ENTRESEMANA
Oportunistas
Por Moisés Sánchez Limón
De que los hay, los hay. Vicente Fox Quesada, tal vez luego de recetarse un churro de achicalada golden cola de borrego, llegó a la conclusión de que, como Presidente, fue mejor que Benito Juárez García. Poco le falta para autodenominarse “benemérito de San Pancho”.
En el caso de Pablo Salazar Mendiguchía no se le conoce afición por la cannabis, pero con esa declaración comparándose con Nelson Mandela, de quien dice haberse inspirado para soportar el tiempo que pasó en chirona como “preso político”, despierta sospechas de que pueda ser metodista, porque le mete a todo.
En el plan serio, los desplantes de Fox y de Salazar son explicables en aquel mal que sufren los políticos cuando dejan el poder o añoran los días en que eran centro de atención nacional y sus cortesanos les rendían culto a la manera del espejo de la malvada madrastra que, a modo, alababa sus yerros convirtiéndolos en atinadas decisiones, aunque al final dieron al traste con la economía nacional y estatal.
Fox fue autista en la Presidencia y dio manga ancha al panismo que se enriqueció a la vera de doña Marta Sahagún, mientras Salazar Mendiguchía persiguió a sus enemigos y a los críticos de su administración. Conrado de la Cruz y Conrado hijo pagaron con la vida haber cuestionado al gobierno de Salazar en su periódico Cuarto Poder.
Vicente Fox ha sido un exitoso ex presidente convertido en ocurrente personaje de risibles declaraciones y ocurrencias que buscan prender en el ánimo ciudadano, como es el tema de la legalización del uso y consumo de la marihuana, al grado de que en esa corriente de apoyo hay ciudadanos respetables como Juan Ramón de la Fuente. En fin.
Y Pablo Salazar ministro evangelista, se monta en la cresta de la libertad negociada y aprovecha la oportunidad para convertirse, formalmente, al perredismo que en octubre de 1999 se sumó a su candidatura al gobierno de Chiapas, cuando el PRI no le cumplió la ambición.
Era senador del PRI en aquellos años, pero se declaró independiente, es decir, renunció al PRI para buscar la nominación. Y la logró con el respaldo de los partidos de oposición, incluso el PAN y el PVEM que se sumaron, en enero de 2000 a la campaña de Salazar Mendiguchía, quien ganó la elección y comenzó a cobrar venganza de quienes le habían cerrado el paso a la nominación priista, especialmente Roberto Albores.
El caso es que el ex gobernador y ex huésped de la prisión de El Amate, ya es perredista y casualmente se suma a la causa de Carlos Sotelo, quien busca la presidencia nacional del PRD. ¡Vaya convicciones! Sobre todo cuando se aproxima la elección intermedia y los cuadros de todos los partidos sufrirán reacomodos en busca de la plataforma y estructura que se movilizará rumbo a la sucesión presidencial.
Pero, vaya, el tema es que Pablo Salazar Mendiguchía no es un tipo que pueda cumplir una promesa, como aquella que hizo en junio de 2011, cuando declaró que de prisión saldría hasta que fuera declarado libre, o muerto.
Y nada, salió libre por obra y gracia de una negociación de su sucesor Juan Sabines Guerrero y de Pedro Joaquín Coldwell, es decir, no se le declaró libre porque un juez haya dictado sentencia respecto de los juicios seguidos en su contra.
¿Igual que Nelson Mandela? Es un despropósito. Tal vez, solo tal vez, se inspiró en el luchador social africano, pero compararse con él es un exceso. ¿O será la pauta de la campaña del que se asumirá “El Mandela chiapaneco”? No sería raro, porque en esto de los oportunismos políticos todo puede ocurrir.
Y lo peor, es que Pablo Salazar vuelva al Congreso de la Unión, retorne al poder y con esa arma política cobrar venganza. Porque sabe hacerlo y Roberto Albores y muchos periodistas, colegas chiapanecos lo saben de sobra. Dice que se afilia al PRD sin oportunismo. ¿Alguien pregunto a Pablo si era oportunista? A confesión expresa, relevo de pruebas. Conste.
sanchezlimon@gmail.com
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