Cumplir sin cumplir
APUNTES DE UN VIEJO LÉPERO
Jeremías Marquines
Se podría decir que han estado de hueva las últimas dos semanas del gobierno de Ángel Aguirre. Aparte de forzados actos propagandísticos como la visita a los comuneros que se oponen a la construcción de la presa La Parota, lo único que ha roto la apatía gobiernista de Guerrero es la sempiterna violencia a la que desafortunadamente se están acostumbrando los ciudadanos.
Tras varias semanas de aguantar críticas sobre imposiciones y simulaciones en los nombramientos del gabinete (donde hubo una mediana intención de cambio, pues en algunas partes el gobernador hizo correcciones, aunque en otras sólo malabareó para marear a sus críticos), ahora todo parece indicar que don Aguirre, su clan y el PRD, ya han superado, por fuerza de ignorarla, la crisis ética de los nombramientos familiares.
En el futuro, para evitar problemas y malos entendidos con el PRD, y la nueva sociedad de Guerrero, Aguirre tiene que dejar de escuchar a sus azesores lacayos que hasta el momento sólo problemas le han ocasionado sus consejos. Es reprobable que estos supuestos azesores se dediquen a publicar cartas y opiniones en los periódicos para atacar a los críticos del gobierno. Estos merolicos de palacio deben dejar de defender al gobernador y aportar soluciones efectivas y verdaderas a los distintos problemas que se le presentan como jefe del Ejecutivo estatal, no como cabecilla de un grupo de amigos.
En nada ayudan a su jefe con tratar de desacreditar y ocultar los problemas de la sociedad y la critica al gobierno. Por el contrario: mentirle a la sociedad, tratar de timarla con verdades a medias, con promesas que saben no van a cumplir, con cargos inventados, sin presupuesto y sin lugares físicos de trabajo, porque suponen y, suponen mal, que la gente es pendeja, sólo les traerá graves problemas en el futuro.
Aguirre debe abandonar su política de la ambigüedad, de la simulación, y debe exigirle a su secretario de Gobierno que haga un esfuerzo descomunal por mentir menos. Es decir, un buen mentiroso debe tener buena memoria y este amigo ya la perdió hace mucho.
El estilo priista de gobierno, donde a nadie se le dice no pero tampoco se le cumple, ya no es popular en la sociedad actual asqueada de esas prácticas. El gobernante que piensa sustentar su popularidad en la mentira y la simulación, está condenado a fracasar porque en la actualidad, las mentiras del gobierno duran mucho menos que antes.
Por esta razón, Aguirre y sus funcionarios priistas están obligados a cambiar sus formas de hacer política y gobierno. Son ellos y no la sociedad quienes deben adaptarse a nuevos sistemas de valores. No es lo mismo ser gobierno en los tiempos sin Auditoria Superior de la Federación, sin internet y sin redes de cómputo y en una sociedad sometida, que ahora, donde sólo la flojera, la autocensura y la apatía mental limitan la opinión pública.
Pese a todo, Ángel Aguirre no es un mal gobernante. Hay suficientes indicios de que tiene la voluntad de hacer un bueno gobierno. Pero el problema no es él, el problema que tiene son los amigos que lo circundan, son las voces que le susurran idioteces, todas encaminadas a ofender a la sociedad. Son aquellos a los que el poder los vuelve idiotas y se olvidan que sólo va a durar cuatro años. Son esas voces miserables ancladas a una moral de esclavos, esos son los riesgos para Aguirre. El éxito de su gobierno dependerá de qué tanto escuche esas voces ambiciosas que le recomiendan no ceder, no cambiar, no corregir, no cumplir, no hacer justicia, simular, mentir.
Una verdad fundamental, es que la sociedad de Guerrero espera mucho de su actual gobernante. Tienen confianza en que Aguirre cumplirá bien a lo que se comprometió, sin salidas cantinflescas como a veces pasa. Cumplir compromisos, promesas y acuerdos, genera confianza en una sociedad lastimada por la mentira y la simulación de los políticos priístas y garantiza mejores logros electorales en el futuro para el partido que lo postuló.
