POLITICOSAS
❍ Organizaciones
civiles para el tejido social
[Por Oscar Memije Franco]
Hace trescientos
sesenta y cinco días atrás, se vivía una campaña electoral en Guerrero con
mucho entusiasmo, con mucha esperanza, con mucha iniciativa, solidaridad,
convivencia y con plena voluntad de
contribuir al proyecto de candidatos a
Gobernador, la algarabía era constante.
Las adhesiones y pronunciamientos de
distintas organizaciones sociales eran casi a diario, he incluso de esas que
surgen repentinamente meses previos a los procesos electorales y que
actualmente se desaparecieron, eso es lo que realmente se ha estado
prostituyendo en el quehacer político. Es evidente que también las Asociaciones
deben apelar por dignificar su actividad, es indiscutible que al formalizar la
organización, envías el mensaje de que tu trabajo va en serio, y de que estás
dispuesto a cumplir con ciertos requisitos para que tus actividades puedan ser
financiadas y evaluadas, en caso de ser necesario. Con esa credibilidad, es
necesario que estas contribuyan al tejido social.
El tejido social surge cuando el conjunto de
redes personales, estructurales, formales y funcionales de iniciativas o
asociaciones se constituye en un activo para los individuos y la sociedad, ya
que les permite ampliar sus opciones y oportunidades para mejorar su calidad de
vida. Definido así por el Programa para el Desarrollo de Naciones Unidas
(PNUD), el tejido social constituye el telar de valores y cultura de una
sociedad donde el individuo participa para evitar su aislamiento y potenciar
sus principales relaciones sociales, así como los valores de confianza y la
solidaridad. El tejido social se debilita cuando las normas de convivencia
ciudadana no son respetadas o impunemente violadas, o cuando las leyes son
fácilmente incumplidas. Por ello, se puede entender también por tejido social
desde las relaciones de cooperación de un barrio hasta el contrato social que
permite a un país seguir siéndolo.
La confianza es el lubricante de la vida
social. Y a eso se le llama capital social. En este sentido, el enfoque de
capital social prueba que comunidades con lazos de reciprocidad y confianza,
que se materializan en beneficios sociales, consiguen desarrollar más sus
capacidades que las que no lo tienen. Diversos organismos como el Banco Mundial
y el Fondo Monetario Internacional hablan de promover la formación de capital
social, a pesar de no tener tan claro si una intervención externa puede o no
favorecer su formación. Hablar sobre la posibilidad práctica de construir
capital social en grupos que carecen de él, concluye que “la construcción de
capital social puede llevar a mayores tasas de éxito en los programas de
superación de la pobreza que incorporan elementos de autogestión y de
fiscalización de servicios por parte de la sociedad civil”.
En la actualidad es necesario reactivar esas
adhesiones para que de manera conjunta y solidaria puedan contribuir en las
acciones que permitan la hermandad social que tanto necesita Guerrero, no se
pueden soslayar a esos grupos organizados y adecuar procedimientos que permita
la transparencia de recursos asignados a estas, para que apruebe el beneficio
directo a la población. Es necesario una hermandad entre la población en
general, pero las organizaciones civiles, son grupos ya organizados, mismos que
tienen su misión y visión; desempeñar un quehacer ordenado al bien común.
Los ciudadanos organizados deben ser un gran
motor de cambio, fundamentales para para consolidar democracia y diseñadores de
políticas públicas con una amplia y constante
interacción con los tres órdenes de gobierno, permitiendo así la
transformación necesaria para mejorar esta entidad suriana.
Se extraña ese sentir, ese regocijo, ese
frenesí, esa festividad, ilusión y participación constante de las
organizaciones civiles, sin lucro o ventaja, solo ocupados por cerrar filar por
el bien de Guerrero. Esa es tarea de todos.
Es necesaria esa operación política de
adhesiones con los grupos organizados, generar el asociacionismo (Tendencia a formar
asociaciones para defender intereses comunes) implementando mecanismos que
permitan su desarrollo, un marco institucional que, además de proteger y apoyar
a las asociaciones que lo componen, fomente la afiliación a ellas y la creación
de nuevas tareas que permitan el desarrollo responsable. El grado de filiación
a las asociaciones indica el bienestar y calidad de vida de una sociedad
dinámica, participativa y democrática, un vínculo entre la ciudadanía y el sistema
político único.
El papel del Estado es, por tanto, crucial en
las condiciones que favorecen la participación de la ciudadanía, dando
prioridad al desarrollo de relaciones de confianza solucionando problemas de
información, de supervisión o de ejecución de acuerdos para el bien común.
oscarmefo@gmail.com
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del autor.]
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