
¿Miedo o fobia prejuiciada contra los militares?
Usted amable lector, como simple ciudadano de a pie
sin seguridad privada personal, ¿a que le tiene más temor cuando mira grupos de
uniformados encapuchados circulando sobre vehículos portando armas largas?
¿Sabe distinguir entre los que son marinos o
soldados, de los policías de tantas corporaciones que andan disque juntas y coordinadas pero bien revueltas en la
guerra contra la delincuencia organizada
y el narcotráfico que se les ocurrió en el sexenio que ya toca a su fin?
¿Qué sería de la multitud de organizaciones no
gubernamentales defensoras de derechos Humanos y de los organismos oficiales si
no existieran soldados y marinos de cuyos operativos en búsqueda de armamento
reservado, maleantes, narcos y guerrilleros no se llevaran a efecto?
Con cierta frecuencia se escuchan quejas y denuncias
que parecieran redactadas de machote, donde solo se tuviera que llenar el
nombre del lugar y las personas presuntamente agraviadas por tropas uniformadas.
El sempiterno cuento aconsejado por abogados
patronos y lídercillos lucradores sociales : que saquearon hogares y se robaron
fortunas en joyas y dinero, que violaron a cuanta mujer joven se toparon y que maltrataron y amenazaron a los
moradores de poblaciones enteras.
¿Para qué tales denuncias la mayoría de las veces fantasiosas?
...obviamente como recurso procesal para ver si logran sacar de los penales a
quienes fueron capturados de alguna manera con las manos en la masa, o con
evidencias ocultas en sus casas de nexos
con el hampa organizada, sean armas, drogas o
dinero mal habido producto de atracos y secuestros
¿Por qué a la gente decente y pacífica, con un modo
de vida honesto nunca lo toman por sorpresa los soldados?...la clásica
animadversión hacia policías de cualquier corporación o a las tropas militares, obedece comúnmente
al tipo de actividades a que se dediquen los quejosos
En Guerrero por ejemplo, es secreto a voces que
mucha gente en apariencia humilde y de escasos recursos en las zonas rurales,
colabora de alguna manera con grupos del narco, sembrando y cultivando,
procesando en rudimentarios laboratorios, almacenando a escondidas o
transportando por veredas y caminos drogas, algunas ocasiones bajo el disfraz de
autoproclamados guerrilleros.
No ha de ser nada más porque sí, la entidad está
reconocida como la primera productora de
amapola y tiene el segundo lugar en cosecha de marihuana; eso desde hace muchas
décadas. Campesinos e indígenas por ingenuos, por pobres o por codiciosos se
han metido a las redes del narco y algunos se transforman en grandes y
peligrosos delincuentes desalmados.
El asunto no es privativo de Guerrero, igual sucede
en Oaxaca. Michoacán, Puebla, Morelos y por
dinastía tradicional en Sinaloa, donde los inmigrantes chinos de finales
del Siglo XIX y principios del XX trajeron su adormidera para obtener opio y
los árabes al hachís.
En las guerras mundiales del siglo pasado, sobre
todo en la segunda, el belicoso e intervencionista gobierno del Tío Sam hasta
pidió que en México se instalaran grandes sembradíos de marihuana y amapola,
para abastecer a sus laboratorios farmacéuticos y sus tropas de drogas
suficientes para sobrellevar las inclemencias del combate en tierras ajenas;
igual importaron brazos para que su producción agrícola no disminuyera, pero
cuando el conflicto mundial terminó a mediados de los cuarentas nos cambiaron
la jugada y todo lo que ellos propiciaron se volvió ilegal de la noche a la
mañana…
Sólo qué, sus ex combatientes, algunos lisiados y
otros enteros pero afectados de la mente ya eran adictos a las drogas
producidas en latinoamérica y en México; nacieron así las mafias aprovechándose
de la necesidad de nuestros paisanos más humildes comenzando a forjar el
imperio del narcotráfico, cada vez más pujante.