A propósito, el reloj electoral del país ya está en marcha hacia el 2012. La dirección que tomen los candidatos presidenciales del PRD, modificará sustancialmente la vida política del estado y la forma del actual gobierno. Hasta ahora, Ángel Aguirre ha venido apoyando al jefe de Gobierno de la ciudad de México, Marcelo Ebrard, y discretamente empatiza con el grupo de Armando Ríos, con el que podría empujar candidatos en lo local.
Sin embargo, todo indica que Ebrard no será el candidato del PRD para el 2012. El tiempo político es de Andrés Manuel López Obrador y las propias condiciones de desgaste social lo están empujando para encabezar una candidatura de restauración nacional. Esta vez, la situación geopolítica le favorece y en la Casa Blanca no ven mal que esta vez sí pueda ser presidente de México.
En consecuencia, lo que veremos más adelante es a un López Obrador distinto, y los debates que propuso Marcelo le servirán de plataforma para dar a conocer su nueva imagen. En Guerrero, lo que conviene a los distintos grupos políticos del PRD es ir fortaleciendo la candidatura del tabasqueño, pero para que la gente comience a sumarse, será necesario que Obrador sustituya a los mediocres mafiosos que nombró como sus representantes en este estado. Flojonazos como Eloy Cisneros no garantizan que a este movimiento se sumen más gentes de la sociedad civil.
Lo interesante de ver en el futuro, es si el gobernador de Guerrero apoyará a Obrador luego de que haya derrotado a Marcelo Ebrard, o de plano se mantendrá en la ambigüedad como bien lo sabe hacer, y en secreto mandarle besitos al que sea candidato del PRI a la Presidencia. Por si acaso, como corresponde a la moral política priista.
LA CONTRA
Radio y Televisión de Guerrero se comienza a ver distinta. Lo único malo es que su programación se esté convirtiendo en un gran boletín para la propaganda del gobernador. Ni siquiera había pasado un mes de gobierno y ya estaban transmitiendo programas especiales sobre la experiencia de gobernar con Ángel Aguirre. ¿Pos de dónde? Con más calma mis chavos. Con los segmentos noticiosos es lo mismo, sus locutores son de una hueva galáctica que ofende y da nauseas. La televisión es dinamismo, es velocidad, es novedad, todo lo contrario aburre.... Los trabajadores del Instituto Guerrerense de Cultura (IGC), exigen que la nueva directora Alejandra Fraustro, no ratifique a los antiguos funcionarios zeferinistas. Un odio particular se ganaron a pulso las funcionarias abusivas Angélica Gutiérrez, Nelly Bello y su marido, así como el contador Juan Martínez Lázaro, y la secretaria Leopoldina Cuenca. Mantenerlos en esa institución representa una verdadera ofensa para los trabajadores y la propia comunidad cultural que fue maltratada cientos de veces por estas personas. La nueva titular debería preguntar antes, y sobre todo, reunirse con la comunidad cultural del estado para conocer la situación de los creadores guerrerense. También hay muchas quejas de los trabajadores de esa institución en el sentido de que la nueva titular se la pasa turisteando junto con sus amigos que ha traído del Distrito Federal, a los que ya acomodó en las carteras más importantes, y no se ha interesado por los problemas y los proyectos a los que se comprometió el gobernador en campaña. Al igual que Zeferino Torreblanca, Ángel Aguirre menosprecia al sector cultural del estado colocando a personas prepotentes que ni siquiera quieren reunirse con los trabajadores... El diputado borrachín, Faustino Soto Ramos, penosamente presidente de la Comisión de Gobierno del Congreso Local, quiere que todo el peso de la ley caiga sobre unos militares que lo detuvieron para una revisión de rutina a las cinco de la mañana, cuando salía de una gran peda que se puso en la Expo-Feria de Tecpan. El susodicho dice que los militares lo maltrataron, le hablaron muy fuerte y sin respeto a su cuasi divina investidura, en lugar de andar buscando disculpas, debería darla a sus electores por su comportamiento hostil y prepotente cuando se embriaga.
0 comments :
Publicar un comentario
Por favor, ingresa tu correo electrónico para poder contactarte posteriormente... Gracias por visitarnos.