BAJO
FUEGO
❍ Tiro certero
[Por José Antonio Rivera Rosales]
La
División de Inteligencia de la Policía Federal se anotó un triunfo contundente
al detener a una célula de seis sicarios conocidos en el submundo de la
delincuencia con el mote de Los Rusos, autores de decenas de asesinatos que de
enero a la fecha dispararon la tasa de homicidios violentos en el puerto de
Acapulco.
Fuentes extraoficiales
revelaron que los homicidas fueron cuidadosamente buscados por los agentes de
inteligencia hasta que, ya ubicados, solicitaron orden de cateo ante un juez
federal para evitar que una eventual defensa legal los ponga en libertad por
irrespeto al debido proceso.
Los sicarios fueron
detenidos en un domicilio del Fraccionamiento Club Deportivo, lugar de
residencia de familias económicamente solventes y, por ello mismo, una zona en
la que jamás se pensaría como refugio de asesinos sanguinarios. Habitualmente
los homicidas bajo sueldo se esconden en las zonas marginales o inclusive fuera
del puerto de Acapulco. Por eso es tan atípico encontrar a los criminales en un
área habitacional de lujo, ubicada a dos cuadras de la Costera Miguel Alemán.
Por sí misma la operación,
en la que no se hizo un solo disparo, revela un minucioso trabajo de
inteligencia que debió seguirles los pasos durante un tiempo hasta estar en
condiciones de atraparlos a todos juntos. En el apartamento que habitaban, los
federales encontraron siete armas largas y seis armas cortas, así como
municiones, equipo de radio comunicación y vehículos. Esto es, estaban bien
pertrechados.
De acuerdo con
trascendidos confiables, estos sujetos aprehendidos la madrugada del 27 de mayo
estaban bajo las órdenes de Clara Elena Laborín Archuleta, esposa del capo
Héctor Beltrán Leyva. “La Señora”, como se le conoce en el bajo mundo, desde
principios de año ordenó operaciones de hostigamiento contra sus enemigos del
Cártel Independiente de Acapulco, conocido como CIDA, lo que disparó el índice
de violencia en el puerto.
Hasta hace poco tiempo
algunas fuentes confiables habían revelado que tres grupos se disputaban la
plaza de Acapulco: La Empresa, como se hace llamar la formación criminal de los
Beltrán Leyva, las autollamadas Fuerza Especiales en Defensa de Acapulco (FEDA)
y el CIDA.
El FEDA es la formación
delictiva que integraba, entre otras personas, el aprehendido Fredy del Valle
Verdel, junto a cabecillas como David Palma Analco y otras personas más,
prófugas de la justicia. Con la captura de este criminal, trascendió que los
jefes del FEDA pactaron una alianza con La Empresa de los Beltrán Leyva con el
fin de “limpiar” la plaza.
Si es así, esta alianza de
grupos mafiosos debió pactarse en enero, cuando comenzó la racha violenta que
ha cobrado la vida de muchas personas inocentes cuyo único pecado fue negarse a
pagar la extorsión exigida por los criminales a los negocios legales e
irregulares que operan en el puerto de Acapulco.
Significaría entonces que
estamos ante una nueva amenaza para la población civil que se encuentra en
medio de un conflicto armado entre dos formaciones criminales que se van a
combatir sin dar ni pedir cuartel. La oleada violenta sucedida entre enero y
abril confirma que han ocurrido reacomodos en el crimen organizado que
preludian una nueva racha de violencia irracional e indiscriminada.
Por eso la aprehensión de
esta célula conocida como Los Rusos es, en verdad, una operación certera del
área de inteligencia de la Policía Federal que permitirá abatir la criminalidad
en el puerto, lo que redundará en una percepción saludable para la economía de
Acapulco, que está muy cerca de colapsar.
A esta célula se le
atribuyen al menos unas 30 o 40 muertes, incluidos los atentados contra los
sitios de taxis de la colonia Altos de Costa Azul, donde murieron al menos 6
personas entre taxistas y pasajeros; de Icacos, donde fueron asesinados cuatro
taxistas, y el sitio ubicado en Costera Miguel Alemán, frente a una tienda
departamental. A causa de estos atentados contra el transporte colectivo, los
conductores dejaron de prestar el servicio desde las 8 o 9 de la noche y
algunos sitios pararon labores por tiempo indefinido.
Igualmente se les imputan
los atentados contra las oficinas en Renacimiento de la Comisión de Agua
Potable, donde dieron muerte al gerente y a un jefe de área, al igual como
atacaron el centro nocturno Majestic, donde murió otro empleado de Capama,
meseros y una bailarina.
Aunque no se ha
confirmado, entre estos homicidas hay al menos tres o cuatro sicarios
provenientes de las filas del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), aliados
de los Beltrán Leyva. Ese poderoso cártel cuenta con un grupo de mercenarios
con entrenamiento militar. Inclusive, un equipo de seguridad del CJNG le
proporciona protección permanente a la señora Laborín, según diferentes
fuentes.
Las mismas fuentes
confirmaron que existe una investigación contra un empresario local que desde
hace años ha sido señalado como “lavador” del dinero de los Beltrán Leyva, y
vinculado con un conocido político guerrerense. Si la especie se confirma,
pronto veremos la intervención de la Policía Federal Ministerial de la PGR, con
una orden de aprehensión en ciernes.
Aunque la aprehensión de
este grupo de criminales sanguinarios es una racha de aire fresco en el sórdido
mundo violento en que sobrevivimos, la tarea de las corporaciones federales
debe culminar con una serie de aprehensiones que termine de una vez y para
siempre con la violencia, que ya ha cobrado carta de cotidianidad en Guerrero.
Por lo pronto, esperamos
que la investigación lleve ante la justicia a los responsables de la violencia.
[Usted
acaba de leer un artículo de opinión cuyo contenido refleja el punto de vista
del autor.]
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