"La Barbie" ordenó matar al hermano del abogado Roberto López
Nájera, su colaborador cercano, quien huyó a Centroamérica, pero luego retornó
a México para contar la trama
CIUDAD
DE MÉXICO (www.libertadguerrero.net).- Nadie
imaginó que una “traición” al abogado Roberto López Nájera destapara el mayor
escándalo militar del sexenio.
El antecedente más próximo a este caso sucedió en el
gobierno zedillista. En 1997 fue detenido y procesado el divisionario Jesús
Gutiérrez Rebollo, entonces comisionado del Instituto Nacional para el Combate
a las Drogas, por proteger al líder del cártel de Juárez, Amado Carrillo
Fuentes, El señor de los cielos.
Desde la ejecución de su hermano, a manos de su
misma banda, López Nájera decidió refugiarse en Centroamérica y después volver
a México para pedir el apoyo de la PGR, a cambio de revelar la red de
protección de los hermanos Beltrán Leyva.
Hoy ese abogado, que trabajó de manera directa para
Édgar Valdez Villarreal, La Barbie (quien ordenó la muerte de su
hermano), vive en Estados Unidos y se le identificó como Jennifer.
Sus declaraciones comenzaron a ser corroboradas y
complicaron la situación legal de Tomás Ángeles Dauahare, ex subsecretario de
la Defensa Nacional.
Ángeles comenzó su carrera en el Heroico Colegio
Militar (que muchos años después, entre 2000 y 2002, lo dirigió) y fue, entre
otros cargos, secretario particular de Enrique Cervantes Aguirre, titular de la
Sedena.
Hoy el general, al igual que otros militares de alto
rango, está en prisión por proteger supuestamente al crimen organizado.
La
caída
La pesquisa comenzó en 2010, cuando Jennifer aseguró que Ángeles Dauahare y otros mandos tenían vínculos con el narcotráfico.
Durante dos años la PGR se dedicó a recabar
testimonios en 18 estados hasta que reunió los elementos suficientes para
ordenar la localización y presentación del general, el pasado 16 de mayo. Luego
pidió su arraigo y ayer su encarcelación.
Al caso se integró otra declaración. La del testigo
colaborador de nombre clave Mateo, mote que recibió el segundo hombre
más importante en la estructura del mencionado cártel: Sergio Villarreal
Barragán, El Grande.
Mateo y Jennifer
relataron que el mayor Iván Reyna Muñoz era intermediario entre el grupo
criminal y Ángeles Dauahare, así como del general Ricardo Escorcia Vargas. A
ellos se les hacía llegar dinero por el intercambio de información.
La investigación tomó relevancia cuando el mayor
aseguró que por orden de Escorcia Vargas acudió a un restaurante de Cuernavaca
para recibir dinero para el ex subsecretario de Sedena.
El hecho fue reconocido por Escorcia Vargas, al
aceptar en su declaración que, a petición de Ángeles Dauahare, mandó al mayor a
recoger “documentos”, pero negó que se tratara de dinero.
Pero Iván Reyna declaró que, de “viva voz”, el
general Escorcia Vargas hizo saber que no se trataba de documentos, sino de
dólares, y contó que las personas con las que se reunió le dieron la impresión
de ser narcotraficantes.
Las
acusaciones
La SIEDO reunió más pruebas. Una de ellas es la declaración del testigo colaborador de nombre clave Némesis, quien sostuvo que el licenciado Ethan Benavides, quien también se hacía llamar Iván Martínez, El Tribilín, era el enlace con la PGR y los militares.
El Tribilín era el encargado de
recibir droga en Monterrey, la cual le enviaba La Barbie desde de la
Ciudad de México.
Jennifer también delató al
teniente coronel Silvio Isidro de Jesús Hernández Soto, quien presuntamente era
quien vendía información sobre los mandos militares que estaban en puntos clave
que pudieran servir al cártel. El plan era “arreglar” el aeropuerto de Cancún
para bajar aviones procedentes de Sudamérica cargados de cocaína.
En ese destino de Quintana Roo Silvio Isidro conoció
a Marco Antonio López Mejía, quien tenía contactos con agentes de la Policía
Federal y de la AFI.
