Vienen Ajustes y enroques…
Nunca se ha visto que el equipo humano de colaboradores más cercanos de Presidentes de la República, Gobernadores de los Estados y Alcaldes en los Municipios, logren permanecer sin cambios del principio al final de la gestión.
Nunca faltan pelos en la sopa y negritos en el arroz, errores que deben corregirse, funcionarios que no dieron el ancho y por eso renuncian o los cambian; otros que se enferman deveras o como pretexto y quienes de plano se caen en la maroma por ineptos o voraces; a nadie en los sitios altos del poder en la administración pública le convine conservar funcionarios ineficientes bajo su protección para que se sospeche que los encubren.
En el Gabinete de Enrique Peña Nieto apenas se están encaramando al poder administrativo los de segundos, terceros y cuartos niveles, otros están pendientes de sus ratificaciones ante el Senado y ahí pudiera haber algunas sorpresas como en el caso del Médico Manuel Mondragón y Kalb, que no quedó nada bien parado porque hasta horas antes del conflicto vandálico del 1 de diciembre en el DF se supone que estuvo enterado del estallido que se planeaba y por decirlo así, la bronca se dio sin mandos policiacos reales en la capital que aún gobernaba Marcelo Ebrard Casaubón.
Para colmo se reformó el Código Penal para que de una manera u otra todos los alborotados capturados y encarcelados alcanzaran su libertad, dejando en ridículo por supuestos abusos a los guardianes de la ley adscritos a varias corporaciones como víctimas de infiltrados expertos en tácticas de guerrilla urbana y entonces alguien “grande” tendrá que pagar los platos rotos a final de cuentas.
No tiene Mondragón tampoco cabellos que jalarse mientras batalla con meter al nuevo orden dentro de la Secretaría de Gobernación a los policías de elite, que quiso forjar en la ya extinta por decreto Secretaría de Seguridad Pública Federal que regenteara Genaro García Luna, el cuestionado lugarteniente del belicoso Felipe Calderón Hinojosa.
La maravilla de corporación que mediáticamente quisieron inflar se reventó en un santiamén y la gran carroza se convirtió en calabaza, que nadie conoce bien a bien cómo manejar en adelante. Meter de sopetón diez mil soldados y marinos más a policías federales, cuando sobran voces que exigen regresar a los castrenses a sus cuarteles se avizora como un probable enésimo fracaso ante los sólidos contubernios edificados por tantos cárteles y mafias aún impunes en México.
¿Pero cómo andan las cosas por el alegre y fiestero gabinete de Angel Aguirre Rivero, con muchos funcionarios que se sienten confeccionados a mano y se creen aristócratas de la burocracia, inmunes a la Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos, o muy vivillos para pasarse de listos?
Desde abril del 2011 se adivinaba quienes no iban a querer durar mucho en los cargos de responsabilidad que les confió el gobernador; antes de enterarse de qué es lo que debían hacer e intentar cumplir, gastaron su pólvora en los infiernitos de ambiciones políticas antes de tiempo y acabaron chamuscándose.
A otros el destino les tenía reservada una muy mala jugada en el escándalo policiaco y justiciero mal controlado desde el primer instante, en que la supina torpeza en el manejo de noticias de nota roja tendenciosamente manipuladas por medios nacionales dio al traste con muchas cosas y tambaleó la estabilidad y gobernabilidad vista desde fuera del estado.
Se fueron con la finta tergiversando el enfoque de los hechos. En la Autopista del Sol frente a la gasolinera famosa de Chilpancingo abatieron policías federales a dos vándalos incendiarios en plena flagrancia tras incendiar una bomba despachadora, quizá con la perversa consigna secreta de provocar un trágico siniestro por explosión que hubiera cobrado muchas vidas y causado enormes daños, forzando la inmediata solicitud de licencia del Gobernador y el complicado procedimiento para designar sustituto porque aún no cumplía Aguirre Rivero su primer año en el mando.
Habrá notado el amable lector que no me refiero a dos de los victimados como “estudiantes”, eso obedece a que hasta donde supe, ninguna corporación policiaca fue a meterse a la Escuela Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa a balacear a nadie dentro del plantel docente…
Inclusive, de los aproximados doscientos truhanes que llegaron a orquestar el conflicto en la gasolinera y la autopista a bordo de autobuses foráneos secuestrados con todo y choferes, ¿cuántos sí eran individuos matriculados en esa escuela negramente famosa?, ¿de qué organizaciones y de qué lugares como Coyuca de Benítez y Atoyac provenían los otros vándalos y quienes iban como líderes?, ¿por qué solamente le tiraron a matar a los dos jóvenes que fungían como principales cabecillas?, ¿era necesario evitar que pudieran revelar quienes los contrataron para provocar el fuego en la gasolinera?
Para colmo, al tiempo y ya sin presiones de miembros del gabinete calderonista sobre la PGR y la CNDH se va esclareciendo el panorama y se evidencian las maniobras legaloides que ahora deben investigarse a conciencia revisando el incómodo asunto; ojalá deveras interroguen a los policías federales consignados cuando logren su captura.
Indudablemente que en el equipo cercano del Gobernador tendrán que darse algunos ajustes, cuando se profundice en la autoría intelectual del conflicto, pero además, la cabeza que está prendida con alfileres y a punto de rodar es la de Silvia Romero Suárez en la SEG, por incapaz de negociar y controlar a las jaurías magisteriales.
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