ACAPULCO
(www.libertadguerrero.net).- Comercios cerrados y calles desoladas
lucieron este viernes 17 de octubre en Acapulco, como si se tratara de
un día feriado, no hubo clases, cerraron los bancos, las oficinas de gobierno,
la mayoría de restaurantes, tiendas y establecimientos de servicio
dieron descanso a sus trabajadores y el transporte público desaparecio
de las calles.
La
habitantes del puerto decidieron no salir a la calle ante el riesgo de
que degenerara en actos vandálicos, como ocurrió el pasado lunes 13 de
octubre en Chilpancingo, la marcha anunciada para realizarse en Acapulco
y exigir la localización y presentación con vida de 43 estudiantes
normalistas desaparecidos hace 20 días en Iguala.
Los
comerciantes sellaron puertas, cortinas y ventanas de sus negocios.
Acapulco amaneció desolado, las calles del centro de la ciudad y algunos
tramos de las avenidas Ruiz Cortines, Cuauhtémoc y Costera Miguel
Alemán sin vehículos ni peatones. Las playas lucían vacías. La aparente
calma desapareció a mediodía cuando una marea humana rompió el silencio
que privaba en las calles del puerto.
Desde
tres puntos marcharon más de 8 mil personas, Los contingentes se
congregaron en Calzada Pie de la Cuesta, a la altura del Diario 17; La
Cima y Centro de Convenciones. Las columnas humanas se unieron en La
Diana donde culminó la jornada de protesta.
Contra
todos los pronósticos, la marchas se desarrollaron en completo orden y
en paz, incluso restauranteros distribuyeron agua, naranjas, tortas,
café y pan a los participantes en la movilización, iniciativa a la cual
se sumaron varias familias que se apostaron en la costera para esperar
el paso de las columnas humanas y distribuir bolsas de agua para la
rehidratación de los marchantes.
Las marchas arrancaron alrededor de las 11 horas al grito de “¡Queremos justicia, queremos la verdad! ¿Dónde están?”, aunque estaban programadas para las 9:00 horas, en la zona costera del Acapulco tradicional y no hacia la zona Diamante.
Las marchas arrancaron alrededor de las 11 horas al grito de “¡Queremos justicia, queremos la verdad! ¿Dónde están?”, aunque estaban programadas para las 9:00 horas, en la zona costera del Acapulco tradicional y no hacia la zona Diamante.
La
lluvia intensa que se registró no detuvo el andar de los manifestantes
que a gritos pedían la representación con vida de los 43 de la escuela
normal rural “Raúl Isidro Burgos”, localizada en la comunidad de
Ayotzinapa, municipio de Tixtla.
Presuntamente
los estudiantes fueron capturados durante la noche del 26 y madrugada
del 27 de septiembre, tras un enfrentamiento con policías en Iguala y
entregados a integrantes del grupo delictivo Guerrero Unidos. En los
hechos violentos fallecieron tres estudiantes y tres civiles. El caso
tiene en vilo al país entero por el hallazgo de narcofosas con decenas
de cadáveres que, según las autoridades, no corresponden a los
estudiantes.
Esta
ha sido por ahora la mayor demostración de fuerza y hartazgo de los
ciudadanos desde que ocurrieran los hechos en Iguala, donde los alumnos
dela normal de Ayotzinapa se enfrentaron con la policía municipal y en
la refriega murieron seis de ellos.
La
marcha de Acapulco la encabezaron los padres de los alumnos
desaparecidos. “Venimos a que nos los devuelvan. Ahorita. Quiero que se
venga conmigo a casa esta misma tarde”, decía el padre de José Manuel
González, uno de los 43 muchachos.
Los
normalistas, como se conoce a estos estudiantes de magisterio que
proceden de familias pobres y cuyo futuro laboral es dar clase en las
escuelas más remotas de las montañas, volvieron a dejar claro que están
dispuestos a todo en caso de que se estanque la investigación. “Le
daremos en su madre al Gobierno”, corearon.