El testigo colaborador también involucró al finado
Luis Soldana Ortiz, comandante adscrito a la Dirección General de Servicios
Aéreos de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, en Cancún, asesinado
en noviembre de 2007 después de que fue sacado del estadio de futbol del
Atlante por no permitir el aterrizaje de un avión que se estrelló dos meses
antes con más de tres toneladas de cocaína en Yucatán.
Tras los constantes señalamientos en su contra,
Escorcia Vargas recordó que el ex sargento Miguel, del 71 batallón de Santiago
Papasquiaro, Durango, pretendió, según su dicho, cooptarlo para que colaborara
con una organización delictiva.
Dawe
y Pérez
El caso continuó subiendo de nivel y Jennifer implicó al general Roberto Dawe González. El testigo señaló que se “reunió” con el militar en el restaurante El Lago, en Chapultepec, a finales de marzo de 2007, para pedirle “acceso total” al aeropuerto de Cancún y “arreglar” a los militares para que formaran parte de la nómina del cártel.
Jennifer dijo que el general
respondió que no tenía contactos con los militares de la menciona terminal
aérea. Sin embargo, Dawe le mencionó que no se preocupara, pues prometió
recomendarlo con el general Rubén Pérez Ramírez, comandante de la guarnición
militar en esa región del país.
Para cooptar a Pérez Ramírez, La Barbie envió
30 mil dólares. Este hecho, narró Jennifer, provocó que Rubén Pérez
Ramírez respondiera que no era su intención recibir dinero, pero que “todo
regalo era bien recibido”.
Dawe consiguió una cita al ahora testigo colaborador
con el general Pérez Ramírez, con quien se entrevistó y explicó la necesidad de
que le permitiera el descenso de aviones, no solo para descargar la droga, sino
para recabar combustible.
En Cancún el general presentó a los encargados del
aeropuerto, refiriéndose a ellos como los capitanes de los tres turnos, “a los
cuales mandó llamar a su oficina, indicándoles que se arreglara con ellos, ya
que a él no le interesaba participar en ese arreglo, que solo lo había atendido
porque el general Dawe se lo había pedido”.
Como parte del arreglo, Jennifer le dijo a
Rubén Pérez Ramírez que La Barbie había mandado 300 mil dólares por su
ayuda, pero el general dijo que no le interesaba el dinero, que se lo diera a
los militares encargados de los turnos.
Las acusaciones de Jennifer, ahora testigo
protegido en Estados Unidos, terminaron por manchar a los hombres de una de las
instituciones más respetadas del país: el Ejército mexicano.
► “Lo tratan como delincuente”
La esposa del general Tomás Ángeles Dauahare, Leticia Zepeda, lamentó que las autoridades traten a su esposo como “delincuente”, cuando se trata de un general que dedicó su vida a México.
Es un general muy respetado dentro de la institución
(el Ejército), la gente de ahí lo sabe, desgraciadamente no pueden externarlo.
Todo el mundo lo sabe. Imagínate cómo nos sentimos lo familiares de que lo
traten como delincuente” declaró.
En entrevista con Yuli García para MILENIO
Televisión, Zepeda dijo que las acusaciones contra el general son “cobardías,
barbaridades e infamias, (porque) no hay otro calificativo”.
La esposa del militar confío en que en esta parte
del proceso el general tenga acceso total al expediente, “porque nunca se lo
presentaron completamente al abogado ni a mi marido le dijeron todas las
acusaciones”.
—¿Qué opina de qué ahora el general será juzgado
junto a delincuentes como La Barbie?
—Yo creo que La Barbie debe estar más
sorprendido que nosotros. No tengo otra cosa que decir.
Mencionó que hasta ayer no se habían comunicado con
el abogado del general, pero esperan verlo este miércoles para hablar sobre el
proceso.
Fuente: Milenio
Agosto/01/2012
www.libertadguerrero.net
____________________________________________________
0 comments :
Publicar un comentario
Por favor, ingresa tu correo electrónico para poder contactarte posteriormente... Gracias por visitarnos.