
Patrioterismo sin patriotismo
En esté México angustiado y desilusionado, donde sus habitantes como sea olvidarán las penas y temores en la mágica tregua de dos días para festejar sus fechas patrias en la manera que ellos mal entienden el patriotismo por algunos errores en su formación cívica, algunos aprovechamos para reflexionar en que estamos como estamos porque somos como somos.
Sí…muchos gritos de ¡Viva México! la noche del
sábado 15 reunidos con amigos, familiares y conocidos, disfrutando de los platillos
mexicanos más comunes y algunos alcoholitos que entonan la garganta y
aflojan los sentimientos.
Esa noche y algunos días antes de la conmemoración
si se ven los clásicos puestos de banderas y adornos tricolores en algunas
esquinas y centros comerciales; vehículos automotores
decorados igual con el verde blanco y rojo en diversos objetos adheribles y
lábaros que se desgarran con el viento y duran poco.
¿En cuántas casas de mexicanos residentes en el País
se instalan banderas grandes y por cuánto tiempo?¿en cuántos pequeños y
medianos negocios y edificios de oficinas públicas?
La noche del “grito” lo que más se entona son las
clásicas canciones vernáculas tipo ranchero que hicieron inmortales artistas
como Cuco Sánchez, José Alfredo Jiménez, Miguel Aceves Mejía, Lola Beltrán, Lucha
Villa y tantos otros; melodías y letras que hablan de amor y desamores, de
traiciones y de idilios terminados que acaban por entristecer a quienes con
licor dentro hasta acaban llorando.
Para elevar
los ánimos los mexicanos tenemos ese tesoro musical del Mariachi tan sonoro,
igual con melodías compuestas hace décadas que se repiten a veces solo en los
septiembres; se grita de corazón vivas a
México hasta donde la garganta aguante, pero…cuántos mexicanos en festejos
particulares se acuerdan de hacer honores a la Bandera Nacional y entonar
aunque sea las estrofas elementales de
nuestro precioso Himno Nacional? ,¿por qué no toda la gente que si tuvo escuela
se lo sabe de memoria?
No soy aguafiestas, soy claridoso y criticón, ustedes
perdonen; solo quiero llamarlos a la
reflexión en cuanto a nuestra chistosa manera de sentir la mexicanidad.
En las fiestas patrias se consume tanta cerveza y
alcohol como en Navidad y Año Nuevo, pero rarísimo sería ver que alguien
adquiera un ejemplar de nuestra Constitución Política y una bandera para
ponerlas en un altar en el seno del hogar; los políticos que tienen el honor de
dar el grito oficial en instalaciones públicas con el pueblo aplaudiéndoles,
batallan con recordar cabalmente la lista de héroes de la Independencia a
quienes es de protocolo mencionar, al cabo que los gobernados se distraerán con
los fuegos artificiales.
Las “fiestas mexicanas” de muchos restaurantes y hoteles pecan de
improvisación y destacan por su voraz comercialización, precios estratosféricos
por simple pozole no muy bien preparado, igual que otros manjares nacionales
como el menudo, la birria, mole rojo y verde, adobos y pipián, los chiles en
nogada, las migas picositas, los mixiotes de pollo y res, las crujientes tostadas
de pata, pierna y viril o de pechuga desmenuzada, tamales, lomo enchilado, carnitas de
cerdo, barbacoa de borrego, chivo,
perro, cochinita pibil con gato, pollos asados o cabrito a la leña, cortes de
carne vacuna o equina, rellena y muchos suculentos antojitos más, sin faltar
mariscos y pescados en los estilos regionales…
En fin, la riqueza culinaria de México esa noche
está en todas partes para quienes aún pueden darse lujos; para los millones de
humildes mexicanos más empobrecidos que este sexenio nos ha dejado, se conformarán con mirar la ceremonia oficial
desde su televisión, cenando sopita de pasta, arroz y frijoles porque para
pollo ya no alcanza y para huevos menos. Claro eso sí, no podrá faltar un
tequilita o mezcal ni cervezas, que la embriaguez ayuda a olvidarse un ratito de las penas, pero alebresta los
ánimos y genera pleitos y bravuconadas, de todos modos ¡Viva México caones…!
Para el domingo 16, los que no amanecieron tan
devastados por la resaca etílica y la desvelada, a llevar a los chamacos a
contemplar los desfiles militares con sus gallardos y disciplinados soldados y
marinos, igual que los tradicionales
charros con sus maravillosos caballos y lucidor vestuario.
En los desfiles militares del 16 de septiembre, es la única ocasión en
que muchos ven con agrado a las fuerzas armadas en las calles de las
principales poblaciones; el resto del
tiempo los malvivientes reniegan y exigen
se les acuartele, mientras los habitantes decentes y pacíficos claman
por su presencia para que amaine la violencia desatada gracias a corporaciones
policiacas corruptas e incompetentes, amafiadas con los malosos y mañosos.
¿Qué sucede con los valores que loa niños y jóvenes
debieran aprender?
-Maestra Pizarrina del Gis y Abaco, ¿por qué este año no pusieron la Bandera
grande aquí?…
-Porque
se la robaron el año pasado cuando se llevaron también las computadoras y el
quipo de sonido; no han dado presupuesto para reponerlos.
-¿Y
ustedes no debieran hacer una cooperación?
-¡Shhhh…cabrense cayones!, si ni los padres de ustedes quisieron este
año aflojar las cuotas especiales que se les piden hasta para papel higiénico y
anduvieron de chismosos con la Jefa Silvia Romero Suárez y el Gobernador Angel
Aguirre Rivero; mejor allá en sus casas celebren las fiestas patrias como
quieran…
-Aaarajo
teacher maestra, pero es que nomás vemos pura gritería y borrachera de los
adultos; no se dan cuenta de lo que nos están inculcando como equivocado
patriotismo, ellos y ustedes…
selvicz@hotmail.com
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