CHILPANCINGO (www.libertadguerrero.net).- En este municipio ubicado a 50 minutos de la capital del estado, el recuerdo del caudillo del sur casi llega a la veneración, en contraste con Chilpancingo, ciudad en la que fue atacado con fiereza por familias que todavía lo recuerdan como un gavillero.
El evento se desarrolla desde 1941. En el pueblo ya no hay compañeros de armas del jefe revolucionario, pero quedan los hijos, los sobrinos y los nietos, que en cada ceremonia reviven las anécdotas como si fueran propias.
La noche del 9 de abril, en la comisaría ejidal se dio a conocer un parte en el que se informa a los comuneros que el general Zapata ha muerto, víctima de un acto de traición preparado en la hacienda de la Chinameca, en el estado de Morelos.
Los ejidatarios instalaron un féretro custodiado por arreglos florales sobre los que se levanta el retrato del mítico líder.
Prendieron cuatro cirios que no simbolizan solo el luto, pues interpretan las pequeñas flamas como el mensaje de que a pesar de la muerte, el fuego de la revolución sigue vivo.
De los meros zapatistas
“Nosotros estamos como la noche en que se informó de la muerte de nuestro general Emiliano Zapata, muchos no tuvimos la oportunidad de vivirlo, pero los ejidatarios viejos sí, esos que estuvieron en la lucha y que acompañaron al general en muchas batallas”, dice Jesús Visoso Duque, hijo de un combatiente de nombre José Visoso Sandoval.
“Mi papá era de los meros zapatistas, fue un hombre de esos que lucharon para tener un pedazo de tierra para sembrar”, anota con orgullo el anciano de 74 años.
Tomar mezcal frente al féretro es casi obligado, los hombres maduros lo hacen y procuran que los niños monten una guardia de honor.
De ojos grandes, ceja muy poblada y barba abundante, el hombre admite que no tuvo la oportunidad de andar en la bola, pero confía la razón por la que en ese lugar el espíritu del zapatismo está vivo.
“Gracia a él tenemos un poco de tierra para echar una semilla y tener una mata de maíz, aunque enfermos y cansados aquí estamos”.
Algunos llegaron por venganza
Manuel Ávila Flores recuerda la historia de su tío Celso Flores, un joven que obtuvo su grado de teniente coronel tras derrotar en una lucha cuerpo a cuerpo a un militar que ostentaba ese cargo.
“El iba en su caballo seguido muy de cerca de los contrarios, lo tenían cerca y lo iban a matar, entonces abrazó a un teniente coronel, lo sometió y le puso un cuchillo del lado de las costillas, dijo a los soldados que si disparaban mataba a ese oficial, eso ayudó para que Zapata y otros regresaran, los tomaron por sorpresa los derrotaran. Por eso le dio el titulo de Teniente Coronel”, relató.
La historia es una de muchas que conoció cuando era niño, creció escuchándolas y por eso año con año, desde 1941 acude a la comisaría para relatarlas.
Las causas para involucrarse en la bola no fueron siempre la lucha por la tierra, a varios los movió la venganza. uno de esos fue Celso Flores.
“A mi tío los saldados le mataron a su mamá, vilmente la destrozaron, por eso él se fue a la revolución para agarrar a los que mataron a su madre y vengarse. Al final lo consiguió.
En Chichihualco hay más de 600 ejidatarios, en las tierras que comparten siembran maíz, frijol, cacahuate, calabaza y picante.
Los ancianos sostienen que hace 93 años los traidores mataron solo al cuerpo del general, su espíritu se quedó arraigado en cada semilla que se deposita en las parcelas. Vive en el recuerdo de hombres y mujeres que le agradecen el movimiento que les dio tierra y libertad.
Por: Rogelio Agustín Esteban
Abril/10/2012
www.libertadguerrero.net
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