ESTRICTAMENTE
PERSONAL
❍ Ocurrencias y rectificaciones
[Por Raymundo Riva Palacio]
El
Presidente Enrique Peña Nieto tuvo un miércoles afortunado al iniciar un
proceso de restauración de los daños ocasionados por su gobierno en las últimas
semanas. Omisiones, ocurrencias y complacencias de él para y con su primer
equipo, lo colocó en una situación extrema. Para que se entienda de una manera
gráfica, lo que llevó esa suma fue a tener a todos los grupos de interés, los
políticos y los económicos, los políticos y la izquierda social, los maestros y
los curas, en las calles. ¿Cómo fue que individuos y organizaciones muchas
veces antagónicas se unieron en su contra? Esto se llama pérdida de consenso
para gobernar, y cuando esto sucede, una nación se vuelve ingobernable.
Este miércoles se dieron rectificaciones. En la
víspera se allanó el camino para el diálogo entre el Gobierno Federal y la
disidencia magisterial, cuyo enfrentamiento provocó el domingo ocho muertos y
más de 100 heridos, en el colofón de una semana donde la economía de Oaxaca fue
estrangulada y las imágenes de violencia y caos en México volvieron a ocupar a
la prensa internacional y a gobiernos aliados. Igualmente, Peña Nieto abrió las
puertas de Los Pinos a las cúpulas empresariales, indignadas porque
consideraron una vendetta de los peñistas que en la discusión del Sistema Nacional
Anticorrupción, incorporaran a los ciudadanos en la rendición de cuentas que
corresponde a quienes viven de sus impuestos.
El diálogo político regresó a Los Pinos, y se
impuso esa línea de pensamiento sobre la represiva. Quienes estaban llevando al
pozo al Presidente fueron hechos a un lado. Altamente notorio fue el
desplazamiento del Secretario de Educación, Aurelio Nuño, quien aseguró a Peña
Nieto que meter en la cárcel a los líderes de la Sección 22 de Oaxaca,
terminaría por liquidar a la disidencia magisterial. Contra la opinión del
Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, los detuvieron y la
decisión incendió al sur del país. Los ánimos justicieros que han permeado en
la casa presidencial desde el inicio de la administración, siempre han
resultado contraproducentes.
Meter a las personas físicas y morales a la Ley
3 de 3, dentro del Sistema Nacional Anticorrupción, fue una de estas
ocurrencias que deja pasar, o en algunos casos estimula, el poderoso consejero
jurídico de la Presidencia, Humberto Castillejos. Como en otros reveses
presidenciales –como la formulación de la iniciativa para la despenalización de
la mariguana, o la imposición federal de la iniciativa de los matrimonios
igualitarios-, el fraseo de esa ley que revisó, equiparaba a los grandes
corporativos multinacionales mexicanos con los becarios del Conacyt, y con
quienes se encuentran en los padrones de los programas sociales, en términos de
obligaciones, y de transferencia de los controles y la rendición de cuentas que
debe haber para quienes, como servidores públicos, tienen responsabilidades con
la sociedad. No fue fortuito que desde un principio acusaran al gobierno de
Peña Nieto de cobrarles facturas por la derrota electoral del 5 de junio.
Las dos acciones llevaron a empresarios y
maestros a las calles, y junto con otras iniciativas presidenciales, a los
religiosos del país y a la extrema izquierda también. ¿En qué momento el
Presidente unió a enemigos históricos en su contra? Muy probablemente en el que
dejó que unos gobernaran sobre él. La realidad nacional que descubrió el 5 de
junio parece haberlo sacado del pasmo en que se encontraba. Cuando menos es lo
que demuestra con las acciones que ha tomado en la semana, luego de que este
lunes, al anunciar su renuncia como líder nacional del PRI, Manlio Fabio
Beltrones dijo en su discurso de despedida: “Es momento de entender
y atender a lo básico… Es necesaria una transformación a fondo para servir
mejor a la gente y conectarnos más con la ciudadanía, tantos en sus causas y
aspiraciones como en el rechazo hacia políticas públicas con las que no
coinciden”.
Si uno conoce la cultura institucional de Beltrones,
puede asumir que ese discurso que pronunció en el PRI, no era desconocido por
Peña Nieto. ¿Qué tanto sus pláticas con Beltrones y esas ideas han modificado
la forma como Peña Nieto ha actuado como Presidente para encarar los dos años y
medio que le quedan de gobierno? Se irá viendo con el tiempo, porque lo
golondrina de este miércoles no hace Primavera. Es importante su decisión y
acción, pero no es suficiente.
Su administración ha sido pletórica de
ocurrencias, como ha quedado palpado a través de diversos decálogos –una
ocurrencia más: ¿por qué no puede haber una acción concreta, una decisión
única, y siempre tienen que empantanarlas sus asesores con decálogos?- que han
llegado a ninguna parte, y de complacencias, como ha sido su tolerancia a colaboradores
cuyos consejos regularmente lo han llevado por caminos equivocados, llevándolo
a pagar los costos políticos de las equivocaciones.
La rectificación, como en el caso de restaurar
los diálogos políticos por encima de la mano dura que tanto les gusta enseñar a
varios de sus colaboradores –en el área política y en la hacendaria-, es un
paso importante que ratifica su dicho de hace unos días cuando dijo que había
escuchado las demandas ciudadanas en las urnas. La consistencia y las acciones
subsecuentes probarán la profundidad de su dicho y mostrarán si en efecto está
dispuesto a tomar el control del timón y restablecer el mando presidencial
único, no compartido como hasta ahora ha sido.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
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