Algunos policías malos y ambiciosos de aquel
entonces, inicios de la segunda mitad
del Siglo XX, se las ingeniaron para hacer negocio también disimulando;
luego los políticos con ansias de prosperar pero no contando con recursos
suficientes para sus campañas, vieron una minita de oro en ofrecer inmunidad e impunidad
a las mafias y se cerró el círculo vicioso en que México está encerrado.
No han sido pocos los gobernadores de algunos
estados que llegaron al mando apoyados financieramente desde la oscuridad por
los grupos y organizaciones de narcos; nacieron entonces los primeros grandes
Cárteles sujetos a una estricta división geográfica en base a los litorales del
Pacífico y el Golfo de México hasta el Caribe.
Era prohibidísimo para los comerciantes clandestinos
en drogas invadir territorios ajenos pues las autoridades los
encarcelaban, raramente se mataban entre rivales comerciales con un
decente y piados tiro de gracia nada
más.
Ya entonces comenzaron a echar mano del apoyo de las
tropas militares para los casos de riesgo y para quemar y destruir plantíos de
quienes no contaban con la protección de políticos. Muchos son los Generales
Secretarios de la Defensa que no les gustaba que metieran a sus soldados en
esas tareas, sabedores de que la
ambición es muy contagiosa.
Lamentablemente su férrea formación disciplinaria
les impone obediencia y sumisión absoluta sin derecho a réplica hacia quien reconocen y aceptan como su jefe
supremo: los presidentes en turno.
Ellos callan y obedecen, acatan ciegamente las
órdenes que se les dan, por eso luego los meten en tremendas broncas algunos
miembros que claudican de sus principios
y traicionan los valores fundamentales de la milicia.
Desde diciembre del 2006, un presidente embarcó a
los militares en una tonta guerra que civiles discurrieron, con el ánimo de
hacer el gran negocio con el dispendio de recursos públicos sin control para la
adquisición de armamento y equipo para la ocurrencia de crear de la nada, una
generación de súper policías más fregones que los de las series gringas de
televisión, que no son reales sino de ficción, pero el negocio sexenal ya
estaba decidido y en México ni Generales ni Almirantes pueden decirle no al mandamás del ejecutivo federal.
Han sido seis años en que el buen prestigio del
Ejército decayó a fuerza de algunos
lógicos errores, excesos y confusiones de la tropa, entrenada para funciones
militares, no para cuestiones civiles policiacas.
A final de cuenta los aplausos, el dinero y botines
se los han llevado los voraces civiles metidos de jefazos policiacos
improvisados y, los soldados y marinos son los que se han llevado los balazos y
el descrédito en algunos casos muy
sonados.
La gente tiene miedo de los uniformados de azul que andan encapuchados en las calles
molestando automovilistas o esquilmando borrachines e infractores, pero
necesita aprender la diferencia que hay entre esos y los soldados y marinos.
Por eso urgen estrategias de acercamiento del pueblo
con su Ejército, que lo miren de cerca y por dentro, que los niños y los
jóvenes platiquen con los militares de cómo viven y trabajan, de la manera de
ingresar a la milicia si tienen vocación y decisión de servicio a la Patria…
En estos tiempos en que no hay mercado laboral
suficiente ni para profesionistas, diplomados y doctorados y por el repudio
social pocos pensarían en ser policías, hay otras opciones dignas y honestas.
Verónica Escobar Romo, El general Guillermo Moreno
Serrano, el Gobernador Angel Aguirre Rivero y el Secretario General de Gobierno
Humberto Salgado Gómez en el corte de listón.
Se montó una exposición en el Parque Papagayo para
esos efectos, la ceremonia inaugural fue el miércoles 12 de septiembre con la
asistencia del Gobernador Angel Aguirre Rivero y el General de División Guillermo
Moreno Serrano; no se pierdan la valiosa exposición, aprenderán que los
militares y el león no son como los pintan.
selvicz@hotmail.com
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