ESTRICTAMENTE
PERSONAL
❍ Deshonestidad valiente
Ave de tempestades que polariza, Andrés Manuel López Obrador vuelve a
estar en el centro de la discusión pública. ¿Qué tan irreprochable es quien ha
hecho de la lucha contra la corrupción y el ensalzamiento de su honestidad?
¿Qué tanto su discurso es tramposo, maniqueo y emocional? El debate se presentó
por la presión pública que lo obligó a presentar su declaración 3 de 3, y
porque todos los ingresos revelados por él, no corresponden a lo que en un
espacio de un mes, había dicho tener. López Obrador se encuentra en el umbral
de parecer mentiroso, que es justamente una de sus críticas más persuasivas
contra la clase dirigente. El creador del concepto “honestidad valiente”, está
atrapado en su realidad.
Por ejemplo: el 11 de agosto, Andrés Manuel López Obrador dictó en
Acapulco la conferencia “Cambio y Porvenir de México” en el Hotel Princess. El
14 de julio, en una entrevista con Ciro Gómez Leyva en Radio Fórmula, reveló
que por esa disertación –no precisó cuál, pero aclaró que sería en México, en
20 días-, le iban a pagar 20 mil dólares. En esa misma entrevista dijo que
recibe pagos en cheque en Estados Unidos por ponencias en universidades –tres
mil 500 dólares cada una-, y que recibe cada año regalías por los libros que
publica, algunos de ellos, dijo, que han vendido más de 120 mil ejemplares.
Estos ingresos, que son legales y legítimos, se esfumaron de su patrimonio dado
a conocer por López Obrador. O mintió al fisco sobre sus ingresos, o a la gente
sobre sus ingresos.
La semana pasada López Obrador presentó su declaración 3 de 3 en el
Instituto Mexicano para la Competitividad. Según lo estipulado en la
documentación, al firmarla se comprometía a que “la información declarada (sea)
exhaustiva, verídica y válida a la fecha de presentación”. Como no hay forma de
probar legalmente que la información sea verídica y válida–sólo podría hacerlo
el SAT-, no se puede afirmar que miente, como aseguraron los líderes del PRI y
del PAN a partir de suposiciones, quienes cuestionaron que no se podía vivir
con lo que declaró. Sin embargo, que el alegato sea retórico, no quita solidez
a la imputación: López Obrador sí mintió, y las autoridades determinaran si
evadió al fisco, o los electores si los timó.
En su declaración patrimonial reportó un ingreso neto anual de 600 mil
pesos, resultado del pago de Morena como presidente del Comité Ejecutivo
Nacional, y presentó las tres carátulas del acuse de recibo del SAT de sus
impuestos federales. En 2013, declaró en ceros; en 2014 obtuvo una devolución
de 22 mil 516 pesos, y en 2015 le devolvieron 779 pesos. Las carátulas
presentadas no dan suficiente información, lo que mantiene en la opacidad sus
verdaderos ingresos. Igualmente oscuro es cómo vivió luego de ser jefe de
gobierno del Distrito Federal en 2005 y 2013, que es cuando vuelve a declarar
impuestos.
El problema actual de López Obrador es la declaración patrimonial que presentó
al IMCO, donde marcó en ceros dos de los cinco rubros solicitados: ingresos por
servicios profesionales, en México y el extranjero –donde entran los ingresos
por conferencias-, y el que trata de “otras actividades”, como donaciones o
regalías. En la entrevista con Gómez Leyva habló abiertamente del pago por
regalías y conferencias, que no las reportó en ninguno de los tres años que dio
a conocer. Tampoco aparecen las donaciones con las cuales, según ha dicho, le
ayudan en el componente de su ingreso. En octubre del año pasado, ante críticas
directas del gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez, “El Bronco”, sobre de
qué vivía, López Obrador dijo que sus gastos, si bien modestos, los podía “pagar con el apoyo que dan militantes a
nuestro movimiento que cooperan”.
La opacidad siempre ha sido una característica de López Obrador. Cuando
dejó el gobierno capitalino para contender por la Presidencia, fundó una
asociación civil, Honestidad Valiente, que nunca pagó impuestos sobre la renta.
Ello, pese a que en dos de los seis ejercicios fiscales reportó ingresos al SAT
por donativos en 2009 y 2010 por un total de 20 millones de pesos. ¿Qué pasó
con ese dinero? Si escuchamos a López Obrador, esos millones fueron para él y
no pagó los impuestos correspondientes. Por qué nunca investigó la autoridad
federal los presuntos ilícitos de Honestidad Valiente, es una pregunta que
nunca se ha hecho. Sólo surge ahora porque, por primera vez en su carrera,
López Obrador ha sido puesto en una posición donde se le exige que diga qué lo
mantiene a él y a su hijo menor, que registró como único dependiente.
Hay muchos huecos en el historial patrimonial de López Obrador. No se
sabe, por ejemplo, qué sucedió con aquello que registra la declaración
patrimonial de López Obrador en la página del PRD de sus tiempos de jefe de
gobierno, donde se relacionan un departamento de más de un millón de pesos de
precio (2002) en la ciudad de México, dos casas en Tabasco (1981 y 1985) de un
millón de pesos las dos, un predio en Tabasco (2000) de medio millón, dos
automóviles compactos y dos cuentas de cheques. Su declaración 3 de 3 dejó más
dudas que certidumbre, lo hizo ver más vulnerable que consistente, más tramposo
que honrado. Le puede dar la vuelta a todo, sí, pero tendría que ir contra su
naturaleza: ser transparente y aceptar rendir cuentas.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa
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opinión cuyo contenido refleja el punto de vista del autor.]
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