ESTRICTAMENTE
PERSONAL
❍ A la
caza de Televisa
[Por Raymundo Riva Palacio]
Definitivamente,
alguien que quiere acabar con Televisa, encontró una bala de plata. Una carta
anónima de 15 páginas llena de detalles financieros y políticos de Televisa,
fue enviada el 20 de abril a la Sección de Fraudes de la División Criminal del
Departamento de Justicia de Estados Unidos, para que la investigue por lavado
de dinero, prácticas corruptas y conductas comerciales ilegales. Esa carta,
para litigar en la arena pública, fue filtrada a la prensa. Es un material
explosivo que mezcla datos ciertos con falsos, y aprovecha el descrédito de
Televisa para que se le declare culpable. En México no tienen problema, salvo
el de la opinión pública que no parece tener remedio. Lo relevante es lo que se
hizo trascender en Estados Unidos con el objetivo, puede argumentarse, de
descarrilar los planes de expansión en aquel mercado, anunciados en diciembre
pasado.
La carta al Departamento de Justicia apuesta
a que se le investigue bajo el Acta Sarbanes-Oxley, aprobada en el Capitolio en
2002 en respuesta a los escándalos de corrupción empresarial, como en el
multicitado caso de Enron, con el propósito de vigilar y supervisar a las
compañías que cotizan en la Bolsa de Valores de Nueva York, a fin de impedir que
sus acciones sean manipuladas y se les adjudiquen valores falsos que hagan
vulnerables a sus accionistas a fraudes y bancarrotas, como sucedió con varias
multinacionales hace más de una década. Televisa es una de las pocas empresas
mexicanas que cotiza en Wall Street, y es sujeta a esa ley.
La turbulencia de Televisa inició la semana
pasada, cuando ante la certeza entre sus ejecutivos de que la carta iba a ser
publicada en el periódico The Guardian, con quien tienen viejos agravios –y
viceversa, porque lo obligaron a rectificar una información en 2013-, voltearon
a ver a The Wall Street Journal, para abrirle el expediente del caso. Televisa
siguió los manuales de manejo de crisis, al estallarla ellos mismos para poder
administrar la información y encausarla. La primera jugada les funcionó. El
Journal reportó la semana pasada que la carta enviada también a los miembros
del Consejo de Administración de Televisa y de Univisión –parcialmente
propiedad de la empresa mexicana, y con quien irán a la expansión-, había
provocado que el presidente de la empresa, Emilio Azcárraga Jean, pidiera una
investigación a un despacho en Nueva York que, hasta ese momento, probaba que
las acusaciones eran “falsas y sin fundamento”.
A la segunda jugada todavía no se le ve la luz
al final del túnel. La carta acusa al vicepresidente financiero de Televisa,
Alfonso de Angoitia y a Salvi Folch, miembro del Consejo de Administración, de
haber diseñado una doble contabilidad y creado empresas en varios países y
paraísos fiscales, para esconder el 10% de los ingresos de la empresa
procedentes de convenios comerciales políticos, que no fueron reportados a los
accionistas. En la carta se mencionan cuentas en los bancos a donde se enviaron
esos recursos, que de acuerdo con personas que conocen del caso, no existen.
Televisa ya solicitó a los bancos una respuesta por escrito, para poder
demostrar públicamente que, en efecto, esas cuentas son inexistentes. La carta
detalla, sin embargo, los paquetes políticos-comerciales de Televisa con gobiernos
y candidatos a puestos de elección popular, que no son secretos, y que a lo
largo de los años han sido controvertidos.
En la mezcla de verdades y verosimilitudes se
menciona a los responsables de los autores del contenido propagandístico, que
producen esos materiales de forma explícita e implícita, con lo cual chocan de
manera regular con las leyes electorales, y que provoca fricciones constantes
con el Instituto Nacional Electoral. Pero más allá de que los ingresos por esa
vía supuestamente no fueron reportados a los accionistas, como lo marca la ley,
el autor anónimo de la carta también sugiere una violación del Acta de
Prácticas Corruptas en el Extranjero, que hace ilegal que se le hagan pagos a
funcionarios extranjeros para obtener beneficios empresariales. La carta alude,
como un ejemplo, al consultor Juan Ignacio Zavala, cuñado del expresidente
Felipe Calderón.
De acuerdo con la carta, Televisa le paga
mensualmente a Zavala 116 mil 306 pesos con 67 centavos, a través de su
subsidiaria Terma, S.A. DE C.V., que es una inmobiliaria, como agradecimiento
“por haberles facilitado acceso y citas con autoridades regulatorias”, y
ayudarles a que Bernardo Gómez, el poderoso vicepresidente para asuntos
políticos de Televisa, mal visto por Calderón, pudiera regresar a México de un
autoexilio en San Diego. Es cierto que la relación de Gómez con Calderón no era
buena, y que el acceso ilimitado que tenía en Los Pinos de Vicente Fox y Marta
Sahagún se acabó y se fue a San Diego. También es cierto que Zavala se fue al
ostracismo durante el gobierno de su cuñado, sin mucha influencia real en esa
administración. Desde el año pasado está en la nómina de Televisa, con un
salario de 50 mil pesos, por consultorías en eventos que organiza la empresa,
como el Teletón.
En todo caso la carta, si en efecto se envió,
obligará al Departamento de Justicia a iniciar una investigación y los
accionistas gradualmente comenzarán a hacer preguntas. Hasta este momento, la
denuncia que se hizo pública, no ha tenido un costo en el valor de las acciones
de Televisa en Nueva York, pero su pesadilla apenas comienza.
Mañana: Un topo en Televisa.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
[Usted acaba de leer un artículo de
opinión cuyo contenido refleja el punto de vista del autor.]
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