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marido, que combate desde hace dos años a los separatistas prorrusos en el
Donbás, en el este de Ucrania, fue enviado al frente y Elena se quedó sola
Fuente: Agencias
ZAPORIYIA, UCRANIA (7/Abril/2022).- Con la voz quebrada por la emoción, Elena --su
nombre ha sido modificado-- intenta hablar a pesar de todo. Elegida por los
soldados rusos por ser esposa de un militar ucraniano, fue violada durante
horas por dos de ellos, según su relato a la AFP.
Este testimonio ejemplifica los temores de
organizaciones de derechos humanos que muestran indicios del uso de la
violación como "arma de guerra" en Ucrania.
Entrevistada en Zaporiyia, una ciudad a la que
llegan a diario miles de desplazados forzados a abandonar sus casas por la
ocupación rusa en el sur de Ucrania, esta mujer rubia espera un autobús para
unirse a sus cuatro hijos en Vinnytsia, en el centro del país.
Desde el primer día de la invasión, el 24 de
febrero, los envió allá, lejos de su casa de la región de Jersón (sur), en
primera línea ante el avance de los rusos.
Su marido, que combate desde hace dos años a los
separatistas prorrusos en el Donbás, en el este de Ucrania, fue enviado al
frente y Elena se quedó sola para trasladar sus pertenencias.
Pero a raíz de lo peligroso de ese trayecto y la presencia de militares rusos, no logró encontrar un vehículo para vaciar su casa y fue entonces que se produjo la tragedia, la tarde del 3 de abril, cuenta esta madre de familia.
"Hacia las 15H00 fui a un almacén. Mientras
hacía la fila, entraron militares rusos y empezaron a discutir con los
clientes", continúa.
"No entendía de qué hablaban, pero me di
cuenta que uno de los habitantes me señalaba con el dedo diciendo 'es una
banderovka'", recuerda Elena. El hombre se refería a los nostálgicos del
dirigente ultranacionalista ucraniano Stepan Bandera, que colaboró con la
Alemania nazi contra la Unión Soviética.
"'Es por gente como ella que estalló esta
guerra. Es la mujer de un militar'", agregó el hombre, según Elena.
"Sin una palabra"
"Vi que me observaban cuando salí
rápidamente de la tienda. Apenas alcancé a llegar a casa cuando los dos
soldados rusos entraron por la puerta detrás de mí. No tuve tiempo de tomar el
teléfono para pedir ayuda ni de hacer nada", dice.
"Sin una palabra me empujaron sobre la cama,
me colocaron una ametralladora encima y me desvistieron", relata la joven
antes de estallar en lágrimas.
"Casi no hablaban, además de tratarme a
veces de 'banderovka' o decirse entre ellos 'es tu turno'. Luego, hacia las
cuatro, partieron porque era su turno de montar guardia" en su campamento.
Elena dice que no habló con nadie aún, ni
siquiera con un médico o un psicólogo, y menos aún con su marido.
"Soy partera, me hice las primeras
curaciones yo misma", explica. "Encontraré todo lo que necesito una
vez que llegue a mi destino. Solo quiero reencontrarme con mis hijos",
agrega.
Al ser consultada sobre su estado físico y
psicológico, comienza a llorar nuevamente: "Me doy asco. No tengo más
ganas de vivir".
Número verde
La filial ucraniana de la oenegé La Strada, que
defiende los derechos de las mujeres, recibió hasta el momento en su número
verde "llamados concernientes a siete casos de violación de mujeres y
niños ucranianos por parte de ocupantes rusos", declaró por teléfono a la
AFP una responsable de la organización, Aliona Kryvuliak.
Pero cree que habrá cifras mucho más altas cuando
comience a disiparse la conmoción de las víctimas.
"Puede haber cientos, incluso miles, de
mujeres y jóvenes violadas", estima Kryvuliak.
El primer llamado, el 4 de marzo, desde Jersón,
hablaba de "la violación colectiva de una madre y su hija de 17 años por
parte de tres hombres". Los otros casos fueron señalados en la región de
Kiev "luego del 12 de marzo", señala.
"Militares rusos cometieron violencias
sexuales contra mujeres y hombres ucranianos, contra niños y personas
mayores", afirmó en una declaración difundida esta semana la fiscal
general de Ucrania, Iryna Venediktova.
La fiscal insistió en la necesidad de reunir
pruebas, aunque reconoció la dificultad de hacerlo en un país en guerra, en
zonas donde la señal telefónica o la red eléctrica están perturbadas.
Pero es sin duda una justicia más expeditiva la
que imagina Elena para sus violadores y los cómplices de estos.
"Estoy segura de que Ucrania recuperará esos
territorios en manos de soldados rusos y que los nuestros se vengarán",
asegura.
"Y señalaré con el dedo a esos habitantes
que me señalaron. Se los mostraré con el dedo a mi marido", promete, sin
relevar qué castigo estaría a su entender a la altura del crimen que sufrió.
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