El olvidado Manuel Buendía…
Después de nacer, todos hemos de morir cuando nos toque, ni un minuto antes ni uno después…
La diferencia está en que a algunos les quitan la vida anticipadamente y entre ellos estuvo el tan leído como temido columnista free lance de tiempos del sexenio de Miguel de la Madrid Hurtado Manuel Buendía Tellezgirón, con cientos de miles de lectores admiradores, pero con algunos enemigos poderosos entre los que se contaban algunos ex gobernadores.
El crimen de Estado perpetrado al anochecer del miércoles 30 de mayo a la entrada del estacionamiento público de Insurgentes Centro donde tuvo sus oficinas, fue ejecutado por elementos de la entonces tan temible Dirección Federal de Seguridad comandada por el hidalguense José Antonio Zorrilla Pérez, improvisado en tareas policiacas y de espionaje político que se deslumbró con las mieles del narco amafiado con funcionarios y políticos de altura.
Manuel Buendía cobraba sueldo en la DFS y se hizo hasta “compadre” de Zorrilla Pérez, por eso le reveló que el columnista Jack Anderson del Washington Post planeaba un nuevo ataque mediático contra el Presidente de la Madrid, publicando la lista de una docena de personajes ligados al narco que eran muy cercanos y hasta parientes del mandatario.
Tiempo antes Buendía había secundado a Jack Anderson en la versión de un supuesto depósito de millones de dólares en Suiza, por eso le creyeron que la única manera de evitar una nueva denostación sería “aportar” la suma millonaria con que se compraría el silencio del periodista extranjero.
Don Manuel era mi conocido y vecino de Lindavista y como a dos o tres otros colegas suyos más, nos confió sus temores fundados por si las dudas…
Para la óptica de Los Pinos y Gobernación, lo adecuado sería simular acceder al chantaje y capturar en flagrancia a los dos extorsionadores de la pluma y acusarlos de todo lo posible además de espionaje.
Así se planeó el “Operativo Noticia” a cargo de la DFS, darían parte del dinero y seguirían a Buendía rumbo a la Columna de la Independencia junto a la Embajada de los USA, donde entregaría el botín en las calles de Río Lerma.
El hombre pone y Dios dispone, pero se aparece el Diablo y todo lo descompone, “alguien poderoso” enterado por un ex escolta le informó de la tirada a un hombre poderoso que ofreció una recompensa especial, para que en medio del operativo mataran a Manuel Buendía, eso lo averiguaba particularmente Don Miguel Nazar Haro en su agencia privada.
Cumplieron la consigna extraoficial y huyeron con el dinero hacia Morelos auxiliados por motociclistas acróbatas de la DFS; se armó uno de los mayores escándalos políticos de ese sexenio y el gremio periodístico se puso de uñas alegando un artero ataque a la libertad de expresión, hostigando al Presidente de México y al Secretario de Gobernación Manuel Bartlett Díaz, que arbitrariamente pusieron la investigación en manos de Zorrilla Pérez, al que el eficaz Director de Averiguaciones Previas de la Procuraduría del DF, Abraham Antonio Polo Uscanga y su equipo cercano siempre tuvieron como primer sospechoso de la coautoría intelectual.
Miguel de la Madrid hasta creó una Fiscalía Especial en 1988 para taparle el ojo al macho y ofreció una recompensa de quinientos millones de pesos de aquel entonces, pero la finalidad era disimular y alejarse de la verdad del fallido operativo, abriendo líneas de investigación de la A a la Zeta dejando transcurrir el tiempo hasta que terminara el mandato.
El 6 de junio de 1988, EDAMEX me publicó una novela sobre el Caso Buendía aportando pistas para atrapar a los asesinos, pero fue hasta que cambió el sexenio que el Procurador del DF, Ignacio Morales Lechuga y Federico Ponce Rojas tomaron en cuenta el texto y el 13 de junio de 1989 capturaron en Las Lomas de Chapultepec al sospechoso Zorrilla Pérez, consignándolo como coautor intelectual y a varios de sus comandantes y agentes de la DFS como coautores materiales.
El dinero de la recompensa fue desdeñado y donado para que se creara un fideicomiso de ayuda a viudas y huérfanos de periodistas caídos en cumplimiento del deber. La mitad se la dieron pues a Doña Dolores Avalos viuda de Buendía, la vecina amiga de mi madre y con el resto crearon la Fundación Manuel Buendía que algunos han explotado por casi ya tres décadas.
El gremio se empeñó en fabricar un mártir de la libertad de expresión, alharaca por un tiempo solamente, como cada que matan periodistas por angas o por mangas y las autoridades fabrican versiones inverosímiles o no muy creíbles de líos de faldas o de supuestos nexos con mañosos.
Les meros amigos más cercanos de Buendía se quedaron calladitos o negociaron su silencio, pero de todos modos se logró justicia parcialmente y algunos pagaron los platos rotos, pues los exactos autores materiales fueron prontamente borrados del mapa.
Asesinaron al Maestro y mi vecino Don Manuel, pero aprendí que la muerte de un periodista jamás será el silencio de las ideas, de paso nací como novelista policiaco…lamentablemente para mí, en varias obras mataron a personajes de los que hablé, pero jamás me quedo cruzado de brazos.
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