El periodista debe mantenerse cercano a la sociedad, plantea
Silvia Otero y Alberto Morales | El Universal
CIUDAD DE MÉXICO.- Los violentos, los delincuentes, tratan de anular a la gente a través
del miedo, y quienes ejercen el periodismo no están exentos de que éstos
pretendan acallarlos, y el principal problema en los países donde los
comunicadores son objeto de agresiones es que la mayoría de los casos
quedan impunes.
El colombiano Javier Darío Restrepo, decano del periodismo
internacional, indicó que en medio de la violencia como la que vive
México se debe entender que el gran objetivo que tienen estos grupos
(del crimen organizado) es inhibir a la sociedad, “el terrorista no
busca tanto matar a la gente sino anularla a través del miedo”.
Al reunirse con directivos, editores y reporteros de EL UNIVERSAL para
hablar sobre la ética que debe regir su actuar y los riesgos inherentes
del oficio, dijo que la misión aún en medio de conflictos y violencia es
“abrirle los ojos a la sociedad de lo que sucede ahí, por tanto, la
mirada del periodista no debe estar alterada por el miedo”.
Con 52 años de trayectoria, en muchos de los cuales trabajó como
corresponsal de guerra además de cubrir la violencia marcada por el
narcotráfico en su natal Colombia, Restrepo destacó que el periodista
debe identificarse con la gente, debe ser cercano a la sociedad de su
país, de lo contrario la muerte, amenazas, agresiones y vejaciones
contra los comunicadores les resultaran indiferentes y eso puede
conducirlo a la impunidad en los hechos.
Lamentó que en cada caso contra periodistas “siempre la misma nota es la
impunidad”, la diferencia la marcan cuando la sociedad también se
siente agraviada por igual.
Es crucial que medios de comunicación y sociedad interactúen, que la
gente tenga espacios en ellos, encuentren sus historias, lo que les
interesa.
El también escritor de obras como Ética para Periodistas y El Zumbido y
el Moscardón asegura que en la peor de las guerras, como decía el
periodista polaco Ryszard Kapuscinski, los reporteros “deben encontrar
las perlas”, los casos, las historias de la gente que hablan de piedad y
solidaridad, en el basurero que son los conflictos armados.
Un error es creer que la violencia y la muerte son la noticia del
momento, son la nota, pero no la más importante, el periodismo ha
fallado al presentar hechos aislados y no el proceso, porqué la sociedad
tiene la necesidad tiene de entender qué es lo que pasa cuando hay una
matanza, sus consecuencias, y entender que eso no debió ser así.
“Los periodistas no somos cronistas del presente, sino de un futuro que comienza”.
Profesor de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano y asesor en el
Consultorio Ético, advirtió que “hay palabras que están armadas y pueden
estallar. Son las palabras que el periodista utiliza dándole el mismo
sentido que los violentos. Por ejemplo, las personas que la guerrilla
mantiene en la selva cómo les vamos a llamar: prisioneros de guerra,
rehenes, secuestrados. Sin duda el reportero debe hablar de rehenes”.
Ante el dilema de si un delincuente debe ser exhibido o no ante los
medios antes de un juicio, dijo que muchos condenan periodísticamente a
un presunto asesino, pero lo más preocupante es cuando un periodista se
niega a aceptar que un asesino tiene derechos humanos.
“Eso es porque lo he condenado no sólo judicialmente sino como persona.
Algo que debe constituir al periodista es ser respetuoso de los derechos
de toda persona, eso le da respetabilidad y poder moral”, dijo.
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