Acapulco: más cerca de la gentrificación que del mar - Libertad Guerrero Noticias

Acapulco: más cerca de la gentrificación que del mar

🔘 Acapulco: más cerca de la gentrificación que del mar
Por Ian Solís 
ACAPULCO, GRO. (16/Julio/2024).- En el área litoral más bella de toda la república mexicana, aún persisten con oficio vehemente los resquicios del Huracán Otis. Habiendo ya pasado siete meses de aquella penumbra que se aperturó la madrugada del 25 de octubre, y que aún hoy día sigue siendo visible el resto de una de las más grandes catástrofes que se han fraguado en el puerto.

Ante esto, la clase obrera, con ese ahínco que tanto nos identifica a los costeños, se empecinó a sobreponerse ante la adversidad, con bríos que sólo entiende quien pasa luengas jornadas bajo el lucero del alba que otros por estas fechas disfrutan, en su camastro con coco en mano. Muestra fehaciente del perfecto quiasmo que supone muchas veces una actividad que para el turismo (objeto que nos percibe desde la otredad) es deleite puro, mientras que para “los nadie”, como bien señala Galeano, perciben no como una actividad recreativa y para vibrar alto, pues resulta burdo equiparar al sol de las dos de la tarde en pleno masaje tailandés, para quien lo recibe y se postra ante el sol con una duración de aproximadamente cuarenta minutos para después regresar al hotel, sumergirse en la alberca por el calor incesante y para quien, con sus manos con las que ofertó dicho masaje, tiene luego de servirte, la necesidad de reanudar su peregrinaje diurno (sin bloqueador Avène) en busca de nuevos clientes que constantemente le están regateando sus precios, tratando como mancebos y que para colmo, todavía tienen la osadía, de bromear: Ay, ¿está bien bonito vivir aquí verdad? a mí me encantaría, me la pasaría todo el día en la playa.

Pero aquí la gente no se achicopalan, con todo y que académicos expertos en economía y turismo, encabezados por Leo Zuckermann, hayan cuestionado si valía realmente la pena reconstruir el puerto. Afirmando en cadena nacional que hoy en día el modelo de turismo ha cambiado, que Acapulco se estancó en los mozos años cincuentas, donde aún figuraban grandes artistas hospedados en el hotel Boca Chica, y grandes filas abarrotaban la autopista en la entrada por La Venta, deseosos de adentrarse a lo que fue la primera gran perla del Pacífico, pero que, inclusive antes del huracán, toda la industria hotelera que se nos vende como el principal activo del puerto se encontraba ya en declive total. Desde entonces, la retórica de buscar nuevas directrices para la economía del puerto no se ha hecho esperar; los grandes jerarcas y especialistas en el área se han atrevido a pronunciar gentrificación como una medida desesperada por salvaguardar sus intereses, renuentes a únicamente observar el lado de valuación en la moneda, y no del otro, donde se postra el águila de la nación, y que, de efectuarse, cambiaría hasta la presente analogía, junto con la divisa.

Para la clase trabajadora, en cambio, se le tendría reservado un papel protagónico y de suma encomienda, pues alguien tiene que ser el responsable de lidiar día a día con lo que este fenómeno realmente remunera, porque no es con la llegada de inversión extranjera o el aumento de valor en las propiedades, producto de nómades digitales deseosos de vivir en Costa Azul, por poner un ejemplo. Esta apuesta tan desatinada no generaría plusvalía más que para los nuevos terratenientes de Acapulco. Vendernos a extranjeros sólo aumentaría las dinámicas de explotación y desigualdad que desde siempre han imperado. Es bien sabido que al haber turismo, este siempre es dominado por grandes empresas y conglomerados que poseen y gestionan toda la odisea del turista en Acapulco. Ahora sí esto se dejara al completo dominio de la inversión extranjera, tendría el mismo plan de acción para los trabajadores; la subyugación; la única diferencia radicaría en la repatriación del capital; este flujo de efectivo ahora estaría fuera de la región.

Caso análogo al que acontece en el puerto de Mazatlán. Si usted realiza una pesquisa en la red sobre la razón por la cual hay tanto extranjero en Mazatlán, las principales y más recurrentes respuestas señalarán siempre las hermosas playas, el costo de vida asequible y, sobre todo, la infraestructura moderna, los servicios de salud de calidad y la seguridad relativa. Lo que ningún medio hegemónico menciona es que toda esta inversión está en gran medida subvencionada por grandes consorcios de origen extranjero o bien por el mismo Estado, que persigue esa misma derrama económica, y que se empeñan en difundir la ocupación hotelera al máximo, factor que no debería inhibir la lucha que encarnan los residentes locales por defender su folklore y evitar a toda costa la homogeneización de su cultura. El ejemplo más claro y que mayor revuelo ocasionó hace no mucho fue el de la música banda, ya que múltiples extranjeros, dueños de hoteles, turistas y nómadas digitales se pronunciaron en contra de esta. Sí, en plena zona donde históricamente se ha nutrido de la música banda, ellos expresaron la molestia que les ocasiona que esta resuene a decibeles elevados cerca de lo que consideran sus playas. Encima, empresarios como Ernesto Coppel se atrevieron a defender al extranjero hastiado de las tubas y acordeones. Podrá imaginar por qué. Quien llena sus bolsillos no porta kilos de fruta picada en la cabeza ni lucha por ganarse el mísero pábulo interpretando "El sinaloense" en plena costa; ellos no.

Esa es la verdadera moneda de cambio con la que gratifica su estadía la gentrificación, no con el crecimiento exponencial que ven los magnates en sus Airbnb. Ahora que agentes extranjeros pueden pagar arrendamientos con exuberantes precios, eso no. Porque ese flujo de efectivo no atraviesa nunca por las manos de quienes son desplazados al verse imposibilitados de pagar una renta que de un momento a otro elevó su costo porque en su colonia llegaron ipso facto extranjeros capaces de reemplazarlos, pagando lo que ellos no pueden. En Oaxaca a principios de año, lograron hacer bastante ruido con sus marchas en contra de este fenómeno, pronunciándose en completa desavenencia con el despojo de su lugar. Muchas de estas personas argumentaban que el costo de la renta en cuestión de menos de dos años pasó de valer cinco mil a treinta y seis mil pesos, y que, en comunidades como Jalatlaco, si un inmueble no estaba en renta, extranjeros a base de billetazos presionaban a los arrendadores para que expulsara a los actuales inquilinos.

Interrógome si realmente ese es el destino que se desea para un puerto que, históricamente, se ha nutrido de familias mexicanas y que, con hospitalidad y absoluto respeto, siempre ha recibido a sus visitantes. Este enclave, cargado de historia y esencia cultural, ha sido un bastión del turismo nacional durante décadas. Porque, por más que llegan huracanes y derrumban nuestro suelo, en las siguientes vacaciones siempre se extienden los brazos para brindar una invitación a que visiten Acapulco. ¿De verdad estaríamos dispuestos a vendernos de tal manera? Consentir la gentrificación en este lugar no solo supondría una traición a su ilustre legado, sino que también privaría a los residentes autóctonos de su derecho inalienable a disfrutar de su terruño. Comulgar con la gentrificación, pensando que así se solucionarán todos los problemas económicos que los propietarios de conglomerados turísticos están enfrentando, sería condenar a muerte a Acapulco para inaugurar una nueva sucursal de Tulum.

Edición: Yair B.

Libertad Guerrero Noticias, periódico online editado desde el puerto de Acapulco, Guerrero, México, bajo la dirección del periodista Francisco Cárdenas López (Fracalo). Contacto: fracalo2001@yahoo.com.mx

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