►En 2012,
cuando el presidente Enrique Peña Nieto asumió su mandato, hubo 287 denuncias
de tortura a nivel federal; para 2014, sumaban 2,403, según información de la
fiscalía general que Amnistía Internacional
ACAPULCO ► Golpizas entre alaridos de dolor, asfixias con bolsas
plásticas, ahogamientos en agua y choques eléctricos. Estos recuerdos
atormentan el sueño de un militar retirado de México, quien sin embargo
defiende la eficacia de la tortura para romper el "código de
silencio" de los criminales.
"La información que se obtiene en los
interrogatorios se convierte en inteligencia" para capturar grandes capos
o rescatar gente secuestrada, explicó bajo el anonimato durante una entrevista
con la AFP este veterano, que por más de 30 años se enroló en las tropas
militares.
"De que hablan, hablan", dijo, al
abogar por que se aplique a los delincuentes "la misma dosis (de tortura)
que ellos aplican".
Esta inusual confidencia llega en momentos en
que el gobierno de México intenta contener la vorágine de una serie de
escándalos de tortura por parte de militares y policías, difícilmente
disimulable incluso en las cifras oficiales.
En 2012, cuando el presidente Enrique Peña
Nieto asumió su mandato, hubo 287 denuncias de tortura a nivel federal. Para
2014, sumaban 2,403, según información de la fiscalía general que Amnistía
Internacional obtuvo mediante una petición de información pública.
Del lado de las víctimas, son numerosos los
casos documentados por diversas ONG e incluso la ONU. Del lado de los
victimarios, el militar entrevistado por la AFP da su versión.
Cuando el interrogado se escuda tras "el
famoso 'no lo sé', 'no lo conozco'", se le presiona primero con "un
sometimiento de golpeo". Después vendrá el estrangulamiento al envolver la
cabeza con una bolsa plástica, describió el exmando, que presenció varios de
estos interrogatorios.
Si se resiste, la bolsa se llenará de agua.
"Cuando se les acaba el oxigeno, por ahí tienen que respirar y (el agua)
se le va a meter entre las narices. Es una asfixia", detalló este
veterano, que pidió no relevar su grado en la jerarquía militar ni la fuerza
armada a la que perteneció.
Después vendrá la electrocución. "Hay
que mojarlos, hay que darles toques" eléctricos, dijo, al asegurar que
numerosos militares y policías fueron "completamente despedazados,
decapitados, torturados" al caer en manos de criminales.
El exmilitar -que fue desplegado a los
extremos este y oeste de la frontera de México con Estados Unidos, dos de los
puntos más peligrosos- asegura que él y muchos de sus compañeros temen
represalias contra sus familias y padecen estrés postraumático.
"¿Usted cree que yo voy a dormir
tranquilamente mis cuatro horas de descanso escuchando los gritos? Gritos de lo
que se está llevando a cabo, una tortura", preguntó, al explicar que,
"espiritualmente hablando", llega a sentir culpa.
Una
disculpa
Desde 2006, México mantiene desplegados
decenas de miles de militares y policías federales en las calles para combatir
el narcotráfico. Esto, aunado a las batallas campales entre cárteles, ha dejado
más de 100,000 muertos y desaparecidos.
En 2014, la ONU denunció una situación
"generalizada" de tortura por parte de militares y policías en un
ambiente de "impunidad".
El gobierno de Peña Nieto lo rechazó
tajantemente, pero un nuevo escándalo estalló en abril, cuando corrió por
internet un video que muestra dos militares y una policía federal torturando a
una mujer.
Días después, el grupo de expertos
extranjeros que investigó la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa
señaló casos de tortura contra detenidos por este crimen.
Y la semana pasada, en un hecho histórico, un
general del ejército que ordenó en 2008 la electrocución de un detenido y la
incineración clandestina de su cadáver fue condenado a 52 años y medio de
prisión.
"Cuando imitas una guerra, se desprenden
todos los elementos negativos: el enfrentamiento, los militares acosados por el
crimen organizado que responden con sentimiento de defensiva individual",
estimó Raúl Benítez Manaut, experto en seguridad nacional de la Universidad
Nacional Autónoma de México.
Tras la difusión del video, el ministro de
Defensa pidió disculpas públicas, algo inédito, pero subrayó que se trataba de
hechos "aislados".
"Eso también se decía en las dictaduras
de Sudamérica. No pueden decir que es sistemático, un protocolo", estimó
Gustavo Fondevila, investigador del prestigiosos Centro de Investigación y
Docencia Económicas (CIDE).
El veterano militar también encuentra contradicciones
en el pedido de disculpas.
"La orden (de torturar) viene de ellos
(...) Quieren resultados porque la ciudadanía ya no aguanta la inseguridad
(...) Nosotros cumplíamos las órdenes, nada más", sentenció.
Contactados por AFP, ni el Ejército ni la
Marina respondieron si, efectivamente, sus tropas están adiestradas para
torturar.
"Los famosos derechos humanos de los que
habla actualmente la administración de Peña Nieto, para nosotros los que fuimos
militares, es lo más absurdo que podemos encontrar (...) ¿Dónde están entonces
nuestros derechos como militares?", dijo el veterano.
Inocentes
al banquillo
Al preguntarle sobre la posibilidad de que
algún inocente haya sido torturado, el militar zanjó: "Negativo. Todos
eran delincuentes".
Sin embargo, según una encuesta del CIDE
realizada en 2012 entre reclusos de cárceles federales, 30.5% de los que se
declararon culpables lo hicieron porque los torturaron o golpearon.
El despliegue de fuerzas federales es
"una cacería de brujas (...) Para mí, los delincuentes son ellos, que se
escudan bajo un uniforme", dijo a la AFP Claudia Medina, una mujer de 36
años que asegura haber sido secuestrada y torturada en 2012 por elementos de la
Marina Armada, en un caso que fue documentados por el relator de la ONU.
Tras 36 horas de tortura y 23 días en la
cárcel, esta comerciante de clase humilde fue exonerada -por falta de pruebas-
de sus cargos: portación de armas de uso exclusivo del ejército, narcomenudeo y
lavado de dinero.
Medina aún tiene frescas las huellas del
calvario que vivió con los ojos vendados, las manos atadas y bajo una
estridente "música tipo rap" que maquilló sus gritos.
"Creemos que lo superamos, pero
no", dice con la voz cortada, tras recordar los golpes a puño cerrado en
la nuca, el picante inyectado en su nariz, las patadas en el estómago, los
cables eléctricos amarrados a sus pies, la voz de quien la violó.
Fuente: AFP
Mayo/08/2016
www.libertadguerrero.net
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