Leo Zuckermann: si los pobres ni leen
Si se atiende la lógica de Zuckerman de que para qué subsidios al libro si los pobre ni leen, se estaría condenando aún más a la indigencia lectora a las clases más desfavorecidas de este país, que es la mayoría, y eso sólo puede ser pensado por una mente infame y desgraciada.
Por Jeremías Marquines
Leo Zuckermann ha vuelto a escribir para justificar su propuesta de que desaparezca el subsidio estatal al libro porque dice que terminan embodegados y además es mucha la burocracia que está involucrada en su distribución y venta. Dice que esos subsidios al libro no benefician a los más pobres porque esos no leen, a los que beneficia, dice, es a las clases medias porque son las que más leen; y por último, evade el fondo del debate sobre la actuación del salinista José Carreño Carlón, director del Fondo de Cultura Económica (FCE), que organizó un show en esa institución para el lucimiento personal de Peña Nieto. Lo evade diciendo que “el problema es que en México las instituciones del Estado a menudo se convierten en instituciones de gobierno, es lo que ha pasado en el Fondo como muchas organizaciones que supuestamente apoyan la cultura”.
El problema con Zuckermann como ocurre con todos los que intentan imponer su visión ideológica, es que siempre reman contra la realidad. Primero, exige, dice, sugiere que se acabe el subsidio del libro por parte del gobierno, es decir, pide que las universidades no publiquen libros porque se quedan embodegados, propone pues la desaparición de instituciones del Estado que publican libros como Conaculta, el Fondo de Cultura y los institutos culturales de los estados. Zuckermann no está de acuerdo que sus impuestos se usen para este fin, porque se pregunta: ¿es ésta la mejor manera de gastar el dinero público? Y aquí entra en un enorme enredo.
A mi parecer creo que publicar libros y gastar el dinero público -que aparte es una minimadre del presupuesto cultural- en libros, sí es mejor inversión que gastar en subsidiar grupos como Nexos del que él forma parte. El Grupo Editorial Nexos, del cual él recibe una ganancia, ha subsistido parasitando del erario público desde su fundación y del tráfico de influencias, pues no de otra manera se entiende la contratación de cursos y conferencias que logran con distintos gobiernos estatales y el federal. Ese sí es dinero y recursos públicos mal invertidos porque sólo va a parar a unas cuantas manos.
Para este hombrecillo es malo que se subsidie el libro por parte de las instituciones del Estado, pero no es malo que se subsidie, vía contratos de adjudicación directa, vía contratos de publicidad gubernamentales, vía tráfico de influencias a Grupos culturales mafiosos como Nexos del que forma parte activa. ¿Debe el dinero de los contribuyentes subsidiar a grupos privados como Nexos? Para tener una información más detallada de los negocios de Nexos con Peña Nieto pueden consultar este enlace de la Revista Proceso: http://www.proceso.com.mx/?p=312658.
Se entiende que Zuckermann trata de defender su ideología neoliberal que propone destruir todo lo concerniente a la intervención del Estado en favor de los ciudadanos y traspasar esa intervención y recursos públicos a la iniciativa privada. Zuckermann habla de una industria editorial de grandes conglomerados privados que se dan cita en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), primero debe este señor aclarar con qué dinero se hace esta FIL, ¿es el dinero de los grandes conglomerados privados el que paga pasaje, hospedaje y alimentación de los invitados? ¿Acaso Grupo Planeta, Alfaguara, y demás editoriales ha invertido un peso para su realización? Que se sepa la FIL le cuesta al gobierno, es dinero de la Universidad de Guadalajara, gobierno estatal, federal y otras instituciones públicas, el año pasado según notas de prensa tuvo un costo de 80 millones de pesos, la mayor parte de esa inversión fue dinero de los contribuyentes, entonces de qué madres habla Zuckermann.
En su artículo: Yo no quiero que el Estado me subsidie libros, este individuo muestra su visión clasista de la lectura. Afirma que los pobres por ser pobres son pendejos, es decir, no leen, porque no tienen para comprar libros. Sin embargo, dice que son las clases medias las que más leen y compran libros. Todo esto lo asegura basado en la Encuesta Nacional de Lectura que realizó una institución que él sugiere desaparecer: el Conaculta. Decir que más de 40 millones de mexicanos no leen porque son pobres es una verdadera estupidez, no es condición ser pobre para no leer, porque tampoco leen los que tienen dinero para comprar libros (Peña Nieto es un ejemplo), y cuando leen, la mayoría compra libros basura que publican, para beneplácito de Zuckermann, las grandes compañías libreras, y eso es como no leer. Si se atiende la lógica de Zuckerman de que para qué subsidios al libro si los pobres ni leen, se estaría condenando aún más a la indigencia lectora a las clases más desfavorecidas de este país, que es la mayoría, y eso sólo puede ser pensado por una mente infame y desgraciada.
Son las universidades públicas, los gobiernos estatales y las instituciones del Estado como Conaculta y el Fondo de Cultura los que enriquecen el universo librero y las opciones de lectura de las y los ciudadanos publicando a los creadores de este país (jóvenes y viejos) que, sin esa facilidad, jamás podrían hacerlo en las editoriales privadas que sólo priorizan las ventas de chatarra libresca por encima de la creación y el pensamiento. Si así fuese, estaríamos igual de jodidos que los países de Centro y Suramérica donde los gobiernos no invierten en los creadores.
Yo estoy satisfecho que si la mayoría de la clase media y una parte significativa de los pobres resulta beneficiada con los subsidios al libro está bien. Me da gusto que mis impuestos sirvan para eso y no para engordar parásitos del sistema como Zuckermann. En México, lo sabe don Leo, no existen “empresas” que vivan sin recibir dinero del gobierno, dinero de los contribuyentes, subsidios gubernamentales que vía cualquier recursos que se inventen, siempre será dinero público, porque así es como se construyen las “empresas privadas” en este país, llámense periódicos, o televisoras, como en la que trabaja, construida con dinero público y casi regalada a Salinas Pliego. ¿Entonces de qué carajo habla Zuckermann?
Por último, el centro del debate era, si el lacayismo de Carreño demerita a una de las pocas instituciones del Estado de las que podíamos sentir orgullo, y si ese hecho, el usarla para darle lucimiento intelectual Peña, a quien ni le hace falta pues como presidente de México puede sentirse todo lo intelectual que se imagine, amerita que sea separado de ese encargo. Cosa que tampoco debe discutirse tanto, porque un arrastrado, sin dignidad, ni respeto por los usuarios del FCE, como Carreño Carlón, es inaudito que aún siga al frente de esa institución.
Cuando Zuckermann dice que “el problema es que en México las instituciones del Estado a menudo se convierten en instituciones de gobierno”, es un reconocimiento de que en este país no existe un Estado, lo que existe es la voluntad única de una persona o un grupo que todo lo que toca lo corrompe. El PRI desde siempre borró esa delgada línea entre Estado y gobierno para gobernar como una democracia imperial. De allí que no es de extrañar que las llamadas instituciones del Estado estén al servicio, no de los ciudadanos, sino de las necesidades e intereses del gobernante y su séquito. Pero discutir esto es sumamente ocioso. Lo real, es que José Carreño Carlón debe ser cesado por lo que hizo.
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