(…y viceversa)
Jorge Valdez
Reycen
Algo pasa en México: un raro y notorio cambio de actitud (y mentalidad) se
observa en personajes ligados al ámbito de las leyes del hombre y divinas. Veo
a un legislador federal citando versículos bíblicos, repartiendo bendiciones
(vía twitter), promoviendo su fe en el creador del universo, invocando a Dios y
a Jesucristo en sus actos (otrora) republicanos y laicos.
En el mismo contexto, está un presbítero usando el púlpito de la iglesia
para orientar sus homilías hacia escenarios de prospectiva política, realizando
análisis de la violencia y fustigando a los actores de su inacción, pasividad y
pachorra en la toma de decisiones y acciones propias de gobernabilidad y
estabilidad social. (Además con brillantez y lucidez excepcionales).
¿Qué está pasando, que un cura hace labores de guía social y politólogo,
mientras que un diputado encuentra y asume con fervor su vocación sacerdotal
hacia el culto religioso? Interrogante que deja fríos a muchos, pues en este
país hay un marco legal que divide los ámbitos y que ha sido resultado de una
guerra cristera con miles de víctimas sacrificadas. ¿Ya se olvidaron de la
sangre derramada de esos corderos de Dios?
Jesús Mendoza Zaragoza y Fermín Gerardo Alvarado Arroyo son los personajes
aludidos en esta entrega, que no debe mal interpretarse, ni darle lectura
ociosa el lector.
Se trata de que ambos ejerzan con libertad absoluta su dictado al libre
albedrío. Sin embargo, no dejo de asombrarme (como reportero) que ambos
sentidos opuestos confluyan en el vértice de la piedra angular sobre la cual
descansa el sistema político mexicano.
Mendoza Zaragoza se revela como un excelente prospecto para una curul en el
Congreso del Estado, por sus impresionantes conceptos mucho más actuales y
cercanos a los sentimientos de sus feligreses. Sensibilidad y emoción se
advierten en sus vehementes soliloquios, salpicados de anécdotas y ejemplos
vívidos.
Alvarado Arroyo debe pensar seriamente abandonar la grilla y probarse un
alzacuello, pues sería un excelente acólito de Onésimo Cepeda Silva, el
poderoso e influyente Obispo de Ecatepec. Sus bendiciones vía twitter en
facebook, además de las citas del libro sagrado, lo hacen el diácono más
reconocido del Arzobispado de Acapulco. La vocación religiosa de quien desde
muy jovencito incursionó en el Movimiento Juvenil Revolucionario (MJR) del PRI,
acaba de ser revelada en él. Ese llamado a la misión espiritual, no puede ser
soslayado por el ex secretario de Gobierno, de Educación, de Cobach, de Capama,
etcétera.
Aunque se presta a la mofa, perdone el lector que ésta única ocasión sea
grave y conspicuo en el tema. Se trata de personalidades con fama pública y
trayectoria en sus terrenos, que no merecen un retorcido y de mal gusto
comentario.
Es absolutamente en serio. Fermín ha hecho gala desde hace por lo menos
seis años de una intensa espiritualidad que transmite, junto a su esposa Olga
Salmerón, regidora de la comuna porteña. Incluso han asistido a servicios
religiosos y sus actos de gobierno tienen una marcada orientación cristiana.
Esto es motivo de implicaciones legales y constitucionales, pues se trata de
representantes populares electos.
En el caso del padre Mendoza Zaragoza, coordinador de la Regional Pastoral
Sur –el Arzobispado de Acapulco es la jefatura de los obispados de Lázaro
Cárdenas, Mich., Tlapa, Ciudad Altamirano y Chilpancingo-Chilapa—, se advierte
con más prestancia su orientación política en los servicios religiosos y de
culto. Las críticas a los gobiernos federal, estatal y municipales han sido
severas, drásticas y sin tamices. Su sencillez en el lenguaje y su
conceptualización del calamitoso quehacer gubernamental por malos diseños y
torpes aplicaciones de políticas públicas, sean de cualquier partido, lo han
proyectado como una voz con autoridad moral y veracidad.
Algo pasa en México: El presidente pide perdón. Un poeta se convierte en Ombudsman.
Un cura en politólogo y un diputado evangelizando…
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