CONTEXTO POLÍTICO
Por Efraín Flores Iglesias
Rubén Valenzo Cantor llegó a ser diputado local de puro milagro hace
tres años. La coyuntura electoral en el año 2008 le favoreció al Partido
Revolucionario Institucional (PRI), luego del desgaste del PRD en el poder
ejecutivo estatal. Así como Valenzo Cantor, varios aspirantes del PRI a las
alcaldías y distritos lograron ganar por amplio margen. Era evidente el
hartazgo de los electores hacia Zeferino Torreblanca Galindo y por ende,
hacia los partidos de la izquierda guerrerense.
Con un discurso demagógico, Valenzo Cantor logró derrotar en las urnas al perredista Napoleón Silva García, ex alcalde de Quechultenango. Y para ello, siempre se presentó ante la gente como un hombre humilde y que era hijo de campesinos; y que por eso utilizaba un sombrero elaborado en la región de la Tierra Caliente del estado, una región con costumbres y tradiciones distintas a la del distrito a la que aspiraba representar el hijo del también político y diputado local hace más de 18 años, Celso Valenzo Miranda (el 2º distrito local).
Los ciudadanos de los municipios de Tixtla (cabecera distrital), Mártir de Cuilapan, Mochitlán y Quechultenango, con tal de desquitarse del gobierno de Zeferino Torreblanca, decidieron depositar su voto a favor del PRI, sin imaginarse que con esa acción estaban propiciando a que llegara a la LIX legislatura local un personaje que sólo iba a satisfacer sus intereses personales, más no la de velar por las necesidades de los ciudadanos.
Antes del diputado del sombrero, el representante del entonces distrito II, fue el perredista Bernardo Ortega Jiménez, quien se destacó en la gestión social y en atender siempre a sus representados, sin importar sus filiaciones políticas; de hecho, él fue el primer militante del PRD en ganar ése distrito que siempre fue bastión del tricolor. Con un equipo eficiente de colaboradores logró destacar en la LVIII legislatura local, en donde por cierto, estuvo a punto de convertirse en el coordinador de la fracción parlamentaria de su partido, al ser uno de los legisladores que más votos había obtenido en su distrito.
Sus participaciones en tribuna y su activismo en la comisión que le tocó encabezar, la de Evaluación y Vigilancia de la Auditoria General del Estado, fueron evidentes. De eso no queda duda, a pesar de que sus opositores trataron de obstaculizar su trabajo parlamentario, pero él siguió adelante.
Todo indicaba que el distrito II iba a ser retenida por el sol azteca, pero con la elección interna para elegir a los abanderados de éste partido, la militancia se dividió y no todos se sumaron a la causa de Napoleón Silva García. Esa división la supo capitalizar el PRI.
El verdadero trabajo en el otrora distrito II lo realizaron los entonces candidatos a las alcaldías: Jorge Luis Campos, de Tixtla; Miguel Camacho, de Mártir de Cuilapan (Apango); Oscar López Sánchez, de Mochitlán; y Leonel Ángel Nava, de Quechultenango. Rubén Valenzo ni estructura electoral tenía. Sólo se colgó de las campañas de los abanderados a las alcaldías.
Con la nueva redistritación que hizo el Instituto Electoral del Estado (IEEG), de distrito II, Tixtla pasó a ser cabecera del XXIV distrito, a la que por cierto, se agrega un municipio más, Zitlala. Lo que viene a cambiar el panorama electoral.
Hoy por hoy, nadie tiene seguro ganar el distrito que mal representa Rubén Valenzo en el Congreso local. Ni siquiera el PRD puede cantar victoria antes de tiempo. En política no hay nada escrito. Tanto el PRI como el PRD están obligados a postular como sus candidatos a personas que tengan estructura electoral y que sean competitivos en las urnas.
Los aspirantes
Por lógica hay varios que quieren llegar a ser diputados. Todos los aspirantes saben que primero tienen que lograr la nominación de sus respectivos institutos políticos. Como lo dije en la columna anterior, el PRI y el PRD son los principales protagonistas en Tixtla, y de hecho, en el distrito XXIV, también. La chiquillada (partidos chicos) van a aliarse con quien mejor les convenga, pues su propósito es seguir disfrutando de las prerrogativas que les da el IEEG.
