Jefazo…
Es cierto. Minimizar los hechos de violencia que se registran en el estado, no sólo en Chilpancingo o Acapulco, como lo hace tu gobierno a través del secretario general de Gobierno, Jesús Martínez, es como cerrar los ojos ante ésta para evitar verla.
Y es que, salvo las autoridades, que no la ven, ni la sienten, la violencia, producto de la inseguridad pública existente, es “el pan nuestro de cada día”, lo que parece no importarles, y cómo va a serlo, si el secretario, por ejemplo, se traslada en camioneta blindada y tiene a su servicio un puñado de guaruras que lo cuidan y además vive en una casa protegida por policías, perros y cercada con alambre de púas?
Por eso es que don Jesús Martínez minimiza los hechos de violencia que se dan en el estado, porque no vive como cualquier ciudadano común que día a día tiene que encomendarse a Dios para regresar a su casa sano y salvo, para no ser víctima de la inseguridad pública que ya no sólo está en las calles.
Bien dice el dicho que “nadie sabe cuánto pesa el morral, más que el que lo carga”, y sin duda que por eso el gobierno del estado, o mejor dicho, los funcionarios de gobierno, minimizan los hechos de violencia que día a día se cometen, es decir, porque no la han vivido de cerca o no los ha tocado en su persona o en su familia.
Ojalá y nunca ocurra, porque entonces sí sabrían estos funcionarios insensibles al dolor, a la angustia y al miedo, lo que se vive entre la gente común, y más en aquellos que por cualquier motivo, causa o razón, han sufrido en carne propia o en su familia la violencia en sí. Ojalá y no, porque entonces sí van a saber lo que es sufrir un secuestro, un levantón, o el haber perdido a un ser querido.
Te decía en alguna ocasión, Jefazo, que me niego a creer que seas insensible al dolor humano, que no te importe lo que le pase a los guerrerenses, situación que por cierto, no es poca cosa, pues a parte de la pobreza existente en el estado, que no sólo en la región de la Montaña, en la Sierra o en la Costa Chica, por ejemplo, el ciudadano común tiene que vivir con el Jesús en la boca por la delincuencia existente.
Sí. Me niego a creerlo, porque tú también tienes hijos y demás familiares, y aún y cuando hoy por hoy viven como reyes, protegidos por guaruras y vehículos blindados, este modo de vivir no es eterno, y tú, por ejemplo, en poco más de un año volverás a ser mortal y en consecuencia a ser un ciudadano común corriente.
Deveras, Jefazo. Ojalá y aunque sea por error te disfrazaras como aquel que lo hacía para recorrer su reino, confundido como un súbdito común, y enterarse de primera mano cómo vivía la gente. Si lo hicieras, te darías cuenta que la realidad dista mucho de lo que te dicen tus jilgueros y tus empleados que, con tal de no incomodarte y tenerte contento te dicen lo que quieres oir, después de un ¡Sí Jefe!, o ¡Lo que usted diga, Jefe!
Y te darías cuenta, también Jefazo, que la iniciativa de aborto hasta las 12 semanas de gestación que firmaste para tener contentas a un grupo de féminas por fuera, lo que ha dividido a los guerrerenses, no es lo más importante en este momento en el estado, sino el combate a la delincuencia y la prevención del delito, pero no con más polícías y armas, sino generando mejores condiciones de vida a través del estudio y el empleo, a fin de evitar que nuestros jóvenes sean presa fácil de la delincuencia.
¿Alguna vez, Jefazo, te has preguntado o imaginado el daño que ha causado la delincuencia en las familias que, por estar en el lugar equivocado alguno de sus miembros, o incluso por error, ha perdido la vida, o ha sido objeto de un secuestro o levantón? Yo creo que aún no, pero ojalá y lo hicieras, para que por un momento imaginaras el dolor, la rabia o el miedo que viven.
Espero escribirte pronto, aunque ya ni sé si vale la pena.
Julio651220@hotmail.com
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