Negocios ocultos
Jorge Valdez
Reycen
Jesús Zambrano,
presidente nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD), pone el
dedo en la llaga llena de pus, al desnudar los negocios ocultos que se han
realizado “a través de concesionarios y prestanombres” que han acaparado las
ventas de llamado “marketing” de los candidatos y se ha forjado un verdadero
emporio multimillonario. Es tan grave el problema que podría desatar un
conflicto de dimensiones escandalosas.
Naturalmente con
las pruebas y evidencias en su poder, Zambrano ha deslizado a los medios su
preocupación por los niveles alarmantes de crecimiento subterráneo de una
industria consolidada en un tráfico de influencia, venta de complicidades,
compra de conciencia y hasta la comisión de delitos electorales que podrían
provocar hasta la cancelación definitiva del registro ante el Instituto Federal
Electoral (IFE).
El tamaño del
escándalo en puerta ha sido redimensionado en la mega marcha por la paz que
colmó el zócalo del Distrito Federal el domingo pasado. La colusión de
personajes ligados a los partidos políticos –sin alusión al PRD, pues se
cuidaron mucho en ese delicado tema—con el crimen organizado fue expuesta, al
grado de proponer una “purga” en las filas partidistas de gente “infiltrada”.
¿Por qué la
alusión directa? No lo dicen. Sin embargo, si tienen pruebas, como la del
“hermano incómodo” del gobernador de Michoacán, Leonel Godoy, sí, aquel ex
diputado federal que “empinó” y engañó a Alejandro Encinas para burlar el cerco
de la PGR e introducirse al recinto de San Lázaro para tomar protesta y
ampararse del fuero constitucional, ¿por qué Zambrano se ve timorato?
Si se tratara de
una “filtración” con la finalidad de lanzar el clásico “pitazo” a aquellos que
están hasta los codos metidos en algo turbio, pues mal mensaje se envía de
cobijar y encubrir los negocios ocultos. La prudencia y obligación del líder
partidista sería investigar, primero, y luego sancionar con energía y severidad
a aquellos que medran con las siglas del partido. Sin embargo, no ocurre nada y
el IFE, mientras tanto, y como siempre, simplemente finge ceguera, sordera y
mudez.
Los negocios
ocultos se observan en las calles, pues ni siquiera están ocultos. Empresas que
elaboran papelería, pendones, espectaculares, bisutería, pegostes, gorras,
playeras, etc., están involucradas, pero no se sabe quiénes son los dueños
detrás de ellas. Aquí, en Guerrero, el antecedente de corrupción alcanzó al
desaparecido Consejo Estatal Electoral (CEE), en la inconclusa investigación
sobre el soborno a consejeros de parte de proveedores una empresa impresora de
materiales electorales. Un cheque sin fondos y su fallido cobro, rebotó en el
noticiario de Televisa.
René Bejarano y
el empresario Carlos Ahumada ilustraron las peores y emblemáticas imágenes de
corrupción, chantaje y escándalo, grabadas intencionalmente, que han quedado
impresas en la memoria histórica como los actos más desvergonzados, cínicos y
ofensivos contra los mexicanos. Negocios ocultos que sólo se exhibieron, pero
jamás se explicaron. Brozo fue quien desnudó y difundió los videos.
Lo mismo ocurre
ahora con Zambrano, quien lanza una alerta, en lugar de abrir una investigación
y deslindar a su partido de los negocios que hacen “concesionarios y
prestanombres”. ¿Tan costosas y graves podrían ser las consecuencias? ¿Se cura
en salud Zambrano? ¿Quiénes son los concesionarios y prestanombres aludidos?
Hágase un traje
a la medida de su liderazgo, señor Zambrano. Póngale nombre a los rateros y
mafiosos que están dentro del PRD, haciendo negocios y millones de pesos en
fortunas personales. Cúbrase de gloria, Jesús Zambrano. No tenga miedo.
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