El PRI tiene a varios tiradores. Veamos quienes son. Desde luego que todos los alcaldes que son parte del distrito aspiran a llegar a ocupar una curul en la LVI legislatura. Jorge Luis Campos ha dicho que aspira a ser el candidato. De igual manera ha levantado la mano su homólogo de Mochitlán, Óscar López. El primer edil de Quechultenango, aunque es del Partido Verde, también puede colarse en la definición de la candidatura, por el simple hecho de que su partido es el principal aliado del tricolor. Marcelo TecolapaTixteco, de Zitlala, también quiere ser diputado, pero tiene un problema enfrente. Ya anteriormente había sido diputado federal (2003), cuando Tixtla todavía era parte del distrito VI federal (Chilapa de Álvarez) y en ese entonces, TecolapaTixteco jamás regresó a Tixtla ni a sus comunidades como lo prometió. Presumió ser indígena; incluso, hasta habló en náhuatl. Sus posibilidades son mínimas. Si es impuesto por la dirigencia del PRI, lo más seguro es que pierda.
El empresario y ex alcalde de Tixtla, Edgardo Astudillo Morales, también se mueve en pos de la candidatura de su partido. Tiene amplias posibilidades de ser el ungido. Aunque tiene que convencer a todos los aspirantes de su partido para que se sumen a él, que tal parece nadie quiere ceder nada. Se dice que si él es el abanderado del PRI, algunos sectores del PRD lo podrían apoyar, pues hay líderes que le deben favores políticos.
Por el PRD se manejan varios nombres también. El que más destaca, es Bernardo Ortega Jiménez, quien no ha dicho nada públicamente, pero que ya lo ven como el más fuerte de los aspirantes de su partido, y de hecho, es el que inquieta a algunos aspirantes del PRI. Su presencia es fuerte en el distrito.
Otro que aspira y que ha levantado la mano, es el regidor con licencia de Tixtla y actual funcionario de la administración estatal aguirrista, Hossein Nabor Guillén, quien anda movido llevando apoyos y resolviendo gestiones en los 5 municipios que corresponden al distrito XXIV.
Jesús Pastenes Hernández, ex alcalde de Tixtla (1996-1999) también es mencionado para ser el abanderado del PRD. Actualmente es Director de Actividades Cívicas del gobierno del estado. No ha dicho nada todavía, pero en cualquier momento se sabrá si aspira o no.
Otra que aspira, pero que no tiene posibilidades de ganar en las urnas, es la alcaldesa de Mártir de Cuilapan (Apango), Felícitas Muñiz Gómez, del Partido Movimiento Ciudadano (antes Convergencia), quien está acusada de irregularidades en los recursos que maneja desde que llegó a la presidencia municipal. Para ganar impunidad y no ser tocada por la acción de la justicia, aspira ser considerada por su partido en la cuota de género como diputada local plurinominal. Su principal impulsor y protector político en el Congreso local, es el diputado Efraín Ramos Ramírez.
Mientras algunos aspirantes priístas pretenden colgarse del efecto Peña Nieto,los del PRD piensan que la fórmula aplicada en la pasada elección de gobernador puede resultarles de nuevo. Lo cierto es que nadie tiene nada seguro. Todos tienen mucho que perder y mucho que ganar.
Los tiempos actuales exigen no confiarse tanto, sino ponerse a trabajar con la ciudadanía, esa ciudadanía que olvidan en la mayoría de las ocasiones cuando llegan a un cargo.
También es cierto que algunos ciudadanos van a reprobar el mal desempeño de Rubén Valenzo en el Congreso local, votando por el PRD u otra opción política. Pero hay quienes se van a desquitar del ninguneo del que han sido objeto por parte del actual gobernador Ángel Aguirre Rivero, quien les prometió ser incluidos en la administración estatal, por el simple hecho de apoyarlo para derrotar al PRI en la elección de gobernador. Algunos electores van a castigar al PAN, partido que no tiene presencia en el estado, pero que es responsable de la actual tragedia nacional. Por lo tanto, al ver que el PRD no tiene posibilidades de triunfo a nivel federal, optarán en elegir por el PRI, confiados en que los abanderados de éste partido hagan mejor papel que los panistas. Habrá quienes van a aplicar el voto cruzado y, de igual manera, los que se abstendrán de emitir su sufragio. Así están las cosas en el distrito XXIV (antes distrito II).
