COLUMNA DE OPINIÓN
DIGNIDAD Y SOBERANIA
DIGNIDAD Y SOBERANIA
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Pascual. |
Carlos Pascual, embajador de Estados Unidos en México, tras una estadía de más de 18 meses en el país, renunció a su encargo que le confirió el presidente norteamericano Barack Obama, al no soportar más las presiones que le sobrevinieron poco después de que el presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa, hizo público su inconformidad por el proceder del representante diplomático norteamericano al interferir en la política interna del país y proferir una serie de señalamientos respecto a la forma como el gobierno federal maneja sus conflictos y problemas, sobre todo, los que se refieren a la seguridad nacional, el crimen organizado y particularmente el narcotráfico.
Pero, la gota que derramó el vaso fue sin duda alguna que el ahora ex embajador Pascual, descalificó la forma como trabajan las fuerzas armadas y en particular el ejército mexicano en su combate contra las mafias del narcotráfico. Lo que se le olvidó a Pascual y quizá a muchos, es que cuando el ex embajador profería una serie de señalamientos o insultos contra las fuerzas armadas de México, estaba, agrediendo a la figura presidencial en directo, pues se le olvidó o quizá no quiso recordarlo, que en este país, el ‘’jefe supremo de las fuerzas armadas de México’’ es el presidente de la República. Ni más ni menos. La agresión no podía dejarse pasar y mucho menos cuando ya se sabía la forma como el embajador hacia su trabajo (con doble lenguaje) y con una abierta intervención en los asuntos que competen ser discutidos y solucionados por el pueblo y el gobierno mexicano.
No fue cosa menor, aunque se quiera desviar la atención respecto a otras cuestiones de menor calado político.
Carlos Pascual, con todo y que es un académico connotado, es de una insensibilidad tal que lo llevó a cometer una serie de errores en su trabajo en tan poco tiempo. Tenemos recuerdos nada gratos de otros embajadores de mayor o menor calaña que Pascual quienes también hicieron de su trabajo en la embajada una especie de ‘’espías en conflicto’’, aunque se salvaron de ser descubiertos porque todavía no existía ni el internet mucho menos las redes sociales y era impensable que el imperio fuese víctima de robo de información privilegiada y que dio origen y sustento a los mensajes de Wikileaks.
Pero lo que tratamos de explicar aquí es que el presidente Felipe Calderón Hinojosa actuó como un mandatario que sabe muy bien que su cruzada contra el crimen organizado y el narcotráfico en particular va en serio y que no tiene dobleces en cuanto a su discurso y su actuación, pues caso contrario, los norteamericanos ya hubiesen denunciado al mandatario mexicano y con sus habituales filtraciones lo hubiesen expuesto ante la opinión pública nacional e internacional.
Y es que la actuación de Calderón—y no es que quiera quedar bien con él—no debe sorprendernos en cuanto a la forma como se ha expresado ante los vecinos del norte, pues habría que recordarles que cuando asistió a la cámara de representantes de EU y dio su alocución ahí, exigió a los legisladores que se solidarizaran con el combate contra el crimen organizado y advirtió que las armas que se envían desde Estados Unidos a México sirven para matarnos y que quizá algún día, ‘ojalá y no ocurra así’, pudieran quitarle la vida a un norteamericano.
No fue una premonición de Calderón ni un deseo cumplido, pero hace pocas semanas, un alto funcionario de las corporaciones de seguridad norteamericana fue abatido a balazos y pocos días después de este hecho se reveló que el arma suicida había sido traída a México ilegalmente desde los Estados Unidos. No se diga lo que sucedió después, pues el gobierno norteamericano se desgarró las vestiduras y atacó en forma inusual a los criminales que se mueven al interior de ese país. Los detuvo y los encarceló y lanzó la advertencia que los criminales que habían quitado la vida al agente norteamericano en México iban a pagar caro su proceder. Fechas después el gobierno mexicano dio con los presuntos responsables del crimen contra el agente estadounidense lo que provocó que se bajaran los ánimos coléricos de los vecinos del norte contra el gobierno del presidente Calderón..
Pero al parecer, si en México las fuerzas del orden no se ponen de acuerdo para realizar los operativos exitosos contra el crimen organizado, en Estados Unidos las agencias de servicios de inteligencia y de seguridad tampoco están bien coordinados y existen lagunas que se parecen más a los océanos en cuanto a la forma como actúan una y otras corporaciones, sin atender los protocolos que se crearon a consecuencia de los actos terroristas que sufrieron en el ya lejano año del 2001.
El próximo 11 de Septiembre se conmemorarán los primeros diez años del atentado contra la unión americana, años que al parecer han transcurrido de noche porque el gobierno Obama no ha logrado que sus corporaciones de inteligencia y de seguridad nacional se coordinen bien. Una muestra de lo que decimos es el hecho irresponsable y criminal de funcionarios norteamericanos quienes dentro de un plan estratégico para combatir a los narcotraficantes prohijó la venta y el contrabando de armas, lo que se conoció posteriormente como operación ‘’Rápido y Furioso’’.
¿Con que calidad moral los americanos del norte pueden acusar a las autoridades mexicanas de no cumplir con su trabajo en forma eficaz y eficiente?.
¿Pueden ellos decir que están haciendo lo correcto o podemos decir que no solo no cumplen con su trabajo de impedir el tránsito de armas hacia el sur sino que lo fomentan y lo protegen como ha quedado demostrado y comprobado?.
Muchas cosas han sucedido en forma irregular en los últimos años en la relación de México con los Estados Unidos. Pensábamos que con la llegada de Obama, la cosa podría cambiar para bien, pero por lo visto esto no ha sido así. La muestra es sin duda la renuncia del embajador Carlos Pascual. Ahora tendremos que esperar que el sustituto sea un diplomático de carrera, responsable y conocedor de la forma como se manejan las cosas en México y cuáles son todavía los asuntos que no pueden ser abordados por los extranjeros so pena de sufrir las consecuencias que padeció el ex embajador.
Lo cierto es que no debemos decir que la renuncia de Carlos Pascual fue un triunfo de México, sino más bien, un error enmendado por el presidente Obama y su secretaria de Estado, Hilary Clinton. A ellos corresponderá designar al nuevo embajador y al presidente Calderón aceptarlo.
Por lo demás, creemos que México necesita de Estados Unidos y Norteamérica necesita de un socio como México. Por lo tanto las agendas deben quedar debidamente coordinadas y los funcionarios de uno y otro país puedan entenderse bien para dar como resultado que el crimen organizado no se continúe fortaleciendo y que el problema de la migración sea atendida desde la óptica de las necesidades mutuas y se eviten los actos inhumanos de la patrulla fronteriza donde la dignidad y los derechos humanos son pisoteados sin que haya consecuencias legales, políticas y morales contra quienes cometen estos actos de barbarie.
Abonemos a la buena vecindad y a que el presidente Obama pueda en realidad lograr su objetivo de sensibilizar al congreso norteamericano para que el problema de la migración sea incluida dentro de la agenda nacional para el 2011-2012 y pueda resolverse de la mejor manera, sobre todo, favorablemente para los países involucrados.
Periodista y Analista Político*
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