BAJO
FUEGO
❍ Usos y costumbres
Tal como se observan las cosas, la ruta de
los usos y costumbres de los pueblos indios parece conducir, indefectiblemente,
a la construcción del cuarto orden de gobierno en el estado de Guerrero.
Autoridades populares del municipio de
Ayutla, que representan el 80 por ciento de las comunidades de ese municipio
habitado por cerca de 60 mil personas, en controversia promovida ante el
Tribunal Federal Electoral (TRIFE) demandaron elegir a sus autoridades
municipales por usos y costumbres, en lugar del corrupto sistema de partidos
políticos que ha causado tanto daño al tejido social.
Hasta ahora, la sentencia de la máxima
autoridad electoral se mantiene firme en el sentido de que, después de una
obligada consulta a las comunidades, una mayoría simple se pronunció por la
elección de autoridades a través de los usos y costumbres, lo que sienta un
precedente inédito e histórico pues en principio estamos presenciando, por lo
menos en algunas micro regiones, el destierro de los partidos políticos.
Para alcanzar su propósito, las diversas
autoridades comunitarias -comisarios municipales, comisariados ejidales,
liderazgos naturales- tuvieron que combatir las corruptelas y engaños tanto de
los partidos como del mismo gobierno municipal de Ayutla, que hicieron hasta lo
imposible para boicotear la consulta, auxiliados -hay que decirlo fuerte y
claro- por el Instituto Electoral del Estado de Guerrero, el IEPC, que en todo momento
actuó con parcialidad durante el proceso de consulta.
A ello habría que agregar las informaciones
sesgadas de algunos medios que en diversos despachos de prensa desinformaron a
la población, diciendo que la consulta había sido invalidada por la autoridad
electoral. Nada más falso.
En realidad estamos ante un proceso de
empoderamiento de los estratos populares que, de este modo, mostraron su
rechazo a la ambición desbocada y corrupción mostrada por las dirigencias
partidistas que sólo buscan los cargos de elección popular como una fórmula
infalible de enriquecimiento, en lugar de atender las demandas de los
gobernados en particular de un estado tan pobre como Guerrero.
En el caso del histórico municipio de Ayutla,
los diferentes liderazgos comunitarios lograron conjugar los esfuerzos de las
comunidades, en particular de los hablantes de las lenguas tu’unsavi y me’phaa
que constituyen mayoría, para por primera vez en la historia reciente elegir a
sus autoridades por usos y costumbres -es decir, en asamblea abierta y a mano
alzada-.
Así, en el 2018 estamos por presenciar un
proceso electoral inédito en el que los habitantes en edad de votar podrán
elegir a sus nuevas autoridades en forma directa y abierta, en presencia de
toda la comunidad.
Es decir, estamos por atestiguar un ejercicio
de democracia directa en un marco de transparencia total. Por lo menos en el
territorio ayutleco, este novísimo y al mismo tiempo ancestral mecanismo de
elección de autoridades se traducirá en el principio del fin de los partidos políticos.
¿Por qué lo definimos de esta manera?
Muy sencillo: en los municipios colindantes y
cercanos como Tecoanapa, Cuautepec, San Luis Acatlán, Malinaltepec, Ometepec y
Tlacoapa, diferentes liderazgos populares e indígenas ya tomaron nota de los alcances
de este procedimiento más acorde con la cosmovisión amerindia y comienzan a
hacer aprestos para desahogar procedimientos similares que les permitan
sacudirse para siempre a los partidos políticos.
Es probable que no todos los intentos tendrán
éxito, pero también es probable que una parte considerable de los 19 municipios
de La Montaña comenzarán a hacer lo propio para tomar en sus manos la
conducción de su destino, tomando el ejemplo tanto de Ayutla como de Cherán en
el vecino Michoacán, donde sus habitantes decidieron cortar por lo sano con los
partidos políticos e instauraron su propia gestión de gobierno autónomo.
Aunque hasta el momento se trata de
intentonas un tanto rudimentarias, las comunidades indígenas de la región
denominada Costa-Montaña han demostrado ingenio e innovación a la hora de
decidir su destino.
Ahí está el ejemplo del Consejo Regional de
Autoridades Indígenas (CRAI), que con el tiempo pasó a denominarse Consejo
Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC-PC) debido a la adhesión paulatina
de pueblos mestizos y negros, que comenzaron a ver en ese proceso organizativo
la salida a la exclusión social, el abandono y el olvido gubernamental de
tantos años.
El paso siguiente sería la promoción legal de
los gobiernos comunitarios con presupuestos participativos, que permitan la
asignación de recursos a proyectos de interés comunitario, no de los partidos
políticos. En los hechos, integradas como un todo, las autoridades comunitarias
de algunas micro regiones ya aplican de facto los gobiernos comunitarios en
pequeñas porciones de territorio, como es el caso de Ahuacachahue en el mismo
municipio de Ayutla.
En pocas palabras, estamos en presencia de un
proceso de construcción del poder popular que, sin el ingrediente subversivo,
promueve la solidaridad orgánica como una forma y mecanismo de sobrevivencia
frente a estados nacionales rebasados por un mercado neoliberal profundamente
depredador, que se ha convertido ya en la nueva instancia de colonización.
Sólo que ahora van por las riquezas minerales
y por el territorio.
Así pues, las nuevas forma de resistencia se
traducen en una lucha por la defensa del territorio que es, ahora y en el
futuro inmediato, el último espacio de resistenciade los pueblos oprimidos.
[Usted acaba de leer un artículo de
opinión cuyo contenido refleja el punto de vista del autor.]
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