CONTEXTO
POLÍTICO
❍ 2018: la sorpresa de octubre
Falta un año
aproximadamente para que se defina la sucesión presidencial y cada semana crece
la incógnita sobre quién aparecerá en la boleta electoral por el PRI. En el
pasado, para estas fechas el Presidente priista ya tenía claros sus perfiles, y
los dejaba correr unos meses antes de tomar la decisión final. En esta
sucesión, Enrique Peña Nieto no se ha decidido por nadie, según uno de los
precandidatos mencionados en la prensa, aunque puede estar escondiendo su
selección. Así lo hizo en el Estado de México, cuando escogió a Eruviel Ávila
en el último momento. ¿Así será en octubre de 2017?
Si
su lógica sigue inamovible, eso debe estar sucediendo. Pero replicar la fórmula
mexiquense en la sucesión presidencial puede ser un suicidio. En su estado
contaba con una baraja amplia, y meses antes de decidir tenía dos perfiles,
Luis Videgaray y Alfredo del Mazo. Al final no fue ninguno de ellos, pero hizo
que los medios se enfocaran en ellos para cuidar a Ávila. Hoy, de sus cartas
originales, Videgaray y el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio
Chong, uno está fuera de la competencia y el otro muy desgastado. A su tercera
opción, el secretario de Educación, Aurelio Nuño, Osorio Chong lo aplastó tan
brutalmente por su mal manejo con la disidencia magisterial, que tocó la
retirada.
Las
opciones de Peña Nieto se han reducido y no lo ayuda el creciente descrédito a
su gestión y la rebelión dentro del PRI. En el texto previo se recordó su falta
de consenso y la sistemática desaprobación a su gobierno, que lo tenían en una
disyuntiva sin caminos favorables. O negociaba una transición pactada con la
oposición, o soltaba el proceso sucesorio y dejaba que el PRI lo procesara, con
lo que el siguiente candidato del partido, no respondería a él. La prensa
política coincide que Peña Nieto sólo tiene dos candidatos, Osorio Chong y el
secretario de Hacienda, José Antonio Meade. No dan muchas posibilidades al
gobernador Ávila, pese a que en los dos últimos años casi siempre estuvo por
encima de Osorio Chong en las preferencias. De Meade señalan que Hacienda le
dará una plataforma de conocimiento nacional y ampliará sus posibilidades,
aunque olvidan que entre más conocimiento hay de una persona, mayores son sus
negativos.
Meade
ocupa la secretaría más difícil en términos electorales, al ser la que quita el
dinero de la gente. Con perspectivas económicas mediocres o malas para 2017, no
se ve cómo puede ser un candidato ganador. Osorio Chong, por su parte, se viene
cayendo en percepciones y por primera vez absorbiendo los negativos en
seguridad e ingobernabilidad que sólo le pegaban a Peña Nieto. Aún no se le
transfieren ampliamente las críticas por los abusos y la corrupción de los
delegados federales, que dependen de él, ni se han abierto las multimillonarias
adjudicaciones directas en el sistema de seguridad que están en una caja negra
que despierta muchas suspicacias.
La
salida de Videgaray del gabinete, aunque internamente lo benefició, para
efectos sucesorios lo perjudicó al quedar vulnerable como el único hombre
fuerte de Peña Nieto, y sujeto al mayor golpeteo. La debilidad y falta de
liderazgo de Peña Nieto no le ayudan. La nueva realidad en el entorno peñista
ha ocasionado que dentro del gabinete y el PRI menciona que quien podría
emerger como caballo negro es el secretario de Salud,
José Narro. Mucho más joven de lo que parece, es un político con oficio y probó
capacidad para dialogar con el segmento de electores más beligerante, el de los
jóvenes, durante sus 16 años como número uno y dos en la UNAM.
La
pregunta es si tendrá la energía que requerirá para enfrentar una campaña
presidencial que será salvaje por los candidatos de oposición y la nueva arena
pública de las redes sociales. Si Narro no es, la sorpresa de octubre de Peña
Nieto tendría que estar en dos cartas confiables para él, que están
comprometidos con sus reformas en buena medida, porque las más controvertidas
las redactaron ellos: Nuño y Enrique Ochoa, el presidente del PRI, quienes
generacionalmente dicen más que Osorio Chong, y aunque tienen menos
experiencia, también menos negativos.
El
problema para Peña Nieto es cómo convencer a los liderazgos del PRI que acepten
a cualquier de los más noveles de sus cartas. El presidente Miguel de la Madrid
tuvo que enviar emisarios a negociar con el líder de la CTM, Fidel Velázquez,
para que no se opusiera a su candidato, Carlos Salinas de Gortari, ante la posibilidad
de un quiebre en el partido. La gran diferencia entre De la Madrid y Peña Nieto
es que el primero, pese a la ruptura del PRI en 1987, tenía legitimidad interna
y credibilidad como interlocutor, mientras que él segundo tiene rendimientos
decrecientes.
La
sorpresa de octubre sería un candidato o candidata que surgiera de un proceso
interno –tipo campañas primarias estadounidenses-, donde se procesaran a
quienes buscan la candidatura. En la historia del PRI, sus presidentes Beatriz
Paredes y Roberto Madrazo, que en términos de victorias son los que más
alcanzaron, fueron resultado de un proceso interno que dio cohesión al partido.
Pero para ello, Peña Nieto tendría que soltar la sucesión y dejar que las
fuerzas del partido decidan. No está en su código genético, que al contrario,
busca siempre el control absoluto del proceso. Está lejos en este momento que
Peña Nieto considere que lo imposible para su historia, pueda resultar lo mejor
posible.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter:
@rivapa
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opinión cuyo contenido refleja el punto de vista del autor.]
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