ENTRESEMANA
❍ Disciplina priísta
[Por Moisés Sánchez Limón]
¿Por
qué senadores y diputados federales priistas asumen el costo político de haber
avalado una propuesta panista que los metió en el embrollo de la Ley 3de3 que
la semana próxima tendrán que enmendar, en acatamiento de la orden
presidencial?
Sin
duda el senador Emilio Gamboa Patrón blofea con aquello de que no se dio cuenta
del momento en que, en la discusión en lo particular de la Ley de
Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos, un grupo de
senadores del PAN incluyó, en el artículo 32 reservado para su discusión,
incisos con la pésima idea de meter en el mismo saco a empresarios
multimillonarios que hacen negocios multimillonarios con el gobierno, en sus
tres niveles, con beneficiarios de programas sociales, es decir, mexicanos
pobres y en extrema pobreza, para entregar y hacer pública su situación
patrimonial.
Gamboa
como César Camacho Quiroz, coordinador éste de los diputados federales del PRI,
amén de presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara baja, no
son políticos de cuño irresponsable que, en esa tesitura, atiendan asuntos de
la naturaleza e influencia y peso político-social como el de la referida ley
que forma parte del Sistema Nacional Anticorrupción.
Los
dos corrieron con el costo político y personal, en esto de la fama publica
cuando el primero dijo que no se dio cuenta de ese gol albiazul que llevó a los
capitanes de empresa y socios en negocios con políticos de las grandes ligas, a
solicitar audiencia con el secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray
Caso, y que éste les abriera el principal despacho de la residencia oficial de
Los Pinos, para que el presidente Peña Nieto los recibiera y atendiera su
solicitud de dar marcha atrás, mediante el veto presidencial (observaciones en
estricto rigor legal), a aquel despropósito legislativo.
¿Se
durmió Gamboa? ¿Fue débil la voz de Camacho cuando avistó aquel despropósito
hace dos viernes? Por supuesto que no. No son bisoños políticos de las ligas
menores y, a reserva de que alguien con conocimiento de causa lo desmienta,
ambos no asumen una postura de suyo delicada en materia legislativa sin
consultar al Presidente de la República, es decir, su jefe y el jefe nato del
Partido Revolucionario Institucional. ¿Alguna objeción?
Y
es que, mire usted, ayer en Guadalajara, Jalisco, Camacho Quiroz asumió una
especie de acto de contrición cuando, en la conferencia de prensa ofrecida
luego de la firma del convenio de colaboración entre el Congreso del estado de
Jalisco y la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, y aludió a la
disciplina priista.
“Me
da mucho gusto venir a Jalisco –dijo-- donde hay una actividad política
intensa, donde el pluralismo llegó para quedarse y donde las y los
representantes populares de origen priista, tenemos claro el papel que debemos
jugar en la toma de decisiones que es crecientemente difícil conseguirla, pero
cuando se obtiene, no sólo nos provoca satisfacción partidaria, personal,
grupal, sino encontramos que está más que justificada la tarea de
representación ante los ojos, ante el escrutinio de todos los jaliscienses.
Y,
cuando le preguntaron acerca del Sistema Nacional Anticorrupción y el Periodo
Extraordinario de Sesiones, que en realidad será un solo día, el miércoles de
la semana próxima, se refirió a la decisión presidencial respecto de aquel
despropósito senatorial que avaló la prisa de los diputados tricolores.
Explicó
que el Presidente de la República, en ejercicio de las facultades que le otorga
la Constitución, formuló observaciones que se conoce como derecho de veto, en
materia del Artículo 32 incisos B y C, y artículos adyacentes, en total diez
que tienen que ver con la obligación central consignada en dicho artículo y los
incisos B y C.
Lo
interesante del caso y que evidencia un singular plan con maña que abrió un
innecesario flanco problemático al presidente Peña Nieto, porque al final es de
su competencia solucionarlo, es que Camacho explicó que “no es posible,
jurídicamente hablando, ampliar la discusión a otros apartados de ley alguna.
De modo que el Senado el martes (5) se reunirá para conocer las observaciones y
pronunciarse”.
Los
diputados, en esa ruta, votarán al día siguiente a favor de la minuta que envíe
el Senado, sin discusión y en un solo sentido, que ayer adelantó Camacho
Quiroz. A saber:
“(…)
sólo hay dos vías, dos posibilidades: si se quiere remontar el veto y dejar que
la ley se quede como está, se necesita una mayoría calificada de dos terceras
partes, es decir, como si fuera modificación constitucional. La otra opción es
allanarse a las observaciones, es decir, estar de acuerdo con ellas.
“Les
puedo adelantar que la posición de la bancada de la que formo parte en ambas
cámaras será el allanamiento. Nosotros creemos que es ajustada a derecho, que
es lógica, que es razonable la postura del presidente de la República, incluso
quiero recordarles que la mañana del viernes, último día del periodo extraordinario,
nuestra bancada adelantó cambios a estas disposiciones jurídicas, después de
advertir que el texto como venía de Cámara de Senadores era, por su ambigüedad,
difícil de aplicar”.
¿Plan
con maña y con qué objetivo? Estaba preparado este escenario de los disensos,
solo lea usted lo que, el día de la votación pensaba Camacho y ayer confió:
“(…)
parecía comprender a sujetos obligados, que no debían, como los beneficiarios
de los programas sociales o quienes reciben becas, es decir, por el cúmulo inmenso
de los obligados de acuerdo a esa redacción haría inoperante la ejecución de
esas disposiciones. He hecho pública la comunicación que mantuve, la noche
anterior a ese día, y la mañana de ese día, con el Consejo Coordinador
Empresarial. O sea, nunca perdimos comunicación con ellos y, siempre, admitimos
que había posibilidades de mejorar la redacción”.
¿Y?
Bueno, en esta especie de acto de contrición, el coordinador de los diputados
federales del PRI refirió que “el presidente propone no cambiar la redacción,
sino eliminar los incisos B y C, aunque nosotros creemos que es posible, es
correcto, es procedente, que los empresarios que prestan servicios al Estado,
que son contratistas de obra pública, que son concesionarios del Estado,
tendrán que aumentar la información con la que cuenta el Estado para checar, el
aumento de su patrimonio y que todos los procesos que generan recursos son
legales” Pues sí, pero la orden presidencial es la orden presidencial y la
disciplina priista es la disciplina.
Un
reportero, no obstante, insistió:
--
A raíz de la discusión de 3de3 y temas como matrimonios igualitarios algunos
manejan versiones de que no todos los diputados del PRI le están respondiendo
ya a lo que propone el presidente, que hay algunos grupos en resistencia o en
rebelión, ¿existen esos grupos al interior de la fracción del PRI?
--Un
asunto de disciplina, ¿no? ...
--Por
eso, claro que sí –acotó Camacho--. Y gracias a la disciplina es que este
partido se mantiene como se ha mantenido, nada más que hay que cuidar no
malentender la disciplina. La disciplina es, al final, un valor compartido,
nadie le impone nada a otros, nos ponemos de acuerdo, por eso somos tan afectos
a dedicarle el tiempo que haya necesidad que hablemos, platiquemos, demos
nuestros puntos de vista y cuando logramos un acuerdo en el grupo, ahí es donde
todo mundo, libremente, decide respaldar la decisión de la mayoría.
¿Problema
elaborado con solución? ¿Qué hora es?, pregunta el Presidente. “La que usted
diga, señor Presidente”. Conste.
sanchezlimon@gmail.com
www.entresemana.mx
@msanchezlimon
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opinión cuyo contenido refleja el punto de vista del autor.]
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