Con un discurso demagógico, Valenzo Cantor logró derrotar en las urnas al perredista Napoleón Silva García, ex alcalde de Quechultenango. Y para ello, siempre se presentó ante la gente como un hombre humilde y que era hijo de campesinos; y que por eso utilizaba un sombrero elaborado en la región de la Tierra Caliente del estado, una región con costumbres y tradiciones distintas a la del distrito a la que aspiraba representar el hijo del también político y diputado local hace más de 18 años, Celso Valenzo Miranda (el 2º distrito local).
Los ciudadanos de los municipios de Tixtla (cabecera distrital), Mártir de Cuilapan, Mochitlán y Quechultenango, con tal de desquitarse del gobierno de Zeferino Torreblanca, decidieron depositar su voto a favor del PRI, sin imaginarse que con esa acción estaban propiciando a que llegara a la LIX legislatura local un personaje que sólo iba a satisfacer sus intereses personales, más no la de velar por las necesidades de los ciudadanos.
Antes del diputado del sombrero, el representante del entonces distrito II, fue el perredista Bernardo Ortega Jiménez, quien se destacó en la gestión social y en atender siempre a sus representados, sin importar sus filiaciones políticas; de hecho, él fue el primer militante del PRD en ganar ése distrito que siempre fue bastión del tricolor. Con un equipo eficiente de colaboradores logró destacar en la LVIII legislatura local, en donde por cierto, estuvo a punto de convertirse en el coordinador de la fracción parlamentaria de su partido, al ser uno de los legisladores que más votos había obtenido en su distrito.
Sus participaciones en tribuna y su activismo en la comisión que le tocó encabezar, la de Evaluación y Vigilancia de la Auditoria General del Estado, fueron evidentes. De eso no queda duda, a pesar de que sus opositores trataron de obstaculizar su trabajo parlamentario, pero él siguió adelante.
Todo indicaba que el distrito II iba a ser retenida por el sol azteca, pero con la elección interna para elegir a los abanderados de éste partido, la militancia se dividió y no todos se sumaron a la causa de Napoleón Silva García. Esa división la supo capitalizar el PRI.
El verdadero trabajo en el otrora distrito II lo realizaron los entonces candidatos a las alcaldías: Jorge Luis Campos, de Tixtla; Miguel Camacho, de Mártir de Cuilapan (Apango); Oscar López Sánchez, de Mochitlán; y Leonel Ángel Nava, de Quechultenango. Rubén Valenzo ni estructura electoral tenía. Sólo se colgó de las campañas de los abanderados a las alcaldías.
Con la nueva redistritación que hizo el Instituto Electoral del Estado (IEEG), de distrito II, Tixtla pasó a ser cabecera del XXIV distrito, a la que por cierto, se agrega un municipio más, Zitlala. Lo que viene a cambiar el panorama electoral.
Hoy por hoy, nadie tiene seguro ganar el distrito que mal representa Rubén Valenzo en el Congreso local. Ni siquiera el PRD puede cantar victoria antes de tiempo. En política no hay nada escrito. Tanto el PRI como el PRD están obligados a postular como sus candidatos a personas que tengan estructura electoral y que sean competitivos en las urnas.
Los aspirantes
Por lógica hay varios que quieren llegar a ser diputados. Todos los aspirantes saben que primero tienen que lograr la nominación de sus respectivos institutos políticos. Como lo dije en la columna anterior, el PRI y el PRD son los principales protagonistas en Tixtla, y de hecho, en el distrito XXIV, también. La chiquillada (partidos chicos) van a aliarse con quien mejor les convenga, pues su propósito es seguir disfrutando de las prerrogativas que les da el IEEG.
