ESTRICTAMENTE PERSONAL
El Verano del EPR
Por Raymundo Riva
Palacio
La protesta social está en marcha. Son
miles de personas las que se han articulado para expresar su inconformidad
contra la candidatura de Enrique Peña
Nieto y su victoria electoral. Bajo el lema de “si hay imposición habrá
insurrección”, son irrelevantes los más de 19 millones de votos a su favor, porque su lógica responde a otros
reactivos. Hay insatisfechos, decepcionados, inconformes, y quienes tienen agenda particular. Hay grupos
estudiantiles, y grupos de interés o radicales.
Empezó
como una protesta en la Universidad Iberoamericana, donde nació el movimiento #YoSoy132, que se transformó en una
masa de agitación sin cabeza, a
la que se le han sumado organizaciones sociales que actúan dentro de los cauces
legales y en el campo de la clandestinidad. El propio movimiento universitario se ha disgregado, entre quienes lo
iniciaron en las universidades privadas, y las públicas, donde también hay
diferencias, entre la Universidad Autónoma Metropolitana que aglutina a la
mayoría de las instituciones públicas, y las facultades de Ciencias y Economía
de la UNAM, donde se encuentran
los más radicales de todos.
En este
último grupo se encuentran los profesionales
de la protesta, que tienen los vasos comunicantes con las organizaciones
más beligerantes de las 200 que
este fin de semana aprobaron un plan de movilizaciones
que comienzan el 22 de julio con una marcha, y termina el 1 de diciembre, con
el intento a impedir la toma de posesión de Peña Nieto. Es un plan para estrangular a la ciudad de México. Es
también una llamada a la desestabilización, antesala de la ingobernabilidad.
La
protesta no puede soslayarse. Agrupados por la “Convención Nacional contra la
Imposición” celebrada en San Salvador
Atenco, intentan la disrupción
de la institucionalidad. En esa comunidad, donde hace seis años el gobierno
federal y el mexiquense, que encabezaba Peña Nieto, reprimieron un movimiento
social que empezó con una protesta contra la construcción de un nuevo
aeropuerto, el EZLN buscó la
creación de un municipio autónomo a 32 kilómetros de la capital federal,
escudado en la protesta comunera.
Atenco ya
no es el eje de la política insurreccional,
pero es su mejor ícono, y entre quienes protestan hay quien pretende otro
objetivo. Ahí sobresale el Ejército Popular Revolucionario, la guerrilla que desde hace una década ha
buscado las condiciones para la insurrección. Como en 1994 cuando se levantó el
EZLN en Chiapas, y en 2005
cuando el conflicto magisterial en Oaxaca,
en 2012 vuelve a pensar que la revolución toca la puerta.
En un comunicado el 21 de junio pasado, el EPR afirma: “Somos un partido en la
clandestinidad desde hace 48 años, fuimos y somos jóvenes que estamos en la
lucha de masas y aportamos lo que podemos, por eso como viejos (jóvenes de
corazón) y jóvenes biológicamente, creemos que la actitud de los jóvenes del
#Yo Soy 132 es loable… Estos jóvenes como otros más están aportando ideas y definiciones que deben ser
tomadas en cuenta; sin embargo, ante el clamor que se ha escuchado en toda la
república sobre que “SI HAY IMPOSICIÓN HABRÁ REVOLUCIÓN”, esa consigna la
valoramos y aunque puede ser emocional o consciente, les tomamos la palabra“.
Es casi
verdad de Perogrullo que la mayoría de quienes se rebelan contra Peña Nieto lo hagan a partir de su conciencia.
Tienen la libertad de expresión
para explayarse. Pero hay quien piensa de otra forma. “No dudamos que ante un fraude y por consiguiente una imposición, habrá grupos que quieran
hacer una revolución”, dice el
EPR. “Hay que analizar la historia de todos los pueblos que han luchado por su liberación; nutrirse con la teoría y
la ideología marxista leninista, la cual es un guía para la acción y proponerse
un lineamiento político, una estrategia, la táctica y sus tareas”.
La
convención en Atenco se desarrolló en esas líneas de acción. Los términos de la lucha armada que quiere desarrollar el EPR, están planteadas. La
decisión de qué camino seguir, está en los convencionistas, pero la
responsabilidad de cómo enfrentar las demandas legítimas y neutralizar a
quienes no quieren la solución de conflictos por la vía violenta, está en los
políticos, todos, que son los que pagarán si la falta de imaginación,
creatividad y talento les impide ver lo que sucede en las calles para mantener
la protesta social en el cauce legal e institucional. Hoy, hay que subrayar,
aún estamos a tiempo.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
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@rivapa
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