►El empresario que ahora insulta
a los mexicanos se vio envuelto en un fiasco con la construcción de 500
departamentos de lujo en Tijuana, al norte del país
CIUDAD DE MÉXICO ► Donald
Trump no siempre habló mal de México. En 2007 el empresario inmobiliario y
su familia se dedicaron mucho tiempo a destacar las bondades de Playas de
Tijuana, una zona residencial en Baja California cercana a la frontera de
Estados Unidos. “Cuando visité el sitio, quedé estupefacta. Desde ese momento,
supe que tenía que hacer algo ahí”, dijo Ivanka, la hija del magnate. Su
familia buscaba desarrollar el Trump Ocean Resort Baja, un exclusivo complejo
residencial con 526 apartamentos que costaban entre 300.000 y 3 millones de
dólares.
El proyecto se había
lanzado en una elegante fiesta en diciembre de 2006 en San Diego, California, a
38 kilómetros de donde se levantarían dos inmensas torres de lujosos
departamentos con vistas al océano Pacífico. Un vídeo mostraba una romántica
escena de olas rompiendo sobre la costa mientras una pareja caminaba por la
playa. En otra escena, un cantinero preparaba margaritas en una piscina. “Esto
va a ser algo muy, muy especial”, decía Trump en promocional de ocho minutos.
“Estoy muy orgulloso del hecho de que cuando desarrollo, tengo inversionistas
que me apoyan…Invierten en mí, invierten en lo que construyo, por esa razón me
emociona el Trump Ocean Resort”. Ese primer día Trump y su familia vendieron
122 millones de dólares y 188 unidades.
Una inmensa fotografía del
empresario de Nueva York ayudaba a vender los departamentos construidos
por la firma estadounidense Irongate Capital Partners, que ya habían
desarrollado otras propiedades con Trump en Hawái. Se excavó un gigantesco hoyo
en el suelo para comenzar a cimentar la primera torre y la obra se frenó. Hacia
finales de 2007 la crisis económica comenzó a hacer estragos en los mercados
inmobiliarios de Estados Unidos y en la industria de la construcción.
Cientos de personas
recibieron en diciembre una carta que decía que las gestiones ante el banco
alemán WestLG AC habían fracasado, por lo que los constructores se habían
quedado sin recursos para concluir la obra. La noticia fue un balde de agua
fría. Un par de meses antes los Trump habían insistido en que el proyecto
resistiría los embates de la crisis financiera. “Al mejor estilo Trump, el
Trump Ocean Resort Baja será lo mejor de lo mejor, por lo que siempre habrá
demanda”, decía un folleto entregado a clientes potenciales en octubre de ese
año.
Cuando la crisis comenzó
a apretar, en 2008, la farsa con el rostro de Trump se cayó. En enero, los
compradores —muchos de los cuales habían hecho depósitos iniciales de hasta
250.000 dólares— recibieron una carta diciendo que Donald Trump se desmarcaba
del proyecto y que no había hecho ninguna inversión, solo había rentado su
nombre para vender. Sin embargo, la peor noticia es que no había dinero para
devolver los 32 millones de dólares que aportaron los primeros compradores.
Más de 100 personas, la
mayoría estadounidenses del sur de California, demandaron a Trump por el fiasco
del Resort Baja. Un largo juicio reveló que no era la primera ocasión que Trump
trataba de sacar ventaja de la reputación de su apellido. Proyectos similares
se construyeron en Filadelfia y Florida. En ellos el magnate, ya convertido en
estrella de reality con El aprendiz, protagonizaba
un par de presentaciones al año para deslumbrar a clientes potenciales.
En uno de los juicios, en
2011, salió a la luz un contrato que señalaba que Trump alquilaba su apellido
por cuatro millones de dólares y un porcentaje de las ganancias. El texto legal
también señalaba que el empresario aparecería hasta en dos eventos de cada
desarrollo para vender departamentos, pero que no trabajaría más de seis horas
en cada uno. En las vistas los compradores señalaron que de haber sabido esto
desde un principio no hubieran adquirido las propiedades.
Fue hasta noviembre de
2013 que Trump y los demandantes llegaron a un arreglo por el fiasco del Ocean
Resort Baja. Los más de 100 quejosos se negaron a revelar la cifra millonaria
que arrancaron al magnate. “El grupo está muy satisfecho con el acuerdo”,
dijeron aLos Angeles Times Bart Ring y Daniel King, los abogados.
Durante todo el juicio
Trump dijo que la culpa era de los desarrolladores, que él solo había rentado
su nombre. Todo este juicio afectó las inversiones que la familia tenía
pensadas en México. Una de ellas en Cozumel, Quintana Roo, donde desarrollarían
Punta Arrecifes Resort. El proyecto no prosperó.
A principios de 2015,
Trump mandó un amargo tuit tras la victoria de Alejandro González Iñárritu
en los premios Óscar. “Tengo una demanda que gané en México y que no puedo
cobrar por el corrupto sistema. No hagan negocios en México”, escribió. El país
le recuerda prometedores negocios que se agriaron.
Fuente: El País
Junio/19/2015
www.libertadguerrero.net
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