INDIA ► La amenazas, el acoso y la discriminación no
logran quebrar la voluntad de Santadevi Meghwal, una joven estudiante de 20
años determinada a obtener la anulación de su casamiento, arreglado por sus
padres antes de que cumpliera un año.
Santadevi Maghwal,
condenada al ostracismo y multada por el consejo de aldea, integrado
exclusivamente por hombres, forma parte de un número de mujeres cada vez más
importante que se rebelan contra esa tradición ancestral.
Meghwal tenía solamente
11 meses cuando su familia la casó con un muchacho de nueve años de una aldea
vecina, en el desértico estado de Rajastán, donde las bodas de niños eran
moneda corriente en el pasado.
La joven estudiante
recuerda que vio a su marido por primera vez cuando una amiga, cuya familia
había asistido a la ceremonia 15 años antes, le señaló a un hombre borracho que
gritaba insultos delante de la escuela.
"Mi amiga se dirigió
hacia mí y me dijo: 'mira, es tu marido'", rememora Meghwal, que recuerda
que salió corriendo hacia su casa para preguntarle a sus padres si era cierto.
"Les pregunté: ¿Por
qué me casaron así?", cuenta sentada en un banco de la universidad de
Jodhpur, donde culmina estudios de arte.
Aunque la práctica es
ilegal, millones de niños son casados de esa forma en las zonas rurales pobres
de India.
Alrededor del 50% de las
mujeres de entre 20 y 24 años declaran haber sido casadas antes de alcanzar la
edad legal de 18 años, según cifras oficiales.
Esa costumbre es
particularmente marcada en Rajastán donde los poderosos consejos de aldea,
integrados por hombres de una misma casta, dirigen en forma autoritaria la vida
social.
Sin embargo, poco a poco
los jóvenes comienzan a rebelarse, exigiendo la anulación de esos matrimonios,
con el apoyo de una ONG local y del gobierno.
Meghwal tendría que
haberse ido a vivir con su marido a los 17 años pero cuando sus suegros
vinieron a buscarla, se negó a acompañarlos.
De esa forma inició una
larga lucha contra el consejo de aldea, que le hace sufrir numerosas
represalias.
El consejo prohibió a
Meghwal y a su familia participar en la vida pública.
Su padre, un albañil, fue
condenado a pagar una multa de 1,6 millones de rupias (25.000 dólares, 21.500
euros) que no puede pagar.
En mayo pasado, Meghwal
pidió ayuda a la ONG Sarathi Trust, que trabaja para anular los matrimonios
arreglados y, hace tres años, obtuvo una primera victoria judicial.
"Un rayo de
luz"
"El casamiento de un
niño es como un cuarto oscuro. Y en el interior encontramos un rayo de
luz", cuenta Kriti Bharti, directora de Sarathi Trust, refiriéndose a un
artículo desconocido de una ley que permite la anulación de los casamientos
arreglados.
En los último tres años
Bharti obtuvo la anulación de 27 casamientos en Rajastán, una opción más rápida
que el divorcio y menos costosa socialmente para las mujeres.
Con el consentimiento de
ambas partes y una prueba de su edad, las mujeres evitan ser apartadas de la
comunidad, como sucede con el divorcio, explica Barthi.
Meghwal espera obtener la
anulación de su matrimonio a pesar de la oposición de su marido, con quien
nunca vivió y que amenaza con secuestrarla.
Cada año, al celebrarse
la fiesta religiosa de Akshaya Tritiya, propicia a los casamientos en India,
las autoridades lanzan operaciones contra las bodas de menores.
En Rajastán, la policía y
los asistente sociales interrumpen las ceremonias e incitan a los sacerdotes y
a los comerciantes a no trabajar para las bodas de menores.
Esas campañas y la ayuda
financiera a las familias permitieron reducir los matrimonios infantiles.
Sin embargo, Joachim
Theis, responsable del programa de protección de la infancia de la UNICEF en
India, piensa que terminar con esa práctica llevará muchos años.
Las familias perpetúan
esa tradición con la esperanza de que su hija sea mantenida por los suegros.
También optan por el
matrimonio infantil para evitar que sus hijas tengan relaciones sexuales antes
de la boda, un tabú en India.
Además consideran que de
esa forma estarán menos expuesta a agresiones sexuales.
Pero para las jovencitas,
esa tradición es una catástrofe. Muy a menudo se ven obligadas a abandonar la
escuela, a quedar confinadas en el hogar. Además quedan embarazadas muy
jóvenes, algo nocivo para su salud y la de sus hijos.
"Esas jóvenes
reciben menos educación, tienen más dificultada para educar a sus hijos y están
más expuestas a la violencia", dice el responsable de la UNICEF.
Meghwal, que aspira a ser
profesora, quiere demostrar a la comunidad que ella es la única responsable de
su modo de vida.
"Me casaré un día,
pero después de haber terminado mis estudios y conseguido mi
independencia", dice con lágrimas en los ojos.
Fuente: AFP
Octubre/19/2015
www.libertadguerrero.net
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