El PRI tiene a varios tiradores. Veamos quienes son. Desde luego que todos los alcaldes que son parte del distrito aspiran a llegar a ocupar una curul en la LVI legislatura. Jorge Luis Campos ha dicho que aspira a ser el candidato. De igual manera ha levantado la mano su homólogo de Mochitlán, Óscar López. El primer edil de Quechultenango, aunque es del Partido Verde, también puede colarse en la definición de la candidatura, por el simple hecho de que su partido es el principal aliado del tricolor. Marcelo TecolapaTixteco, de Zitlala, también quiere ser diputado, pero tiene un problema enfrente. Ya anteriormente había sido diputado federal (2003), cuando Tixtla todavía era parte del distrito VI federal (Chilapa de Álvarez) y en ese entonces, TecolapaTixteco jamás regresó a Tixtla ni a sus comunidades como lo prometió. Presumió ser indígena; incluso, hasta habló en náhuatl. Sus posibilidades son mínimas. Si es impuesto por la dirigencia del PRI, lo más seguro es que pierda.
El empresario y ex alcalde de Tixtla, Edgardo Astudillo Morales, también se mueve en pos de la candidatura de su partido. Tiene amplias posibilidades de ser el ungido. Aunque tiene que convencer a todos los aspirantes de su partido para que se sumen a él, que tal parece nadie quiere ceder nada. Se dice que si él es el abanderado del PRI, algunos sectores del PRD lo podrían apoyar, pues hay líderes que le deben favores políticos.
Por el PRD se manejan varios nombres también. El que más destaca, es Bernardo Ortega Jiménez, quien no ha dicho nada públicamente, pero que ya lo ven como el más fuerte de los aspirantes de su partido, y de hecho, es el que inquieta a algunos aspirantes del PRI. Su presencia es fuerte en el distrito.
Otro que aspira y que ha levantado la mano, es el regidor con licencia de Tixtla y actual funcionario de la administración estatal aguirrista, Hossein Nabor Guillén, quien anda movido llevando apoyos y resolviendo gestiones en los 5 municipios que corresponden al distrito XXIV.
Jesús Pastenes Hernández, ex alcalde de Tixtla (1996-1999) también es mencionado para ser el abanderado del PRD. Actualmente es Director de Actividades Cívicas del gobierno del estado. No ha dicho nada todavía, pero en cualquier momento se sabrá si aspira o no.
Otra que aspira, pero que no tiene posibilidades de ganar en las urnas, es la alcaldesa de Mártir de Cuilapan (Apango), Felícitas Muñiz Gómez, del Partido Movimiento Ciudadano (antes Convergencia), quien está acusada de irregularidades en los recursos que maneja desde que llegó a la presidencia municipal. Para ganar impunidad y no ser tocada por la acción de la justicia, aspira ser considerada por su partido en la cuota de género como diputada local plurinominal. Su principal impulsor y protector político en el Congreso local, es el diputado Efraín Ramos Ramírez.
Mientras algunos aspirantes priístas pretenden colgarse del efecto Peña Nieto,los del PRD piensan que la fórmula aplicada en la pasada elección de gobernador puede resultarles de nuevo. Lo cierto es que nadie tiene nada seguro. Todos tienen mucho que perder y mucho que ganar.
Los tiempos actuales exigen no confiarse tanto, sino ponerse a trabajar con la ciudadanía, esa ciudadanía que olvidan en la mayoría de las ocasiones cuando llegan a un cargo.
También es cierto que algunos ciudadanos van a reprobar el mal desempeño de Rubén Valenzo en el Congreso local, votando por el PRD u otra opción política. Pero hay quienes se van a desquitar del ninguneo del que han sido objeto por parte del actual gobernador Ángel Aguirre Rivero, quien les prometió ser incluidos en la administración estatal, por el simple hecho de apoyarlo para derrotar al PRI en la elección de gobernador. Algunos electores van a castigar al PAN, partido que no tiene presencia en el estado, pero que es responsable de la actual tragedia nacional. Por lo tanto, al ver que el PRD no tiene posibilidades de triunfo a nivel federal, optarán en elegir por el PRI, confiados en que los abanderados de éste partido hagan mejor papel que los panistas. Habrá quienes van a aplicar el voto cruzado y, de igual manera, los que se abstendrán de emitir su sufragio. Así están las cosas en el distrito XXIV (antes distrito II).
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