Presidente Electo
Habemus
DESOBEDIENCIA CIVIL
Por
Rodrigo Huerta Pegueros*
México
sigue siendo uno de los países en los que quienes contienden por posiciones
políticas no son lo suficientemente demócratas para aceptar la derrota con lo
que se mantienen los enconos y divisiones que mucho mal le hacen al desarrollo
nacional.
Una vez
más, los magistrados del tribunal electoral del poder judicial de la federación
han determinado quien es el ganador de la contienda presidencial del pasado
primero de julio del 2012 y ha desahogado todas las demandas que se
interpusieron y han contado y recontado los votos y validado el cómputo final.
El trabajo
de los magistrados no fue tras bambalinas sino a los ojos de los mexicanos que
quisieron ser testigos de cómo éstos llegaron a resolver los diferendos y con
amplitud explicaron los pros y los contras de las pruebas aportadas y las
inconsistencias que se tuvieron para probar los señalamientos esgrimidos como
violaciones fundamentales a la Constitución Política de México.
Lo cierto
es que tanto en las urnas como en tribunales el ganador de la contienda fue el
priista Enrique Peña Nieto a quien se le entregó el pasado 31 de agosto el
documento que lo acredita como presidente electo.
Este acto,
en otras latitudes hubiese sido suficiente para pasar la hoja del proceso
electoral, mas sin embargo en México esto no sucede así y por segunda ocasión
el candidato que quedó en segundo lugar, si bien no se ha proclamado de nueva
cuenta presidente legítimo, sí podríamos decir que se ha proclamado en rebeldía
y específicamente en desobediencia civil, lo que es impredecible visualizar sus
intenciones para combatir no solo a un régimen ilegítimo sino a un Estado (con
mayúsculas) mafioso.
El
exabrupto es tal que a todos nos salpicó, incluidos a sus propios seguidores y
votantes, pues todos los mexicanos somos parte de este Estado al cuál invocó en
su perorata matutina del mismo viernes
para él negro.
Muchos
dicen que esta es una reedición del 2006, pero me parece que no es así, pues en
primer lugar, no se volvió a esgrimir el argumento de mandar al diablo a las
instituciones y no invocó una insurrección sino mas bien tomó una de las
fortalezas del panismo personificado en el inigualable Maquío, pero sin el apoyo de los blanquiazules, quienes han
preferido marcar su raya y su distancia con el movimiento de las fuerzas de ‘izquierda’.
Si bien es
cierto que se ha llamado a una asamblea nacional para el próximo domingo en el
zócalo de la ciudad de México y se han escuchado las voces de los partidos que
integran la coalición de ‘izquierda’ de sumarse a dicha asamblea, no así se han
escuchado en las entidades de la República la misma decisión, lo cual hace
suponer que la fuerza popular del 2006 no será la misma en este 2012.
¿La razón?,
si es que se quiere esgrimir una, es que poco o nada logró promover el presidente legítimo durante su
recorrido durante seis años por el país y una muestra palpable de este fracaso
es el no haber logrado convencer a la mayoría de los mexicanos para que en esta
segunda ocasión en que se postuló como candidato presidencial votaran por él y
con ello forjar la mayoría necesaria para alzarse con el triunfo.
Luego
entonces, el llamado a la desobediencia civil es una forma de continuar
presionando a sus correligionarios para que lo mantengan vivo de aquí hasta el
año 2018 cuando nuevamente se ponga en disputa la presidencia de México.
Por su
parte, los demás actores políticos deberán de considerar su actuación dentro de
lo que marca la Constitución y la ley y particularmente quienes hoy ostentan un
cargo de representación popular en el Congreso de la Unión, en las cámaras de
diputados de los estados y gobernadores y alcaldes que también fueron electos
el mismo primero de julio pasado.
Lo que
debe movernos a la reflexión como simples ciudadanos mortales de a pié es la
forma como deberán comportarse los que están hoy investidos como ejecutivos y
legisladores, ya que estos deberán actuar conforme al mandato popular que los
situó en el lugar privilegiado que hoy ostentan y por lo tanto su
responsabilidad social y colectiva es con los ciudadanos y no frente a su ex
candidato presidencial.
Por otro
lado, la desobediencia civil tiene variadas interpretaciones y no es posible ni
imaginable siquiera el tratar de comparar una forma de desobediencia civil con
la llevada a cabo por el indio Gandhi
contra el imperio británico.
Si bien es
cierto que quienes asumen la desobediencia civil también asumen la
responsabilidad de lo que provoca su accionar dentro de las leyes que nos
rigen, es casi seguro que algunos excesos serán sancionados y otros contenidos,
más no será posible convencer a la mayoría de los mexicanos para que se sumen a
esta cruzada convocada para iniciarla el domingo próximo.
Afirmar lo
anterior no es un exceso de confianza sino una forma de interpretar los votos
emitidos en las urnas y que claramente dejó al descubierto por quién si y por
quien no se votó. Por lo tanto, si trasladáramos estos votos a las plazas
públicas, los que quedaron en un segundo puesto serían minoría frente a los que
no votaron en ese sentido y lo mismo diríamos del primer lugar, el cual si bien
es cierto que se alzó con la mayoría simple, no es mayoría absoluta frente al
volumen de votos emitidos.
Luego
entonces, la lucha política en realidad no se librará en las plazas públicas ni
con actos de desobediencia civil sino en las tribunas parlamentarias en donde
se diseñan los presupuestos y las leyes de egresos e ingresos del próximo año y
que esta nueva legislatura que este primero de Septiembre tomó posesión será la
encargada de dilucidar hacia dónde deberán dirigirse los recursos públicos para
hacer que México sea menos desigual y que los ejecutivos de los estados y
municipios, así como el federal, transparenten los recursos que manejan a fin
de poder evaluar su destino e impacto que provocan en la sociedad.
Lo difícil
no es asumirnos como demócratas sino actuar como tales y para ello los
representantes populares deberán aclarar desde ahora si van a actuar con visión
de estadistas o seguirán regateándole al país las reformas necesarias para
poder acelerar nuestra transformación y convertirnos en una nación próspera y del
siglo XXI o seguiremos arrastrando los tabús y las idiosincrasias ahora
disfuncionales como fueron en otros tiempos el socialismo científico o el nacionalismo revolucionario. Debemos ubicarnos en este
naciente siglo XXI. No nos podemos desubicar y ni podemos darnos el lujo de
equivocarnos una vez más.
Lo tienen
bien claro todos los actores políticos en este país y sobre todo los líderes de
los partidos políticos que se disputan en forma periódica los puestos de
elección popular a lo largo y ancho del país. Todo ha cambiado. Tanto la forma
para acceder al poder como la forma de hacerle frente a los que abusan del
poder. No somos los mismos. Ni los del YOSOY132
son los jóvenes del movimiento del 68
como tampoco los izquierdistas de los sesentas y setentas son parecidos a los
que hoy emulan serlo y hasta se autocalifican como tales. Así de grande ha sido
el cambio y así de grande es hoy la forma como los mexicanos vemos el acontecer
de nuestra realidad cotidiana y por ello podemos estar seguros de que la gran
mayoría actuará en consecuencia sin atender pero tampoco sin desoír los
reclamos, las exigencias y las denuncias de quienes se proclaman hoy como
desobedientes, fácil fórmula para seguir haciendo lo de siempre: Grilla y nada más.
P.D: Monreal grita y se desgañita con
el sentido que le da su frustrado intento por engañar con falsas pruebas a los
magistrados del TEPJF.
Periodista/Analista Político*
observar@gmail.com
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