BAJO FUEGO
Choque inminente
José Antonio Rivera Rosales
Desde hace semanas el norte del estado de Guerrero, particularmente los municipios de Iguala, Teloloapan, Apaxtla y otros aledaños, han sido escenarios de actos de violencia extrema que mantienen en una situación de terror a las comunidades urbanas y rurales que habitan la región.
Estos casos de violencia extrema por regla general impactan directamente entre la población más vulnerable, que es la que trabaja y produce a diario al margen de la contienda brutal que protagonizan las diferentes bandas del crimen organizado que han tomado como rehén a la ciudadanía local.
En el norte del estado pululan por lo menos tres bandas del crimen organizado que protagonizan violentos choques entre sí, pero que además constituyen un azote para la comunidad en tanto la hacen objeto de su latrocinio y crueldades.
En este sentido, el discurso oficial que asegura que los delincuentes se matan entre sí es, por lo menos, parcialmente falso: muchos inocentes caen en esta refriega sangrienta que, antes que tener fin, parece enfilarse hacia un recrudecimiento.
Si en el norte de Guerrero son los Guerreros Unidos, Los Rojos y La Familia los que se disputan el mercado de extorsiones que constituye cada comunidad productiva, en la región de la Costa Grande no son menos brutales los episodios que protagonizan los Caballeros Templarios, La Familia, algunas células de los Beltrán Leyva y, más recientemente, el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), que irrumpió en días recientes en el escenario para profundizar estas disputas criminales que mantienen en vilo a la población.
A diferencia de la Zona Norte, donde los enfrentamientos parecen haber sido disuadidos por las Fuerzas Federales, en la Costa Grande los choques recién comenzaron en un contexto en el que las tropas acantonadas en la región son vistas con desconfianza por las comunidades que, en varios casos recientes, sufrieron la brutalidad de los métodos militares de combate a la violencia.
El pasado día 31 de mayo un grupo de unos 30 o 40 hombres claramente armados con fusiles AK-47 y AR-15, quienes se identificaron como “guerreros” del Cártel de Jalisco Nueva Generación, hicieron público un comunicado dirigido tanto a la ciudadanía como a las Fuerzas Federales, en el que anuncian una batida contra quienes integran el grupo delictivo Caballeros Templarios.
Mediante una video conferencia, los encapuchados ofrecieron una lista de quienes forman parte de las dirigencias de los Templarios, a quienes prometieron pasar por las armas con el fin de llevar tranquilidad a la población de aquella porción de la Costa Grande que ha sido devastada por la expoliación que ejerce esa banda delictiva.
Pero además de la lista de jefes sentenciados a muerte, estos supuestos “guerreros” del cártel Nueva Generación mencionan nombres de mandos policiacos municipales que reciben fuertes cantidades de los Templarios a cambio de mirar a otro lado mientras se cometen fechorías. Uno de esos mandos, por cierto, sería Jaime Suástegui, responsable de la Seguridad Pública del municipio de La Unión, donde en fecha reciente los Templarios rescataron a sangre y fuego a nueve reos presos por delitos del fuero común.
En su video comunicado, los encapuchados también hicieron alusión a un capitán de la Armada de México así como a dos oficiales del Ejército Mexicano estacionados en la región limítrofe entre Guerrero y Michoacán, a quienes pidieron “que nos dejen trabajar, porque vamos con todo”.
Un dato curioso es que estos comandos emergentes se reconocen como un cártel del narcotráfico, pero al final de su video conferencia invocan el nombre del comandante Lucio Cabañas Barrientos, fundador del Partido de los Pobres (PDLP), como su motivación para “luchar por el pueblo”.
Aunque hablan de “limpiar” la costa de Guerrero y Michoacán, los encapuchados claramente expresan pleno conocimiento del territorio de Costa Grande, desde Zihuatanejo hasta Atoyac, lo que parece indicar que se trata de pobladores de la región
que se han organizado para combatir a los Templarios, grupo delictivo que ha ampliado su dominación hasta la zona de Coyuca de Benítez.
Inclusive, algunas versiones creíbles apuntan a que ya entraron al municipio de Acapulco, donde comenzaron a establecer algún bastión para combatir a las células delincuenciales que de por sí ya operan en el puerto.
En este punto habrá que mencionar que, precisamente el pasado 31 de mayo, el gobierno norteamericano reconoció oficialmente a la organización delictiva de los Caballeros Templarios como un grupo de narcotraficantes.
Mediante la Ley Kingpin Act, promulgada en diciembre de 1999, la Casa Blanca establece este procedimiento para estar en condiciones legales de combatir este tipo de organizaciones vinculadas al narcotráfico o que constituyan una amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos.
De entrada, este reconocimiento permite al gobierno de Barack Obama congelar cualquier activo que pertenezca a esa organización criminal o sancionar a quienes, dentro del territorio norteamericano, haga algún tipo de negocios con los Templarios.
Así las cosas, con la confluencia de estos grupos criminales enfrentados tanto en la Zona Norte como en la Costa Grande, es previsible que ocurra un encontronazo en cualquier momento.
Lo más grave de todo es que proliferan versiones preocupantes en el sentido de que grupos campesinos de los municipios involucrados, especialmente en Tecpan y Petatlán, están en el proceso de dotarse de armas para combatir a las bandas delincuenciales por sus propios medios.
Una fuente fidedigna comentó que, si el gobierno no interviene, una masacre podría ocurrir en cualquier momento en aquella región. La advertencia está dada.
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