BAJO
FUEGO
•Fusión de
inteligencia
[Por José Antonio Rivera Rosales]
En su visita a Guerrero la semana pasada el
secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, hizo un anuncio por demás
relevante que pasó de noche para la prensa local, no obstante las implicaciones
que tendrá para el futuro de la seguridad tanto del estado como del país en su
conjunto.
Osorio anunció la creación de un Centro
Regional de Fusión de Inteligencia (CERFI), que comenzará a operar en las
instalaciones del 27 Batallón de Infantería con sede en la ciudad de Iguala. El
anuncio no mereció mayor detenimiento por parte del círculo gobernante que
simplemente lo promocionó como un respaldo político al gobierno de Héctor
Astudillo. Así, sin más.
Empero, la trascendencia del anuncio va mucho
más allá: este Centro Regional de Fusión de Inteligencia forma parte de un
conglomerado de cinco instancias idénticas en proceso de instalación en puntos
estratégicos del país, como una nueva estrategia de seguridad nacional para
prevenir, atender o reaccionar en tiempo real ante amenazas internas o externas
a la estabilidad del país.
Es un proyecto cuyo andamiaje jurídico se
comenzó a construir en 2013 -aunque el esbozo existía desde 2012- para ofrecer
respuestas oportunas a cualquier tipo de amenaza a la seguridad nacional, todo
ello a partir de la construcción de una Ley Nacional de Inteligencia y la
integración de diagnósticos de inteligencia-contrainteligencia elaborados a
partir de la participación conjunta de la Secretaría de la Defensa, Secretaría
de Marina, Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), Procuraduría
General de la República (PGR) y Comisión Nacional de Seguridad (CNS).
Estos cinco CERFI responderán a un Centro
Nacional de Fusión de Inteligencia (CENFI), que se supone actuará como el
organismo cumbre en la construcción de inteligencia estratégica, táctica y operativa
para todo el país.
El proceso se ha desarrollado en el mayor
sigilo dadas las características del proyecto, que implica una absoluta
secrecía, pero cuyos diagnósticos se supone que modularán la actuación del
Estado Mexicano en su conjunto y, por extensión, la políticas públicas que se
aplicarán en el futuro inmediato. Es, por tanto, una decisión de la mayor
trascendencia para Guerrero y para la nación.
En el pasado reciente, la historia de los
servicios de inteligencia -carentes de una regulación efectiva en la ley- han
pasado por etapas que podrían definirse, por lo menos, como accidentadas.
En lo general, la inteligencia gubernamental
federal ha sufrido cortes cada seis años conforme se producían los relevos
sexenales en el equipo gobernante que, hasta el 2000, pertenecía a un mismo
partido, el PRI. Por contrapartida, las formaciones criminales y la disidencia
política armada han mantenido una línea de continuidad que se traduce en un
crecimiento sostenido durante los últimos 30 años, por lo menos.
En el año 2000, con el arribo inminente del
panismo a la Presidencia de la República, se produjo una ruptura dramática en
los procesos de información sensible de los servicios de inteligencia militar,
naval y civil: los mandos de entonces recibieron una orden superior para quemar
toda la información y diagnósticos de inteligencia existentes, lo que se
tradujo en la destrucción de muchísima información relevante.
Esa orden sólo pudo provenir del presidente
Ernesto Zedillo, quien privó así al gobierno de Vicente Fox de mucha
información sensible que le pudiera servir para su gestión.
Pero tampoco hacía mucha falta semejante
destrucción de inteligencia: el propio Vicente Fox, con el razonamiento
primitivo que lo caracteriza, ordenó desmantelar el servicio de inteligencia
civil, el CISEN, con el argumento de que ya no servía puesto que “la democracia
ya llegó al país”.
Así, los servicios de búsqueda de información
del gobierno federal tuvieron que recomponer la situación hasta donde los
mecanismos formales lo permitieron, especialmente los servicios militares. Pero
el CISEN quedó en una situación de completa vulnerabilidad. Tan es así que los
informes de esa instancia carecen actualmente de credibilidad.
Ello se nota en versiones que han trascendido
a través de reportes de prensa en las que se intercalan nombres de liderazgos
del movimiento social o magisterial que supuestamente militan en el movimiento
armado, en una u otra facción. Así las cosas, los mandos guerrilleros han de
estar muertos de risa.
Si es verdad que los cinco CERFI que se
instalan en el país trabajarían en la prevención de riesgos y amenazas
inclusive externas -como pudiera ser la operación de una célula terrorista en
el país-, entonces estaremos verdaderamente ante un giro de 180 grados en el
establecimiento de un verdadero sistema de inteligencia que, por necesidad,
deberá estar regulado por una Ley Nacional de Inteligencia que establezca
límites en lo que respecta a la privacidad de los ciudadanos mexicanos. Claro
que no es cosa menor.
Lamentablemente en lo que toca al gobierno
estatal su aportación sería de escasa o nula ayuda para este CERFI, por la
sencilla razón de que no existe un organismo local de análisis de inteligencia.
Porque a la fecha lo que tenemos, en lo
local, es el Grupo de Coordinación Guerrero (GCG) que funciona como una
instancia de discusión sobre temas de inteligencia, pero que dista mucho de
tener esos alcances. Hasta ahora las instancias de búsqueda de información
actúan cada cual por su lado, con un celo extremo que les impide compartir la
información.
Se supone que esa sería la principal
característica del CERFI: que todos los órganos de información, militares y
civiles, compartirían sus productos para pasar luego a la etapa de elaboración
de diagnósticos de inteligencia que permitan a la autoridad tomar decisiones y
políticas públicas con base en información verdaderamente confiable.
Significaría también que organismos cerrados,
como la Inteligencia Militar e Inteligencia Naval, podrían a disposición de ese
centro sus archivos secretos, que con seguridad contienen información relevante
sobre narcotráfico y corrupción, lo que permitiría a la autoridad civil,
señaladamente a Osorio Chong, conocer de muchos asuntos sensibles que duermen
el sueño de los justos en los sótanos de alguna oficina castrense.
Esperemos a ver cómo evoluciona este proyecto
de interés primordial para los mexicanos y, en lo particular, para los
guerrerenses.
[Usted acaba de leer un
artículo de opinión cuyo contenido refleja el punto de vista del autor.]
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