ENTRESEMANA
Las despensas de Heladio
Por Moisés Sánchez Limón
Ya sabe usted cómo son los políticos. Dicen por los rumbos de Chilpancingo que las toneladas de artículos personales y despensas destinadas a damnificados guerrerenses por los huracanes “Ingrid” y “Manuel”, encontradas pudriéndose en una bodega propiedad del DIF del gobierno del estado de Guerrero, eran parte del arsenal dispuesto para abonar en la campaña del hijo del gobernador Ángel Heladio Aguirre Rivero, conocido como Angelito Aguirre Herrera, que quiere ser alcalde de Acapulco.
Dicha ayuda debió haberse entregado en septiembre del año pasado pero --he ahí el meollo del trascendido-- por aviesas razones fue almacenada en espera de darle un mejor uso que ir a apaciguar la necesidad de miles de guerrerenses que, en un buen número de municipios, entre ellos Acapulco, pasaban severos problemas por falta de alimento y cobijo.
La versión tiene públicos elementos de sustento por la vertiginosa trayectoria política del treintañero Aguirre Herrera, con soportes en compadrazgos, favores o, sin duda, una simple recomendación de su señor padre y actual gobernador del estado de Guerrero, Ángel Heladio Aguirre Rivero, una de cuyas características es pedir favores y luego olvidarse de los autores de éstos.
Ser presidente municipal de Acapulco, pocos años después de desempeñarse, efímeramente, como secretario particular del entonces alcalde Manuel Añorve Baños, su tío para más señas, es un sueño que indudablemente trae Angelito en su plan de vida política en el corto plazo. Y, bueno, por ello no es descabellada la versión de que las despensas en encontradas en una bodega del DIF que la señora Laura del Rocío Herrera de Aguirre preside, como esposa del góber Ángel Heladio.
Lo que no es un trascendido, es el criminal acto de embodegar despensas destinadas a mitigar el hambre de miles de guerrerense. En su artículo 134 la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos determina:
“Los recursos económicos de que dispongan la Federación, los estados, los municipios, el Distrito Federal y los órganos político-administrativos de sus demarcaciones territoriales, se administrarán con eficiencia, eficacia, economía, transparencia y honradez para satisfacer los objetivos a los que estén destinados (…) Los servidores públicos serán responsables del cumplimiento de estas bases en los términos del Título Cuarto de esta Constitución”.
Historias de corrupción en torno de la ayuda brindada a mexicanos en desgracia se han escrito con recurrencia en México, como fue con la destinada a los damnificados de los sismos de septiembre de 1985 y que luego fue encontrada en puestos de Tepito y tianguis de la periferia, en el caso de mantas, ropa, casas de campaña y otros enseres materiales, amén de que alimentos y medicinas se echaron a perder en bodegas debido a la negligencia de funcionarios públicos que nunca fueron sancionados, pero sí premiados con cargos públicos.
La galopante impunidad y el uso indiscriminado y ofensivo de ayuda social con fines políticos y partidistas, ha llevado a legislar sanciones como las previstas en el Código Federal es Instituciones y Procedimientos Electorales. Vaya, hasta la Secretaría de Desarrollo Social, frecuentemente acusada de medrar políticamente con los programas sociales, elaboró su “Guía Anticorrupción”, que a decir verdad es un dechado de buenos deseos.
Por ello, a la vista de esta insultante maniobra de almacenar alimentos hasta que se echaron a perder, convirtiéndola en un acto criminal, ¿quién será sancionado penalmente? Por supuesto no la señora Laura del Rocío y menos su marido el góber Aguirre Rivero, quienes repetirán que nada sabían de esto.
Sillas de rueda, cajas con latas de frijol, atún, sardina, harina, chilorio, leche líquida, en polvo, fórmula para recién nacidos, papel higiénico, toallas sanitarias, arroz, lentejas, lechera, cubetas de plástico y agua embotellada entre otros productos, se encontraron en una bodega del DIF estatal en la colonia Jardines del Sur, de la capital guerrerense. Las crónicas cuentan que productos como leche líquida y alimentos enlatados caducaron a principios de enero pasado. ¿Por qué no se repartieron en septiembre de 2013?
Lo peor es que algunas despensas empaquetadas, estaban rotas porque fueron dejadas a la intemperie, amén de que las ratas ya habían roído empaques. Las despensas fueron donadas, entre otros, por el gobierno del Estado de México y los municipios mexiquenses de Tecámac y Metepec, del Conalep Xochimilco, la Fundación Telmex y organizaciones civiles mexicanas y extranjeras.
Por supuesto, el “hallazgo” de las despensas almacenadas igual tiene su condimento político, porque casualmente lo hicieron integrantes de la Asamblea Popular de los Pueblos de Guerrero (APPG). Lo indignante y criminal es que esto ocurra en un gobierno estatal cuyo responsable se ha rasgado las vestimentas en actos de supuesta honestidad y una ñoña actitud de autosuficiencia de control gubernamental.
¿Habrá sanciones penales contra los funcionarios responsables de este acto criminal? Lo dudo porque las despensas de Heladio tienen un blindaje de impunidad insultante. ¡Ah!, pero ahí viene el proceso electoral intermedio de 2015. Las urnas son cabronas. Conste.
sanchezlimon@gmail.com
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