ESTADO DE MÉXICO (www.libertadguerrero.net).- Tendría que haber sido la fiesta de ascención de Eruviel Ávila al
gobierno del Estado de México. Pero se transformó en la gran
despedida-recepción de Enrique Peña Nieto, lanzado ayer por la
militancia mexiquense en pos de la silla presidencial.
La cúpula del PRI, que ha demandado “respeto a los tiempos”, guardó
silencio, incapaz de oponer resistencia a la ovación de pie que, desde
las gradas del Teatro Morelos, gritó: “¡Se ve, se siente, Enrique
presidente!”
Fue una despedida imperial, una catarsis que vino en la forma de un
grito largamente contenido. Por fin, el campo peñanietista no tiene nada
que le estorbe para decirlo. Y lo dijo. Principalmente los alcaldes del
estado: “¡Vas para presidente!”
Quedó la sensación de que las traiciones de antaño, las rupturas
históricas de la familia revolucionaria, están superadas o pospuestas.
Obligados, enemigos mortales como Roberto Madrazo y Arturo Montiel
compartieron recinto, aunque no la foto. Distanciados y exiliados, como
operadores del elbismo, Ulises Ruiz y Rafael Moreno Valle —supuestamente
ex priista— hicieron lo propio. Todo bajo la sombra de 2012.
“Aprendimos la lección”, dijo Emilio Gamboa. Y pareciera que sí: en
2006, la despedida de Montiel fue un acto sectario, aprovechado para
acentuar la división con Madrazo.
Seis años después, la historia fue diferente. Ahora, los priistas se empeñan en mostrar unidad. Aunque sea tensa, aunque haya llevado a Manlio Fabio Beltrones a sentarse al lado derecho, cerca, a sòlo dos lugares, de Peña Nieto en el día de su fiesta.
Seis años después, la historia fue diferente. Ahora, los priistas se empeñan en mostrar unidad. Aunque sea tensa, aunque haya llevado a Manlio Fabio Beltrones a sentarse al lado derecho, cerca, a sòlo dos lugares, de Peña Nieto en el día de su fiesta.
El cemento que les une, por ahora, está en el sueño de Los Pinos.
***
Vapuleado en las semanas anteriores, escondido ante la artillería que
parecía haberle dañado la máquina irreparablemente, Humberto Moreira
recibió un espaldarazo.
“Recibamos con un aplauso al presidente del partido”, pidió Eruviel
de forma inusitada cuando hasta ayer no se había hecho de forma tan
marcada.
Las rehabilitaciones fueron casi una constante; se extendieron a Arturo Montiel, caído en desgracia en 2006 y a quien Eruviel incluso saludó de mano, lo que desató una ronda de aplausos prolongada, sólo por debajo de la que recibió Peña Nieto.
Las rehabilitaciones fueron casi una constante; se extendieron a Arturo Montiel, caído en desgracia en 2006 y a quien Eruviel incluso saludó de mano, lo que desató una ronda de aplausos prolongada, sólo por debajo de la que recibió Peña Nieto.
Sonriente y arropado, Montiel se placeó como no había sucedido desde
hacía seis años. “Seguiré trabajando en el partido”, presumió el
polìtico, ausente de eventos masivos desde que se le vinculó con un
escándalo de corrupción que demolió sus aspiraciones presidenciales en
un día.
Pero todo tiene un límite. Roberto Madrazo no fue mencionado una sola
vez en los discursos del día. Dejó el auditorio en silencio.
***
Llegaron a cuentagotas, sus helicópteros separados por algunos
minutos. Pero esperaron para ingresar en bloque, como es su costumbre.
Eran los gobernadores del PRI, todos juntos, un colectivo que no
compite en aplausómetros y menos cuando Peña Nieto está presente.
De los 19 mandatarios priistas, acudieron 15, además de Rafael Moreno
Valle, ex militante que arrebató Puebla al PRI e incluso jugueteò con
afiliarse al PAN... pero que ayer volvió a casa.
Se ausentaron sólo Andrés Granier, de Tabasco; Egidio Torre, de
Tamaulipas; Jorge Herrera, de Durango, y Mariano González, de Tlaxcala.
De los mexiquenses, de quienes antecedieron a Peña y Eruviel en el
cargo y a los que se dice pertenecen al Grupo Atlacomulco —que en el PRI
tiene rango de mito—, acudieron todos: Alfredo del Mazo González,
Alfredo Baranda, Ignacio Pichardo, Emilio Chuayfett, César Camacho y
Montiel, quien resumió que el trabajo de los ex mandatarios “es sólo
apoyar” al jefe en turno, jamás interferir en su toma de decisiones.
Pero el dìa fue para Peña Nieto, mencionado una y otra vez por
Eruviel y el maestro de ceremonias. Le rociaron de adjetivos
obsequiosos: “nos convocó a todos a pensar en grande”, “gobernador,
cumplió con creces”, “fortaleció el orgullo de ser mexiquenses”, “
Al final, el vínculo entre uno y otro, entre el que en teoría se va y el que se queda, fue evidente al transmitirse un video en la pantalla gigante del momento exacto en el que Eruviel rindio protesta en el Congreso del estado, unas horas antes.
Al final, el vínculo entre uno y otro, entre el que en teoría se va y el que se queda, fue evidente al transmitirse un video en la pantalla gigante del momento exacto en el que Eruviel rindio protesta en el Congreso del estado, unas horas antes.
—¿Cómo me viste? —inquirio el nuevo gobernador a Peña Nieto.
—Bien, muy bien, respondió el mandatario saliente.
Fuente: Milenio
Septiembre/16/2011/
www.libertadguerrero.net
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