ENTRESEMANA
❍ Ser y parecer
[Por Moisés Sánchez Limón]
¿Qué es peor que un “iluminado”? ¡Dos! Y sin duda, a la izquierda
no le hace falta un “iluminado”, menos un fundamentalista que por el solo hecho
de parecer crea ser.
No, a la izquierda mexicana le falta un líder natural, preparado,
que sea y parezca --hombre o mujer—el adecuado para cohesionar a esta fuerza
ideológica en un partido capaz de pelear tú a tú a derecha y centro la
Presidencia de la República, mas no andar en la bastarda recurrencia de
alianzas con la contra ideológica que la desclasa e instala en la calidad de
satélite, por citar un eufemismo.
En su momento, a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano se le identificó
como enterrador de la izquierda, sepulturero de lo que quedaba del comunismo
mexicano y sus cabezas visibles, no necesariamente líderes de esta doctrina que
devino en una izquierda de lavanda cuando la reforma política de 1977 le abrió
la puerta para abandonar el clandestinaje y la prohibición y sumarse al
Congreso de la Unión.
Y el hijo del general cumplió con su objetivo por encima de las
opiniones y aspiraciones de quienes lo acompañaron en esa aventura política que
devino en la creación del Partido de la Revolución Democrática, sin elementos
de sustancia izquierdista/comunista en su declaración de principios que llevara
a la práctica en el terreno electoral.
Porque Cuauhtémoc se hizo del poder central del PRD, al que renunció
cuando ya se había servido de éste, incluso en sus fallidas intentonas por ser
Presidente de México, pero hizo gobernador a su hijo Lázaro, también al fiel
servidor que fue del clan Cárdenas, Leonel Godoy Rangel y más reciente concretó
con Silvano Aureoles Conejo el plan de mantener la hegemonía familiar,
encaramada en el poder político, en Michoacán.
Empero, margen aparte de los sueños de Cuauhtémoc y de Andrés
Manuel López Obrador, la izquierda en sí, congruente con su dispersión en
corrientes que buscaban el control de la organización central, no aspiró a
ocupar el máximo cargo de elección popular en México, la Presidencia de la
República, hasta que los priistas destacados inconformes con la praxis de
repartir el poder y no tener posibilidad alguna de acceder al control del
partido, renunciaron al PRI en busca de una empresa que fuera redituable y bajo
su control absoluto.
Pero no eran de izquierda, acaso llevaban en el currículum ciertos
brochazos de simpatía con el comunismo y la autoría de textos en los que
analizaban a los movimientos de izquierda, o bien registraban participaciones
en foros internacionales de esa tendencia, como es el caso de Porfirio Muñoz
Ledo, pero Ifigenia Martínez, Rodolfo González Guevara, Cuauhtémoc Cárdenas
Solórzano y poco después Ricardo García Sáinz, Manuel Camacho Solís y el
imberbe Marcelo Ebrard Casaubón, éstos dos últimos, por cierto, que abonaron
financieramente el terreno para encumbrar a Andrés Manuel López Obrador como
dizque líder de izquierda, todos hicieron carrera y se encumbraron en las filas
del Partido Revolucionario Institucional.
Por eso, cuando Jesús Ortega y Jesús Zambrano se hacen del control
del PRD, convirtiéndolo en un corporativo dispuesto a negociar cargos y
recursos públicos con el partido mejor posicionado en el momento y que sirviera
a sus intereses, Andrés Manuel López Obrador y Martí Batres Guadarrama habían
hecho el balance del debe y el haber en sus intereses personales, para luego
abandonar al PRD que no les cumpliría capricho ni necesidad alguna porque ya no
formaban parte de esa cúpula en la que Guadalupe Acosta Naranjo, Carlos
Navarrete y Miguel Barbosa impusieron condiciones y se alzaron como nuevos
ideólogos de influyente peso específico en el cabildeo con el priismo huésped
de Los Pinos.
Sin embargo, en contraste con el absoluto control que tiene Andrés
Manuel López Obrador como presidente del Consejo de Administración del Partido
Movimiento de Regeneración Nacional, Los Chuchos se han hecho de la mala fama
de negociar con el gobierno federal, de forma tal que las consecuencias del
desgaste del partido se registraron en el pasado proceso electoral.
Sí, es cierto que hay entidades en las que su voto duro sirvió a
la causa del Partido Acción Nacional, pero en estricto sentido carece del peso
específico como partido que por sí solo pueda ganar una elección. Y Oaxaca es
el mejor ejemplo.
Por ello, si Agustín
Basave decidió renunciar a la dirigencia del PRD porque, aduce, carece de una
mayoría que lo respalde para poder llevar las riendas del partido, entonces el
partido no se merece ser representado, ni siquiera presidido, por un personaje
que desde aquellos días en que se quedó en la orfandad, cuando su jefe y guía,
Luis Donaldo Colosio fue asesinado, ha coqueteado con el poder público y negociado
espacios como el actual, es decir, la diputación federal que le debe al Partido
de la Revolución Democrática.
Basave refiere
chabacanamente que volverá a su curul, porque pese a los
desencuentros, en especial con Chucho Ortega, no abandonará su militancia en el
PRD y seguirá
luchando desde la Cámara de Diputados para posicionar a su
partido y mejorar las condiciones de México.
Es un contrasentido y despropósito el de Agustín Basave, si como
dirigente por unos meses no pudo más que sumar al partido a la causa del PAN y
no logró evitar el éxodo de perredistas a Morena, cómo diablos pretende
posicionar al PRD si abandona el máximo cargo en este partido porque dice no
tener apoyo. Lo dicho, para ser hay que parecer. Y Agustín parece todo, menos
dirigente de un partido. ¿Quién salvará al PRD? ¿Otro externo ex priista o ex
panista? Digo.
LUNES. La Crónica de hoy cumplió 20 años de existencia en el medio
periodístico nacional. Fui parte de ese puñado de soñadores que en 1996, con
Pablo Hiriart a la cabeza, emprendimos la aventura de hacer un periódico que se
volviera referente. Y lo hicimos. Después vinieron dos personajes que demostraron
ser buenos para los negocios personales, uno de ellos, Guillermo Ortega,
incluso se apropió de mi esquema de crecimiento de Crónica con franquicias, al
grado de aprovechar una solicitud de un líder senatorial, para echarme del
diario –aunque se tardó un año por temor al escándalo-- según cuenta un
personaje cercano a Rafael “El Tiburón”, quien bien sabe cómo se operó para
hacer un negocio personal donde yo planteaba un negocio empresarial que
redituaría en la mejoría de los colegas. A Guillermo lo fueron por esos
etcéteras. En fin, parte del anecdotario. Con reconocimiento a su directiva y
mis colegas, deseo todo el éxito para esa que fue mi casa durante 14 años.
Conste.
sanchezlimon@gmail.com
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@msanchezlimon
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