Furibundos
Jorge Valdez Reycen
Desde antes de la semana santa estaban que no los enfriaba ni el hielo. Con más veneno y tendenciosos, tras la semana de Pascua, arreciaron las críticas malsanas y de mala leche contra los noveles funcionarios que han arribado a las oficinas. El común denominador es que se trata de descalificaciones, cargadas con buena dosis de envidia.
El duro bombardeo se observa en columnas periodísticas y en programas radiofónicos que a lo largo del sexenio anterior se distinguieron por su entreguismo acrítico a la esfera del poder y su docilidad en respetar los convenios publicitarios, circunscritos a la cero crítica y al ataque despiadado de los críticos “al jefe”.
No compartimos ese tipo de ejercicio periodístico, pero sí advertimos que está desfasado y fuera del contexto real. El reacomodo de las fuerzas políticas en la entidad, dejaron a muchos “colegas” y conductores de noticiarios “colgados” de la brocha, en la inercia de una campaña sucia que ya concluyó en sus efectos mediáticos, pero quedaron atrapados en su rol protagónico.
Tan preocupante es el tema que el connotado periodista yucateco Carlos Loret de Mola se ha envuelto en la bandera inmaculada de la lucha contra el nepotismo oficial, sin ocultar el tufillo de amargura y revanchismo. Lo “chamaquearon” con versiones y trascendidos inexistentes en medios serios, salvo páginas en la web sin reconocimiento periodístico, sólo usados por políticos para el denuesto y la venganza personal.
Loret de Mola miente, al igual que los que le soplaron la nota al oído. Loret se convierte en un francotirador, como los conductores de noticiarios de radio locales, que han puesto sordera al cúmulo de evidencias de corrupción, desorden, rapiña en la administración anterior, para cebar la inquina en la supuesta nómina de 13 familiares del gobernador Angel Aguirre Rivero.
Pruebas, no trascendidos, ni chismes, es lo que obliga el oficio veraz de hacer periodismo. Muy denigrante y por demás tendencioso es cerrar los ojos ante las indolentes pesquisas para esclarecer el crimen aberrante de Armando Chavarría Barrera, desde el 2009 impune. Indignación es que el propio Loret de Mola fue quien transmitió la ruptura del “Record Guinnes” del regidor, usando el helicóptero adquirido por el gobierno de Zeferino Torreblanca, gracias al desvío de 36 millones de pesos de la Secretaría de Salud.
Temas más poderosos que exhiben con evidencias los verdaderos vicios de un sistema corrupto hasta la médula, no merecen ni siquiera un párrafo al señor Loret de Mola, que se presta al golpeteo mordaz, igual que el de un sicario, para cometer el “trabajito” contra Angel Aguirre Rivero. Sólo faltó que le pusiera la PD: “Con los atentos saludos de Zeferino”.
Ese tipo de expresiones y “notas” pseudo periodísticas que dieron soporte o “base” al comentario de Loret de Mola, son las que lo empinaron y terminaron por exhibirlo en su escaso oficio de reportero. Y lo peor es que no sólo fue Loret de Mola, sino otros más que ni periodistas son.
Se trata de improvisados en los medios que han hecho “roncha”, merced a la bondad de un oficio noble que es el periodismo en Guerrero. Personeros que por cinco mil pesos al mes, en
una nómina secreta de cualquier dependencia perdida, se acomiden a dar certeros y fulminantes comentarios que censuran y enjuician al titular del Ejecutivo.
Sin embargo, son ciegos, sordos y mudos en enderezar una crítica a todo lo que huela, apunte o sea en contra de Zeferino Torreblanca Galindo. Son burdos, torpes y muy ingenuos al continuar una guerra sucia ya inútil y extemporánea. En política eso tiene un costo-beneficio, pero siempre y cuando lleve un propósito po-lí-ti-co… no apetitos vengativos, personales y revanchistas.
Si la cacería de brujas se había cancelado, precisamente para evitar un clima de furia colectiva, está visto que hay buenos amarradores de navaja de tres pulgadas. Ellos son los que quieren convertir al gobierno en un palenque de gallos.
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