La
manifestación fue convocada por el sindicato de profesores y
organizaciones campesinas de los alrededores. Se sumaron ciudadanos
hastiados de la situación de seguridad de un país que parecía encaminado
a discutir en los próximos años sobre las reformas estructurales que
proponía el Gobierno, pero que ha visto cómo por el retrovisor se
acercaba el fantasma de la violencia.
“Este
tema ha rebasado al Gobierno. Trascendió nuestras fronteras. Que las
autoridades den resultados o se disuelvan. No podemos seguir así”, decía
un dirigente sindical del Estado de Oaxaca. Los manifestantes pedían a
los vecinos que se asomaban por las ventanas que se unieran a la
protesta. "Si no me doliera la rodilla, ahí iba", decía doña Dolores,
una acapulqueña que veía a la multitud a través de los cristales de un
restaurante.
La marcha se produce en un momento de inestabilidad política en Guerrero. El puesto del gobernador Ángel Aguirre, pende un hilo.
Lázaro
Mazón Alonso fue obligado por el gobernador a dejar el cargo, tras
conocerse que él fue la persona que recomendó para su cargo al alcalde
de Iguala, José Luis Abarca Velázquez, el principal sospechoso del rapto
de los estudiantes y quien se presume tiene nexos con el crimen
organizado.
El
Gobierno del presidente Enrique Peña Nieto tampoco ha ofrecido
resultados por el momento. La policía y los militares han encontrado
fosas con cuerpos calcinados en los cerros que rodean Iguala, pero los
primeros resultados forenses indican que no pertenecen a los
estudiantes.
No
había mejor escenario para una marcha de este tipo que Acapulco. El que
fuera una destino turístico de primer nivel mundial en los años ochenta
y noventa se fue poco a poco deteriorando por la violencia y el avance
de los grupos criminales en la región.
La
calidad de sus playas y la buena oferta hotelera que ofrece este
enclave del Pacífico mexicano no fue suficiente para contrarrestar el
avance de los señores de la droga. Acapulco se vació. Ahora poco a poco,
con algunas iniciativas empresariales, intenta recobrar el brillo de
antaño.
Sofía,
una vecina, sostenía una pancarta: “A nosotros también nos afecta el
crimen organizado”. ¿Cómo? “Hace como un mes estaba con mi carro en un
semáforo cuando tres tipos armados me abrieron la puerta y me sacaron.
Justo detrás había una patrulla de policía. Me acerqué para pedirles
ayuda. ¿Sabe lo que me dijeron esos pendejos? Esta no es nuestra zona,
no podemos hacer nada. Así nomás”.
Durante la marcha no se registró ningún incidente o hecho violento, y tampoco se hizo presente la policía antimotines.
Según
cifras de los organizadores, se registró la participación de unos 20
mil asistentes, mientras que cifras de la Secretaría de Seguridad
Pública estatal reportó 5 mil.
También hubo presencia de manifestantes de Oaxaca y Michoacán. La marcha fue encabezada por los padres de
familia de los 43 normalistas desaparecidos.
Los maestros advirtieron al inicio que la marcha
se realizaría de forma pacífica, a la vez lamentaron la campaña "de
miedo" realizada por las autoridades municipales de Acapulco y del
gobierno del estado para anunciarle a la gente que habría disturbios y que no
salieran de sus casas.
En el transcurso de la marcha, algunos participantes colocaron pintas en vallas publicitarias y algunas tiendas con aerosol con mensajes como: "Vivos se los llevaron, vivos los queremos".
Aunque el gobierno estatal anunció que mil 500 policías estatales estarían en el puerto de Acapulco con motivo de la marcha, al menos en el trayecto no se observó a ningún agente, todos permanecieron replegados en el interior del Centro de Convenciones y la zona de Caleta.
En el transcurso de la marcha, algunos participantes colocaron pintas en vallas publicitarias y algunas tiendas con aerosol con mensajes como: "Vivos se los llevaron, vivos los queremos".
Aunque el gobierno estatal anunció que mil 500 policías estatales estarían en el puerto de Acapulco con motivo de la marcha, al menos en el trayecto no se observó a ningún agente, todos permanecieron replegados en el interior del Centro de Convenciones y la zona de Caleta.
Por Staff de Redacción
Octubre/17/2014
www.libertadguerrero.net
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