ATOYAC DE ÁLVAREZ ► Acompañado
de dos presencias que ya no están, pero cuyo recuerdo sigue vivo, más vivo que
nunca. Que no se irá jamás.
Fue ahí, en el mismo patio de la casa
que hace 25 años lo vio nacer, correr, crecer, hasta convertirse en hombre y
decidir que un día sería maestro normalista: la casa que tienen, en la Y de
Atoyac, don Jorge Herrera y doña Elizabeth Pino, padres de Jorge Alexis, el
joven a quien una bala policiaca cegó la vida aquel infausto 12 de diciembre
del 2011.
A poco más de tres años de la partida
de Alexis, las puertas de su hogar fueron abiertas por sus padres, este viernes
6 de febrero, para una reunión entrañable, de amigos.
Eran las tres de la tarde con 45
minutos, cuando doña Elizabeth y don Jorge dieron la bienvenida al gobernador
Rogelio Ortega, con su esposa Rosa Icela a su lado.
Sin formulismos, ni investiduras de
ninguna especie, dos hombres se abrazaron y reconocieron un mismo dolor en
ambos; el mismo que también compartió enseguida el gobernador con la madre de
Alexis.
Sobraron las palabras, pero no
estuvieron de más: “Mis respetos, don Jorge, doña Elizabeth…”.
Segundos eternos en los que la memoria
trajo a la mente de todos la imagen de “el buen güerito”, del joven a quien
apasionaban el beisbol y el futbol, del hombre al que su tía Evelia, sus
hermanos, sus amigos y todos quienes lo conocieron recuerdan como “alguien al
que nunca se le borraba la sonrisa de la boca, alguien que siempre estaba de
buen humor y que quería ser alguien en la vida para ayudar a los más pobres”.
Alguien que decidió irse a estudiar a
la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, luego que su primo fue secuestrado en
Atoyac y quien nunca quiso que sus padres y su familia cargaran con el peso de
pagar una colegiatura en alguna universidad privada.
Presentes también, don Gabriel
Echeverría y sus hijas, Claudia y Reina, familia de Gabriel Echeverría de
Jesús, el otro joven que acompañó en la muerte a Alexis, en el desalojo que
policías hicieron en la Autopista del Sol, en Chilpancingo.
Con ellos fue igual el encuentro. El
abrazo solidario, el dolor compartido. Ellos viven en Tixtla, pero quisieron estar
también. Y cómo no, si hay heridas que no cierran, que siempre estarán ahí, en
un patio, en una casa, en el campo que se recorre todos los días, en todo lo
que alguna vez y ahora, fue parte de la vida de sus hijos: Gabriel y Alexis.
Por ellos fue el encuentro, por ellos
la comida, por ellos las palabras cruzadas, por ellos la solidaridad.
“Siempre han contado con mi apoyo, con
mi indignación compartida con ustedes por ese crimen. Y siempre seguirán
contando conmigo, en todo lo que yo pueda”, les dijo Rogelio Ortega y les
ratificó el gobernador, mientras caminaban hacia el altar que la familia
Herrera Pino ha levantado ahí, en el patio de su casa, para no dejar de
recordar ni un solo día a su hijo, Alexis.
La generosidad de la familia Herrera
Pino, ofreció al gobernador una comida, con “el pescado a la talla más rico que
se pueda comer en todo Guerrero”, y una paella igualmente singular.
Dos horas después, el encuentro
terminó: “Llévese unos cocos gobernador”, ofreció el abuelo de Alexis ya de
salida, mientras un nuevo abrazo sellaba la solidaridad compartida, ahí, en ese
patio de la casa que un día vio nacer a Alexis, el mismo patio de la casa donde
lo velaron aquellos tristes días de diciembre. El mismo sitio donde este
viernes fue recibido el gobernador de Guerrero, Rogelio Ortega Martínez.
Por
Staff de Redacción
Febrero/06/2015
www.libertadguerrero.net


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