ESTRICTAMENTE PERSONAL
• ¿A
quién le habla el Papa?
[ Por
Raymundo Riva Palacio ]
Cuando nombró recientemente al arzobispo de Morelia, Alberto Suárez
Inda, nuevo cardenal mexicano, el Papa Francisco confirmó las señales de lo que
venía pensando sobre México. Algunos mensajes ya había enviado. Unos
fueron públicos, como los dos artículos críticos del gobierno mexicano por la
desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, publicados el año pasado en L’Osservatore
Romano, el órgano oficial de la Iglesia Católica, a lo que siguió la petición
privada de Francisco para que en el viaje programado a México en marzo, le
dieran facilidades para oficiar una misa en Guerrero. La petición fue denegada
y la visita pasó a mejor vida. Pero el tema no ha parado.
La jerarquía católica ha tomado partido en el tema de Ayotzinapa. El
22 de diciembre, el Nuncio Apostólico, el equivalente a embajador vaticano en
México, Christophe Pierre, oficio una misa de Navidad en la Escuela Normal
Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, en donde dijo: “La Iglesia
camina con ustedes. Lo peor cuando uno sufre es sentirse solo. Yo sé que
ustedes no están abandonados. ¡Estamos con ustedes! ¡También el Papa está con
ustedes!”. Es cierto. La Iglesia Católica y los laicos se han sumado a la causa
de manera decidida. Siguen la línea de El Vaticano aunque, por los últimos
mensajes, quizás se excedieron.
El cardenal Suárez Inda parece portador del nuevo mensaje papal.
Durante una conferencia de prensa este lunes en Roma, habló de “manipulación”
de los padres de los normalistas y de intentos de “insurrección”. Su lenguaje
es insólitamente duro para un prelado, pero absolutamente claro para lo que
quiere transmitir El Vaticano. “Percibo que hay una cierta manipulación y una
cierta tendencia política, de intereses que se aprovechan del dolor de los
padres de familia para provocar insurrecciones”, afirmó el cardenal.
¿En qué está pensando el Papa? O quizás, ¿qué información tiene El
Vaticano? En este espacio se recordó hace pocas semanas cómo las organizaciones
católicas han jugado un papel central en la lucha contra las
desapariciones forzadas, y que algunos de sus cabezas, viejos luchadores por la defensa de las garantías individuales, estaban muy
activos en el caso de Ayotzinapa.
Uno de ellos era Emilio
Álvarez Icaza, secretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH), quien durante largos años ha trabajado por años con el laico
Miguel Álvarez Gándara, director de Servicios y Asesoría para la Paz (Serapaz),
que fundó el finado obispo Samuel Ruiz. Ellos lo propusieron para ser
Premio Nobel de la Paz, y jugaban un rol clave, muy poco explorado aún, con el
EZLN en Chiapas, donde uno recaudaba fondos y el otro generaba spin mediáticos
cuando había que elevar de atención un tema.
Álvarez Gándara
era el operador político del obispo Ruiz, y responsable de las redes de
financiamiento para la guerrilla en Chiapas, principalmente de la Universidad
Católica de Lovaina, pero también de fundaciones alemanas, españolas y
holandesas. Está vinculado con la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la
Educación de Guerrero, a través de Minervino Morán y Gonzalo Juárez, ex
secretario general de la disidencia magisterial, y a Vidulfo Rosales, el
abogado de los padres de los normalistas de Ayotzinapa, quienes tienen vínculos
con los movimientos armados guerrerenses.
Álvarez Icaza y
Álvarez Gándara son los más visibles, pero no los únicos. Dentro del Movimiento
Popular de Guerrero, la organización paraguas que agrupa a las organizaciones
antisistémicas que buscan crear de ese estado una entidad autónoma, se
encuentran dos sacerdotes con un papel muy activo en la zona de La Montaña,
donde se encuentran la zona de mayor incidencia guerrillera.
Se trata de Mario
Reynaldo Campos Hernández, el cura de Tlapa de Comonfort, que es uno de los
principales organizadores de los grupos de autodefensa. El otro es Hugo Melitón
Santillán Cantú, cura en Xalpatláhuac, relacionado con Eliseo Villar Castillo,
uno de los comandantes de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias,
y ligado a la Unión de Pueblos Organizados del Estado de Guerrero, que tiene
ramificaciones con la guerrilla.
Los curas de la
zona de La Montaña pertenecen a una nueva generación de sacerdotes católicos
vinculados a los movimientos sociales y armados. Campos Hernández incluso, dijo
el 31 de marzo de 2013 en la asamblea comunitaria de los grupos de autodefensa
en Ayutla de Los Libres: “Llevamos años organizándonos, preparándonos, y en
este momento tan delicado que vive la nación y ante el descrédito de las
autoridades, hemos decidido movilizarnos”. En efecto eso sucedió, y el año
pasado las autoridades guerrerenses frustraron un levantamiento armado
precisamente en ese municipio de la Costa Chica.
Por las palabras
del cardenal Suárez Inda, El Vaticano está preocupado que detrás de la demanda
justa de justicia por el crimen de los normalistas de Ayotzinapa,
se prepare la insurrección. La guerrilla ha venido concretando su proyecto
insurreccional en Chiapas, Guerrero y Oaxaca, llamado La Línea de la
Esperanza, que busca instaurar un Estado dentro del Estado. Eso no va a
suceder.
El Estado
Mexicano no se va a quebrar y ante la amenaza final, es de temerse una
respuesta drástica por lo desesperada. En ese momento, quienes hayan sido
manipulados serán arrastrados a la violencia, convirtiéndose en la carne de
cañón para fines que nunca fueron los suyos. La Iglesia Católica debe ver lo
que empieza a surgir en el horizonte mexicano y, cuando menos, querrá salvar a
los suyos.
Twitter: @rivapa
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