Mordaza al Presidente
Por Rodrigo Huerta Pegueros*
Pedro
Joaquín Coldwell es el nuevo presidente nacional del PRI. Ya a estas alturas
nadie se acuerda del ex, o sea, de Humberto Moreira Valdez. Nadie quiere
acordarse porque les mueve el tapete debido a la corrupción que significó su
paso por la gubernatura de Coahuila.
Hoy solo
hay ojos y oídos para el abanderado presidencial, Enrique Peña Nieto. Para él
son los inciensos y los cohetes. Con la sustitución del líder, los priistas
creen que se les acabaron los malos ratos y las preocupaciones. Lejos están de
ese sueño. No se olvidará nunca su transitar y trajinar por el poder político
durante setenta y tantos años.
No se podrán
quitar muchas manchas que les dejó el usufructo del poder hegemónico. Así como
ahora desprecian lo que hizo en su tiempo Porfirio Díaz por poner a México a la
altura de otros países desarrollados del viejo continente, así se quieren
olvidar de lo que hicieron los gobiernos posrevolucionarios y desean solamente
recordar los mejores pasajes de la historia nacional sin decir nombres porque
se avergüenzan de Plutarco Elías Calles y Álvaro Obregón. O no quieren mirar
las reseñas que se hicieron del ejercicio en el poder de los presidentes Miguel
Alemán Valdez ni de Adolfo López Mateos. Menos quieren revivir la imagen de los
presidentes Gustavo Díaz Ordaz o de Luis Echeverría Álvarez o de los más
recientes como Miguel de la Madrid o Carlos Salinas de Gortari.
Recuerdan
solo para parafrasearlo a Jesús Reyes Heroles a quien se consideró como uno de
los últimos ideólogos de la Revolución Mexicana y del Partido Revolucionario
Institucional. Pero no ejercen ni lo han hecho antes estos postulados que
eluden y que hoy desean aplicar.
Pedro
Joaquín Coldwell es ahora el nuevo dirigente de los tricolores. Viene a ejercer
un liderazgo apegado a los designios del precandidato. Sabe bien de la
disciplina partidista y de los usos y costumbres de su instituto. Conoce los entretelones
y a los actores en cada una de sus facetas. No es ni por asomo un neo priista
es todo lo contrario, un dinosaurio en toda la extensión de la palabra. Así se
comportó cuando asumió la presidencia nacional y así se comportará en adelante.
Lo conocen
y los conoce. Es de los tiempos de Luis Echeverría Álvarez en los años de fines
de los sesentas y principio de los setentas. Ha actuado en base al script del
momento, por ello ha logrado ser casi todo. Logró ser uno de los gobernadores
más jóvenes de la época y no ha soltado desde entonces los hilos del poder al
ubicarse una y otra vez como legislador en el Congreso de la Unión. Esta
trayectoria le ha valido el reconocimiento de sus congéneres y eso le sirvió
para ser impulsado como natural sucesor de Moreira.
Para
unos, dice que es un alfil del senador Manlio Fabio Beltrones, aspirante a la
precandidatura presidencial del PRI frente a Peña Nieto y uno de los artífices
del derrocamiento de Humberto Moreira Valdez. Otros lo ven como un personaje
cercano y confiable al abanderado priista, Enrique Peña Nieto. Sea Coldwell de
un bando u otro, actuará como siempre, en base a lo que le señale el guión que
se le formule por el equipo de campaña. Tendrá eso sí, sus espacios para actuar
en forma independiente pero sin estirar la cuerda.
Lo
único que se le puede reclamar a este Dinosaurio es que no vaya a confundirse
de tiempo y quiera actuar como en épocas pasadas. Al parecer esa intención
asomó en su presentación y en su discurso. Quiso o trato mas bien de erigirse
como el contralor de la libertad de expresión y de opinión.
Reclamó
una y otra vez al presidente de la República su forma de expresión sobre lo que
él considera una realidad tangible. Trató de amordazar al presidente Felipe
Calderón Hinojosa y recreó su idea ‘de lo que quiso decir el mandatario
nacional’ cuando habló de los peligros de que el narcotráfico pudiese
interferir en la vida interna de los partidos e influenciar en alguno de ellos,
sin especificar cuáles.
Este es
solo un punto negativo (hay más) del discurso del nuevo dirigente priista.
Recuerden bien: Pedro Joaquín no es líder del PRI, es solo un dirigente más que
si no da el ancho es, desde luego, prescindible para este partido que tiene
mucho trecho caminado y una experiencia bastante abultada en el ejercicio del
poder político y partidista.
No lo olviden.
En el PRI hay intereses y solo eso.
Periodista
y Analista Político*
observar@gmail.com
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