Entresemana
•Dueños
del PAN
[ Por Moisés Sánchez Limón ]
Ricardo Anaya Cortés ha insistido en
deslindarse de quién o quiénes impulsan a su candidatura a la presidencia
nacional del PAN.
“No tengo dueños”, ha dicho el joven
queretano y, también, ha resuelto que no está en su agenda aspirar a la
Presidencia de la República en 2018. ¿Por qué hablar de dueños cuando se le
pregunta si es o no el gallo de Gustavo Enrique Madero Muñoz para sucederle?
Esa es una perogrullada porque es indiscutible el vínculo Madero-Anaya.
Pero, más allá de lo fuerte y ofensiva que
resulta la referencia de que no tiene dueños, porque implicaría servidumbre,
pertenencia, una marioneta al servicio de los intereses que pretenden retornar
a la Presidencia de la República, estamos frente a la práctica del arte de
engañar con la verdad.
Por eso, amén de insistir que no tiene
dueños, Anaya evita deslindarse de Gustavo Madero, se abstiene de la referencia
directa, zigzaguea en esto de negar con todas sus letras que sea el gallo del
virtual diputado federal electo en funciones de presidente nacional del PAN.
Sin embargo, lo descalifica cuando dice que
no ha decidido –prematuramente y en primera persona como dirigente nacional del
PAN—que Madero vaya a ser el coordinador de los diputados federales en la LXIII
Legislatura en el Congreso de la Unión, más en esto de que Acción Nacional no
puede seguir como está y que, por ende, requiere de un cambio profundo.
Visto así, el juego del joven Anaya es
elemental. Despojarse de cualquier sociedad con los prohombres del panismo para
estar en condiciones de emprender una singular refundación del partido, cuando
esto sería gatopardismo al servicio del interés de un grupo mixto, es decir, de
calderonistas, maderistas y los personales de quien, sin duda, será a partir de
agosto próximo el sucesor de Gustavo Enrique Madero.
Porque nadie duda de que Juan José Rodríuez
Prats y Javier Corral Jurado junto con Francisco Ramírez Acuña no ganan una
elección de simpatías en su colonia y, por tanto, hacen el papel de patiños
–con todo respeto a los grandes patiños como Viruta y El Chicote—en este juego
de la sucesión presidencial en el Partido Acción Nacional.
La apuesta es aplicar una sui generis
limpieza en el PAN y que el presidente del equipo que habrá de operar la
nominación del candidato albiazul a la Presidencia de la República esté libre
de sospecha de pertenencia a un grupo.
Aunque la apuesta es a la desmemoria porque
fue pública, merced al protagonismo de Maximiliano Cortázar –sedicente experto
en medios de comunicaciones y actualmente en funciones de alter ego de Rafael
Moreno Valle Rosas—la difusión de la foto e información del encuentro privado,
convocado por el gobernador poblano dizque para festejar a los candidatos
panistas triunfadores y, en ese cónclave, un invitado especialísimo fue Ricardo
Anaya Cortés.
Grupo interesante éste en el que participa el
senador Javier Lozano Alarcón, aliado incondicional de Moreno Valle, quien
tendrá incrustado en el próximo grupo parlamentario del PAN en la Cámara de
Diputados, a Eukid Castañón Herrera, su operador de todas las confianzas. ¿Será
que Eukid coordinará a la diputación federal panista?
Concediéndole el beneficio de la duda, es
posible que Ricardo Anaya no tenga dueños porque es un político que ha
demostrado, con largueza, sus virtudes políticas. Pero no puede negar
pertenencia a un grupo del que sólo es una pieza, importante por supuesto, pero
al final una pieza de este engranaje que se ha trazado la meta de recuperar el
máximo cargo de elección popular de México: la Presidencia de la República.
Y Rafael Moreno Valle Rosas, quien debe
entregar el cargo de gobernador de Puebla en febrero de 2017, es la pieza de
este grupo del que forma parte Anaya. Porque, salvo que opere un milagro,
Margarita Zavala Gómez del Campo podría posicionarse de aquí a
septiembre-octubre de 2017 cuando arranque el año electora que, en julio de
2018, concluirá con la elección del sucesor de Enrique Peña Nieto.
“Quiero ser un Presidente con una fuerte
independencia para tomar las decisiones que el Partido y el país necesita”,
dijo el sábado último e insistió: “No tengo dueños y mi único compromiso será
con los militantes”.
Refundar al PAN no es una tarea sencilla, mas
con el respaldo de un grupo integrado por quienes habrán superado diferencias,
merced a una operación cicatriz convocada por Moreno Valle Rosas, no será
imposible y estará desbrozada de quienes, como Javier Corral o el demócrata
Rodríguez Prats, sueñan con hacerse del control del partido y llevarlo de
retorno a lo que ellos llaman sus orígenes doctrinarios.
Aunque olvidan que, como en todas partes,
nadie es indispensable. Hace poco más de dos décadas el grupo doctrinario de
vasconcelistas renunció al PAN y lo único que pasó es que, en menos de los que
se imaginaron, ganaron la Presidencia de la República. ¿Negociaron los dueños
del PAN, en esos días, con Ernesto Zedillo el cambio de estafeta? Todo indica
que sí, incluso sin que Vicente Fox supiera que iba a ser Presidente. ¿Anaya no
tiene dueño? Digo.
LUNES. Y qué decir de este grupo encabezado
por el ex gobernador interino de Nuevo León y ex senador y ex miembro del
gabinete de Vicente Fox, el abogado y empresario Fernando Elizondo Barragán que
perdió la elección de gobernador en 2009 frente a Rodrigo Medina y el año
pasado renunció al PAN por diferencias con la administración de Gustavo Madero,
para ser nominado nuevamente a la candidatura del gobierno nuevoleonés, por el
partido Movimiento Ciudadano, pero finalmente declinó para sumarse a la
candidatura independiente de Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón “El Bronco”,
quien ganó la elección del pasado 7 de junio. ¿Otros dueños? Conste.
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