni su esposa ni su suegro están a salvo. No se puede saber en este momento
si negoció inmunidad para él y para ellos, pero de acuerdo con personas que
conocen a la familia, no son hoy un manojo de nervios. Duarte y su familia
viven de manera alterna en Xalapa y la Ciudad de México, y no han gestionado
amparos que los protejan.
No
sucede lo mismo con otros miembros del grupo compacto de Duarte, al que está
investigando la PGR y el SAT, que sí han buscado protección legal. Duarte dice
no temerle a nada porque nada debe. Uno de sus argumentos es que no firmó nada
de lo que se imputa y dice en privado que fue traicionado por sus
colaboradores, que si incurrieron en actos de corrupción. Sin embargo, existe
la posibilidad legal de que se le pueda establecer la autoría intelectual de
los delitos señalados, por lo que sí podría ir a la cárcel. ¿Será su destino?
Las señales hasta este momento en los vericuetos veracruzanos, son que no. Pero
como están sucediendo las cosas en estos días, su destino no depende de la ley
ni de la justicia, sino de las componendas políticas entre las cúpulas en Los
Pinos y Bucareli, y el PAN, que se están moviendo cada día.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter:
@rivapa
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opinión cuyo contenido refleja el punto de vista del autor.]
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